María del Prado de Hohenlohe, ‘la princesa flamenca’ que arrasa con su empresa de festivales
La aristócrata charla con ABC de sus proyectos mas inmediatos, de la vida y del amor
María del Prado, hija de los marqueses de Caicedo y mujer de Pablo de Hohenlohe, nada tiene que ver con el estereotipo de aristócrata al uso. Todos le dicen «la princesa flamenca». Es lo más parecido en tipo de vida a lo que fue la gran amiga de su familia, Cayetana
de Alba. Su existencia le dio un vuelco cuando le detectaron un cáncer y la enfermedad le cambió la vida. La noble, que atraviesa ahora uno de sus mejores momentos, charla con ABC de la nueva empresa que ha montado: Trocadero Flamenco Festival, creada con el fin de impulsar la cultura musical española. Para este año ya tiene contratado a Kiki Morente y José Merced. Y como sorpresa también aparecerá de soslayo su familiar Hubertus de Hohenloe. Arrastra hasta Sotogrande a lo más granado de la aristocracia española. El mismo Rey, que fue testigo en su boda, ha recibido una invitación.
Matrimonio unido
«El flamenco puede ser muchas cosas, puede ser amor y alegría, puede ser dolor y desasosiego, pero ante todo el flamenco es verdad. Y como verdad y parte de nuestras raíces y ADN tenemos el deber moral de apoyarlo y rendirle tributo», señala María. Su esposo Pablo de Hohenlohe está comprometido en el tema de la creatividad y del escenario: «Nos complementamos muy bien. Veinte años de matrimonio dan para mucho. Tenemos una relación muy de amigos y cómplices. El hecho de habernos mudado a vivir a Marbella desde Madrid y que estuviéramos solos aquí, nos ha hecho muy compañeros». La boda de Del Prado con Pablo de Hohenlohe, de la casa de Medinaceli, fue el acontecimiento social del año en 2002. Por allí desfilaron desde Alicia Koplowitz, Isabel Sartorius, Eugenia Martínez de Irujo a Ana Gamazo de Abelló.
Fruto de este matrimonio nacieron sus dos hijas. «Celia nos ha salido cantante. Ahora tiene 17 años y está trabajando en ello. Está a caballo entre Inglaterra y Madrid. Alegra se parece más a su padre, es muy creativa y estudia Comunicación y Marketing digital. La verdad es que son dos niñas fantásticas. Muy trabajadoras y luchadoras». De su madre han heredado la práctica de la espiritualidad y el ‘mindfulness’: «Siempre les digo que hay que vivir el momento presente con ojos de principiante. Siempre nos vamos al pasado o al futuro, pero no disfrutamos el presente. Nos olvidamos de sentir esas cosas diarias tan lindas».
Cáncer curado
A María le diagnosticaron un cáncer de mama hace doce años. Y eso le hizo replantearse su modo de vivir. La aristócrata, licenciada en Arte, dirigía en esas fechas la firma francesa Chloé, y tenía boutique propia en Puerto Banús. Lo dejó todo y dedicó el tiempo a su sanación: cambió su alimentación, su rutina de ejercicios, comenzó a practicar yoga y meditación, y a tomar como filosofía diaria el ‘mindfulness’. El diagnóstico requirió también de mastectomía y reconstrucción mamaria. «Cuando esto te ocurre no paras de preguntarte ¿y por qué a mí? Las sesiones de quimioterapia durante seis meses, fueron muy duras. Se me cayó el pelo y tuve que ponerme peluca. Y desde esa óptica vi que podía ayudar a otras mujeres. Durante un año fui presidenta de la Asociación del Cáncer en Marbella y me encantó esa labor».
En el campo
La hija de los marqueses de Caicedo vive ahora en una exótica casa de campo en Istán, localidad próxima a Marbella, que ambos alternan con estancias en Madrid para estar con sus hijas. «Nos encanta vivir en el campo, aquí en nuestra casa de Istán, rodeados de plantas y animales. Pablo es un loco de los gatos, que son energía pura. La naturaleza es el mejor sitio para trabajar la mente».