Abre 30 años después el museo que dignifica los Dólmenes de Antequera
La Junta ha invertido 5 millones en el edificio que explica el Sitio, Patrimonio Unesco
El Sitio de los Dólmenes de Antequera ya tiene un museo digno. Después del mamotreto construido durante el gobierno socialista de la Junta que tuvo que ser derribado para cumplir las exigencias de la Unesco, ayer el presidente andaluz inauguró el Museo de los Dólmenes, un proyecto que comenzó en 1989, que debía estar acabado en 1992, coincidiendo con la Expo de Sevilla, pero cuyas obras no arrancaron hasta 1993 para quedar paralizadas en 1999. El diseño era un despropósito que atentaba contra el paisaje prehistórico de la ciudad.
Tras demolerlo en 2018 y erigir otro edificio con menor impacto visual sobre el paisaje, Antequera ya tiene el museo para su historia milenaria. «Se cumple un sueño. «Es un museo acorde a la categoría del bien que Andalucía tiene», señaló ayer Manuel Barón, alcalde de Antequera, quien destacó que ahora «hay un edificio de categoría y dignidad de los cientos de miles de visitantes que ha tenido el Sitio de los Dólmenes todos estos años».
La inauguración corrió a cargo de Juanma Moreno. En el museo detalló que el presupuesto ha sido de cinco millones de euros para levantar el nuevo edificio. «Es un día importante para Andalucía», remarcó el presidente, y lo comparó con aquel 15 de julio de 2016 cuando en Estambul la Unesco declaró el complejo Patrimonio de la Humanidad.
Era una promesa a la ciudad, que contrajo en enero de 2019, cuando tomó posesión al frente de la Junta de Andalucía. «Once consejeros han pasado hasta llegar a ti», le espetó a la consejera de Cultura, Patricia del Pozo. Ahora ya es una realidad y fue presentando en el salón de actos del museo ante una representación nutrida del tejido social de Antequera.
Una obra complicada
La obra ha sido complicada. Había que ajustarse a las indicaciones de la Unesco y recudir el impacto ambiental. Reducir la altura de 14 metros que tenía el anterior por una de cinco, además de quitar sus enormes cristaleras, así como preservar el entorno, que durante los años de abandono fue tomado por los vándalos. El antiguo edificio, destrozado, ocupado y saqueado, se ha convertido en un espacio innovador para la divulgación de la extensa historia de Antequera.
Aquel enorme mamotreto, que rompía la visión con la Peña de los Enamorados y dividía el Sitio de los Dólmenes, ahora es un edificio de 4.200 metros cuadrados con 3.500 de superficie útil en dos niveles, que no sólo sirve para divulgación de la prehistoria de Antequera, sino también como centro de investigación y conservación de su patrimonio. Un lugar con el que se pretende dar un empujón a la llegada de visitantes y conseguir volver a los 210.000 usuarios que tenía el Sitio de los Dólmenes antes de la pandemia.
Se abre con dos exposiciones. Por un lado está la dedicada al investigador Manuel Gómez-Moreno (18701970). Figura importantes para la puesta en valor de los Dólmenes. Fue el primero en analizar los monumentos funerarios de Menga, Viera y El Romeral. Por otro lado, otra sobre el poeta José Antonio Muñoz Rojas (1909-2009), hijo predilecto de Andalucía. En ella se analizan el paisaje antequerano y andaluz desde la óptica de varios fotógrafos.
En el museo hay una exposición permanente
La administración tuvo que tirar el anterior edificio, cuyo diseño ‘destrozó’ el paisaje y fue criticado por la Unesco
sobre ‘Antequera Milenaria’, así como una interpretación del Dolmen de Viera y el ‘tholos’ del Romeral. Como reseñó el presidente andaluz en la inauguración, «todo está dentro de la cultura megalítica que se proyecta desde Antequera al mundo». «Es la justa y merecida compensación a su valor, tras una espera injusta de casi 35 años«, afirmó Manuel Barón, quien dijo que el Sitio de los Dólmenes y su museo convierten a Antequera en algo universal.
Además, cuenta con una biblioteca de prehistoria de Antequera donde se conserva el conocimiento que ha ido emanando del Sitio de los Dólmenes, así como oficinas para las administración del lugar, espacios para conservación del espacio, así como salas para talleres en los que mostrar el complejo prehistórico.