Otra serie sobre política
No es descartable que Ada Colau se identifique con la ‘prota’, ideal de populismo estrógeno
Se da la coincidencia de que dos series de reciente estreno comiencen de un modo idéntico: en pleno tiroteo, una mujer se planta de forma heroica y disuasoria ante el hombre armado e ido, que tras una vacilación acaba pegándose un tiro. Es un buen modo de presentar a un personaje femenino valiente, de valentía incluso misteriosa aunque afectada de debilidad por el trauma.
Una de esas dos mujeres protagoniza ‘Pieces of her’ (Netflix), serie que evoluciona confusa hacia un frenesí en el que los guionistas abusan de la paciencia del espectador; la otra, ‘Total control’ (Filmin), es una historia mucho más serena que se acaba convirtiendo en una sorpresa, una de esas raras series que se dejan ver.
La protagonista, que no solo es mujer sino, además, aborigen australiana, será invitada a entrar en política, lo que dará paso a situaciones de interés a medida que vaya topando con el ‘establishment’ de allí, que ya vimos con Djokovic cómo se las gasta.
La serie tiene el encanto y la belleza de los paisajes y de la comunidad indígena y el más trillado de los vericuetos de la política profesional, aunque el porcentaje de drama familiar y personal está equilibrado. No llega al detalle deliberativo de ‘El ala oeste de la Casa Blanca’ o ‘Borgen’, con lo cual es posible que Pablo Iglesias no la incluya en su máster de series gramscianas.
Las dos protagonistas están muy bien haciendo de mujeres normales (se ven unos pechos con total naturalismo). Deborah Mailman y Rachel Griffiths, inmediatamente reconocible por su papel en ‘A dos metros bajo tierra’, interpretan a dos mujeres en un partido conservador, cosa rara, aunque rápidamente se vuelve a la normalidad porque los ‘malos’ existen y serán los del partido a la derecha de la derecha, que dicen cosas como «hacer Australia grande» (hum… ¿a quién se referirán?).
Al tener dos mujeres políticas, una rubia, de la élite, con rasgos finos, y otra morena, popular y ‘echá p’alante’, la serie puede inducir a fantasías matutinas y (MAR)drileñas con una Ayuso aborigen y una Cayetana de Canberra. Tampoco es descartable que Ada Colau se identifique con la ‘prota’, ideal de populismo estrógeno. Hay que avisar de estas cosas.