De troyanos y antivirus por Nervión
LÍNEA DE FONDO
Nada puede darse por seguro, más allá de que el belén ya está montado y en las bandejas sólo habrá turrón del duro de los que amenazan los molares
Leo a Ana Mencos en ‘Orgullo de Nervión’ que Rony Lopes recupera sensaciones en el Troyes. El portugués fue de los primeros troyanos que infectaron al Sevilla actual, en aquella desgraciada operación del traspaso de Ben Yeder al Mónaco, lamparón en el curriculum de Monchi que no se quita ni marinándolo durante años en una cubeta con ‘Milagrito’. Después afloraron más, en la planta noble (perdonen el eufemismo) y en el césped, que hoy dan la cara gripando la maquinaria blanquirroja. Y así se está por Nervión, con el antivirus echando humo para que las cosas vuelvan a funcionar. Nada puede darse por seguro, más allá de que el belén está montado desde hace tiempo y que en las bandejas navideñas sólo habrá turrón del duro de los que amenazan los molares: Monchi busca refuerzos de bajo coste que mejoren lo que hay, nada difícil, e ingenuos que le ayuden a soltar lastre salarial, algo mucho más complicado; Cruz destroza calculadoras para encontrar dinero que permita comprar jamón a precio de mortadela; Castro revisa el catálogo de todas las firmas de maquillaje ante la evidencia ‘legendaria’ de no poder construir un nuevo estadio ni en el metaverso; Sampaoli se inspira en su paisano José Luis Borges («Que cada hombre construya su propia catedral, ¿para qué vivir de obras de arte ajenas y antiguas»), para modelar algo reconocible por su sentido del gusto y la afición no se pierde un partido de los internacionales, ilusionada en que se pongan en el mercado como carne en las estanterías de un supermercado venezolano.
El equipo, con lo que hay, más lo que llegue de forma apresurada y sin muletas desde Catar, vuelve a la competición el 21 de diciembre en Torremolinos, una semana antes de la Junta de Accionistas. El desplome competitivo del equipo ha nutrido de armas de guerrilla a la oposición. No es previsible que sirvan para horadar el blindaje accionarial del poder, pero la metralla va a dejar a buen seguro muchos heridos. El epílogo nos lo brinda Borges: «Sólo lo que se ha ido es lo que nos pertenece».