La Toma vuelve a la normalidad
ÁLVARO HOLGADO anderas españolas, andalucistas, regionalistas… el Día de la Toma ha vuelto a Granada después de dos años atravesados por la pandemia. Cerca de 2.000 personas se han congregado en la plaza del Ayuntamiento de la capital, de nuevo a favor y en contra, por efemérides de la entrega de las llaves de la ciudad a Isabel la Católica por parte de Boabdil.
La disputa entre unos y otros es ya casi tradición, aunque esta vez la parte contraria al evento haya sido bastante minoritaria en comparación a otros años. El día señalado como fin de la Reconquista, fecha de la que se cumplen ya 531 años, al fin y al cabo, sigue siendo día grande en la capital granadina. Más tras estos años de ausencia, donde apenas un par de actos, mascarilla mediante, discretos y puramente institucionales daban fe de la fecha.
En 2023, todo ha vuelto a su cauce. A primera hora de la mañana, sonaban las campanas en la Torre de la Vela, en la Alhambra. La tradición local dice que quienes busquen casarse en este nuevo año han de hacerlas repicar, y ahí estuvieron abiertas para quienes quisieran cumplir con el rito.
Bajando a la capital, en la plaza del Carmen, donde se encuentra el Ayuntamiento, tras recibir honores el Estandarte
BReal, la comitiva institucional partía del Consistorio pasadas las once y media de la mañana.
Con la única ausencia de los concejales de Unidas Podemos, en el acto alternativo contrario a la celebración de la Toma, los ediles, con el alcalde socialista Paco Cuenca bastón de mando al frente, junto al Teniente General del Madoc, José Manuel de la Esperanza, caminaron hacia la Capilla Real.
Allí celebraría la misa. Antes se produjo el tradicional pasillo de representantes de otras instituciones para recibir a la comitiva, la tradicional llegada de los legionarios a las puertas del templo, que antes, como tradicionalmente, habían esperado en la plaza del Carmen, también hubo el tradicional paso de figurantes con el tradicional vestuario histórico simbolizando el momento de la Toma. También el tradicional corrillo de curiosos observando la escena. Todo en su sitio. La tradición, después de tres años, intacta.
Pasada la misa, oficiada por el todavía arzobispo coadjutor, José María Gil Tamayo, que llamó a no «ideologizar la historia», la comitiva se trasladó al Aula Regia. Allí, esta vez de la mano del concejal Carlos Ruiz Cosano, se tremoló el Estandarte Real, como es de rigor, frente a la tumba de los Reyes Católicos. Luego vino la vuelta al Ayuntamiento para otro de los grandes momentos de la fiesta: la segunda tremolacion del pendón de Castilla en el balcón del Consistorio.
El ruido crecía cuando llegaba la comitiva desde la Capilla. Leves abucheos y pitos mientras los aplausos y vivas iban creciendo. Algo parecido a lo que se viviría en un partido de fútbol donde la hinchada visitante, desde luego, eran quienes se posicionaban en contra. Granada tenía ganas de celebrar la efemérides, esa que solo interrumpió la Covid tras siglos de celebración.
Los aplausos a los legionarios crecían y terminaron por acallar casi del todo a los detractores. Vivas a Granada, vivas a España. Pasadas las dos horas, la masa que se arrejuntaba en la plaza del Carmen no dejaba apenas mover un pie.
El momento álgido, el esperado: la concejala Eva Martín tremolaba el Estandarte en el balcón del Ayuntamiento, sonaba el himno de España, la Legión marchaba, tocaba su banda. Granada recuperaba una de sus fiestas más emblemáticas: La entrada de los Reyes Católicos a la ciudad de la Alhambra, rememorada con efusividad 531 años después.
Granada celebra al fin la efemérides de la Renconquista tras la pandemia con pocas incidencias, pese a los detractores y una multitud en la plaza del Carmen
La única ausencia fueron los concejales de Unidas Podemos, que estaban en el acto alternativo contrario a la Toma y muy minoritario