Aquellos viernes negros
La periodista que mostró en directo una pancarta contra el Kremlin se erige en símbolo de las libertades
Grabó un vídeo antes de inmolarse, consciente de que su acción iba a representar su muerte civil. «Vandalismo», sentencia el portavoz del Kremlin, cuya hipocresía le llevó ayer a asegurar que depende de la emisora en la que trabaja –cuyo informativo nocturno interrumpió con una pancarta contra la invasión de Ucrania y las mentiras de Moscú– la imposición de cualquier sanción, como si en la Rusia de Putin existiese la iniciativa privada al margen de una oligarquía amancebada con la autocracia presidencial. Aún más que su conmovedora protesta, es el vídeo grabado por Marina Ovsianikova antes de salir a escena, debut y despedida, el que documenta y dimensiona su sacrificio. Ayer la sentaron en el banquillo de los acusados, peana de madera que eleva su imagen de mártir de las libertades públicas. Como aquellos que sufren la represión de cualquier totalitarismo y cuyas heridas abiertas dejan en evidencia el lamento ensayado de quienes se hacen las víctimas –véase el ‘procés’, rebobinado–, la inmolación en directo de Ovsianikova pone en su lugar a todos los que denuncian la manipulación informativa según les vaya la guerra y la feria. Especial mención merecen aquellas acrisoladas damas de RTVE que, enlutadas y conjuntadas en su miseria ética y su esplendor textil, protagonizaban los ‘viernes negros’ contra la presunta propaganda de otros tiempos y ahora visten de color para celebrar el segundo aniversario de un estado de alarma que la cadena estatal, a la rusa, olvida que fue inconstitucional.