Pintor y museógrafo nervense
Pintor y director desde 1999 del Centro Vázquez Díaz de Nerva, lideró numerosas iniciativas en pro de la cultura y el patrimonio de la sierra onubense
Juan Barba (1957-2022)
LA triste noticia del fallecimiento, en su Nerva, el 23 de mayo, de Juan Barba, trae a mi memoria diversos momentos vividos allá, en todos los cuales fue protagonista. El primer recuerdo es de comienzos de los ochenta, cuando existía en esa villa un certamen de pintura Vázquez Díaz, en cuyos jurados el entonces veinteañero Barba, recién salido de la Facultad de Bellas Artes sevillana, y militante de la LCR, contaba con gente como Juana de Aizpuru, José Ramón Danvila o el firmante de estas líneas. Gracias a esa iniciativa, hoy Nerva posee un excepcional fondo contemporáneo, con obra de, entre otros, Albacete, Alcolea, Patricio Cabrera, Ricardo Cadenas, Gerardo Delgado, Claudio Díaz, Curro González, Julio Juste, Juan Lacomba, Joaquín Meana, Gonzalo Puch, Joaquín Sáenz, Manuel Salinas, Pablo Sycet, Gonzalo Torné, Ignacio Tovar…
El Centro de Arte Moderno y Contemporáneo Daniel Vázquez Díaz, que posee 21 obras del pintor que le da nombre, fue el gran sueño de Barba, su director desde su apertura en 1999, cargo que durante un tiempo compatibilizó con el de concejal de Cultura. Allá volví a encontrármelo en 2001, con motivo de una exposición dedicada al que fuera uno de los principales adelantados de nuestras vanguardias. Entonces me gastó una broma privada, inolvidable, a propósito del Alcolea de la colección. José María Labrador, Enrique Monís Mora, Antonio Granados Valdés, Modesto Roldán y el nuagiste Manuel Duque, son otros nombres locales representados en aquella. De la muerte, a los 102 años, de Granados, dimos noticia aquí mismo hace dos, refiriéndonos a sus donaciones y exposiciones a esa pinacoteca, donde se han visto además otras de Rafael Botí (cuyo hijo ha sido siempre muy generoso con Nerva), Alberti, José Caballero, Pedro de Matheu, Salinas, Chema Cobo, Lacomba, Sycet o Antonio Belmonte. Barba fue además muy activo en la reivindicación de José María Morón, la otra gran figura nervense, reinvidicación en la que nos implicó a otros. Su primer poemario, ‘Minero de estrellas’ (1933), le valió un accésit del Premio Nacional. En 1936 estuvo a punto de ser fusilado. En la prensa de la otra España salieron artículos de Antonio Machado y Antonio Aparicio dando por cierto ese bulo. Sin embargo, salvó la vida, y en la posguerra escribiría poemas falangistas y sería funcionario del ministerio de Trabajo.
Para completar el retrato de Barba, hay que mencionar su pintura, muy eighties (en 2015 expuso, en la Cervecería Robles, sus ‘Instantes mineros y otros sueños imposibles’, algunos de los cuales había llevado el año anterior a Australia) y muy bien glosada por Lacomba, su acción como profesor de Secundaria, y su compromiso con el patrimonio y la memoria de su tierra, en la que tanta importancia tuvieron la minería (con él visitamos Río Tinto) y el ferrocarril. De convicciones invariablemente izquierdistas, fue un activista incansable, especialmente en el tema de la memoria de la represión.