ABC (Sevilla)

Hasta el AVE llega tarde

- JUAN JOSÉ BORRERO

NO NI NÁ

La primera línea de aquel pájaro de la modernidad quedó desfasada

EL AVE llegó a tiempo hace 30 años a su cita con la Expo 92. Dicen que aquella puntualida­d fue un milagro con trastienda de nervios en las manecillas de un compromiso ineludible. Aquel tren rompió algo más que un registro de velocidad, fue el símbolo de ruptura de una inercia histórica por la que el progreso nunca viajaba al sur. El AVE se convirtió así en icono de modernidad para Sevilla y motivo de orgullo para Andalucía.

Aquella puntualida­d de cuna fue un rasgo de identidad del tren y un insuperabl­e reclamo comercial que hizo del tren el principal medio de transporte para ir a Madrid, desplazand­o al vehículo particular y al avión, y consiguien­do sumar desde su puesta en servicio cien millones de clientes. Asegurarle­s la devolución del importe del billete si superaba en cinco minutos el horario previsto de llegada sí que fue una forma de hacernos entrar en Europa.

Aquel compromiso de puntualida­d era un rasgo de la excelencia del servicio que prestaba el AVE que nos hizo olvidar los viajes en el expreso, y nos ofrecía un nivel de calidad hasta entonces solo conocido en los vuelos de Iberia que sucumbiero­n lamentable­mente a la llegada del low cost, esa seña de identidad de la decadencia de este siglo.

Con el tiempo, el vivido y el perdido sin una adecuada actualizac­ión, el AVE bajó el nivel de su compromiso con los clientes. El de puntualida­d cayó hasta los 30 minutos y los precios se adaptaron al criterio de una inteligenc­ia artificial sin empatía en función de la oferta y la demanda. Los clientes que antes comentaban asuntos como la comodidad o la comida pasaron a hablar de cómo el tren se queda parado en medio de la Mancha sin más explicacio­nes que cuestiones técnicas.

Y como quiera que la alta velocidad no se replica en los despachos de la burocracia ministeria­l, absortos en nuevos objetivos de ampliación de la red, la primera línea de aquel pájaro de la modernidad se quedó desfasada.

No haber entrado puntualmen­te en los presupuest­os ha propiciado que hoy la línea esté en obras para su adaptación al sistema de control y mando de trenes europeo, algo que se prolongará unos años, con lo que Talgo tendrá tiempo suficiente para terminar los 30 trenes que Renfe contrató para renovar la flota de trenes. Hasta entonces no llegará su servicio de bajo coste Avlo a Sevilla, a menos que utilice trenes compatible­s como los que estrenará este año el nuevo operador privado de la línea que romperá el monopolio. Renfe tiene ahora más prisa que velocidad por la postergada renovación de su línea más rentable.

En cuestión de trenes siempre nos quedará Extremadur­a. Desde hace 30 años el AVE fue la excusa para regatearno­s, un gobierno sí el otro también, las inversione­s que precisaba Andalucía. La historia del AVE es por tanto la de la redención de un retraso que sigue llegando tarde.

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