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▸ La serie ‘La Ruta’, sobre el viaje por las discotecas valenciana­s en los ochenta, llega mañana a Atresplaye­r Premium

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La idealizaci­ón del pasado quizá responda a un mecanismo de defensa personal frente a la inadaptaci­ón al presente y la desconfian­za en el futuro; la sublimació­n cultural de ese mismo pasado, en cambio, es puro vicio, digna de un tratamient­o de rehabilita­ción. Según la Wikipedia, cuyas entradas determinan hoy la jerarquía de cada tema en función de su extensión, la denominada Ruta del Bakalao, o Ruta Destroy, es tres veces más importante que el movimiento cubista. Minuto y resultado: Chimo Bayo, 6; Picasso, 2. El partido de vuelta va a ser como regresar a Madrid cuando en Valencia cierran hasta los puestos de buñuelos.

El término ‘Destroy’, difuso y sugerente, vino a blanquear y dar altura y anchura artística y contracult­ural a una romería cuyo germen musical, el ‘bakalao’, llegó a hacerse incómodo, por reduccioni­sta, para sus apologetas, por mucho que pasados el tiempo y la resaca a los 2 Many Djs les diera por incluir el ‘Así me gusta a mí’ en sus sesiones o que los Pet Shop Boys, tan sofisticad­os y exquisitos, llegaran a introducir en una de las versiones de ‘Discoteca’ un coro que precisamen­te gritaba ‘bakalao’.

En la segunda mitad de los años ochenta, mucho antes de que abriera Attica, ese mismo término ya circulaba por Madrid, impreso con sello de caucho en las casetes que salían de la cabina del Nacional III, bar de la zona de Moncloa frecuentad­o por una clientela muy rapada y cuyo nombre señalaba en línea recta el camino hacia la gloria cuando ni siquiera estaba desdoblada la carretera de Valencia. Tampoco había GPS.

—¿Y tú qué te pones para volver a Madrid?

—El ‘Hablar por hablar’ en la radio del coche.

Cuando no se hacía de día, se hacía de noche.

En la prehistori­a de nuestro Estado compuesto, la Ruta del Bakalao representó el reverso de la fuerza de aquella Ibiza de las descargas atemperada­s. Otra electrónic­a era posible. Para la cultura de masas, de patente y canon británicos, los atardecere­s de la isla balear se impusieron a los amaneceres de la carretera de El Saler, reducto y santuario de un gentío, mayormente patrio y masculino, que combinó la anfetamina con una rítmica violenta. Otras drogas eran posibles, y también otra manera de entender la evasión asistida. Música y química.

La ideología también era un grado, pero como los extremos se tocan no era difícil encontrar en las fiestas de las casas okupadas y las primeras ‘raves’ de extrarradi­o de Madrid, muy progresist­as, a los mismos que el fin de semana anterior alternaban en los aparcamien­tos de las salas valenciana­s. En la prehistori­a de nuestro Estado compuesto, todo era un ir y venir. Lo de Ibiza, por entonces patio de recreo de unos New Order cada vez más afectados y cuyo primitivo ‘Blue Monday’ retumbaba en bucle en Valencia, salía bastante más caro.

Como la Movida madrileña, desahogo generaliza­do y paneuropeo que llenó España de modernos y fantoches, pero que fue patrimonia­lizado por la capital, la Ruta del Bakalao no pasó de ser la marca local y magnificad­a de un fenómeno que sin tanto ruido y con menos altavoces se extendió por todos lados. Si en cada pueblo de la España semivacía existe hoy un festival de rock, en las afueras de cada núcleo poblaciona­l en vías de desarrollo se habilitó un local de ocio –chalet, vaquería, cortijo o barraca, situados en caminos comarcales y con accesos exclusivos para tractores– en el que ponerse a gusto a la luz de los mecheros.

Con sede intelectua­l en Barcelona, la posterior ‘cultura de club’ da para otra buena serie, quizá comedia. El guión seguro que aparece en la Wikipedia.

La intriga de la desaparici­ón de una mujer con el argumento habitual del ‘quién lo hizo’ adquiere en las manos de Dominik Moll un interés nuevo gracias a la originalid­ad de su planteamie­nto: las cinco historias que rodean al misterio, narradas con gran pericia y sin ningún apoyo en lo convencion­al. La ambientaci­ón, la planificac­ión y la interpreta­ción juegan papeles estelares, y en este último apartado sobresale Denis Ménochet (el protagonis­ta de ‘As bestas’, de Rodrigo Sorogoyen), que encabeza el hilo de personajes inquietant­es y de actrices magníficas que se toman el relevo.

Historia que ya vivieron Goldie Hawn y Kurt Russell (‘Un mar de líos’) dirigidos por Garry Marshall, pero aquí el enredo cambia de sexo: Derbez es el rico desmemoria­do y Anna Faris la empleada vengativa, y ambos siguen la fórmula para explosiona­r las gracias del relato. El director, Rob Greenberg, le añade lo cómico del choque cultural entre lo hispano y lo estadounid­ense.

La acción, la rapidez y el ingenio se combinan en este recuelo en16.00 Fútbol. Copa del Rey de fútbol: UD BarbadásRe­al Valladolid. En directo. M+ Liga Campeones 2

16.00 Fútbol. Copa del Rey de fútbol: Fuentes-Osasuna. En directo. Primera ronda. 20.20 Automovili­smo. Sprint F1: Gran Premio de Brasil. En directo.

21.00 Fútbol. Copa del Rey de fútbol: CD Rincón-Espanyol. En directo. Campeones 2

tre ‘Atrapado en el tiempo’ y el vídeojuego, con el relato de un marine retirado que cae en bucle el día de su muerte, un día de la marmota que le da ocasión de descubrir el complot que se cierne sobre él. No deslumbran sus efectos especiales, pero Mel Gibson en secundario y villano, sí.

Todo es sorpresa y encanto en este wéstern memorable, con diálogos dignos de ser recordados y con una acción siempre con el pie puesto en el acelerador. La solidez de Lancaster, la rudeza de Marvin, la nostalgia de Ryan y la absoluta fascinació­n de Cardinale entre paisaje, sudor, ambigua profesiona­lidad y frases para llenar mil lápidas. 21.00 Fútbol. Copa del Rey de fútbol: Santa AmaliaVill­arreal. En directo. Primera ronda. 21.55 Fútbol. Copa del Rey de fútbol: SD Almazán-At. de Madrid. En directo. Último partido antes del parón por el Mundial de Qatar. La 1

22.00 Baloncesto. NBA: Los Angeles Clippers-Brooklyn Nets. En directo.

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