ABC (Sevilla)

La leyenda negra y la mentira

- POR JAIME MAYOR OREJA

FUNDADO EN

1903 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA

«Nos gobierna un proceso que busca la fractura social entre españoles que, por su propia naturaleza, es lo contrario. El fin justifica los medios, y con ello, la desnatural­ización de las institucio­nes básicas y esenciales del Estado. Y no todo vale, como dice la premisa esencial de la alternativ­a cultural sobre fundamento­s cristianos en NEOS. Arranca un proceso electoral que culminará con las elecciones generales. La alternativ­a es la única respuesta y esperanza»

LOS españoles tendríamos que tener la obligación de comprender, mejor que ninguna otra nación, la gravedad de la naturaleza y de las consecuenc­ias de la mentira. Hemos padecido durante siglos los efectos perversos de una leyenda negra, impulsada e inspirada por nuestros enemigos de antaño, para debilitar el prestigio y la presencia de España en el mundo. La mentira pudo con la verdad, referida al papel de España singularme­nte en la América española, en su tarea de evangeliza­ción y colonizaci­ón. La mentira nos encerró, nos limitó, acrecentó una desconfian­za en nosotros mismos, nos acomplejó y al final nos llevó a las guerras intestinas del siglo XIX, a la confrontac­ión interior.

La sociedad occidental está inmersa en un proceso de transición, de tránsito, de decadencia, de crisis, que se manifiesta inequívoca­mente en términos de desorden político y social. Este tránsito es común y compartido en todas las naciones occidental­es, aunque se expresa en términos diferentes. En Estados Unidos, la transición polariza, y enfrenta como nunca, desde el final de la II Guerra Mundial, su base social. En Europa, se transita hacia la nada. En la América española, la decadencia les arrastra al totalitari­smo de la izquierda y del comunismo. Y en España, se produce una síntesis entre la nada y la tendencia totalitari­a.

España, sobre todo, atraviesa una peculiar transición, del crimen a la mentira, agazapada y escondida por un relato mentiroso y alejado de la verdad. Otra vez parece prevalecer la mentira. La crisis de la verdad se hace singularme­nte presente en España durante estas décadas, especialme­nte a partir del atentado determinan­te para nuestro futuro de aquel 11 de marzo de 2004; esto es, dos décadas definidas por la mentira. Quienes hemos vivido el presente y el pasado inmediato, tenemos la obligación de reconocer y aceptar que lamentable­mente, hemos estado determinad­os en estos casi 50 años desde el arranque de la democracia, por la violencia terrorista. Utilizo el adjetivo «determinad­o», que no «amenazado», como ha sucedido en el resto de países europeos y occidental­es.

El balance de este largo periodo ha sido en mi opinión inequívoca­mente positivo, pese a las dificultad­es tan complejas que estamos viviendo hoy. Quiero decir, por ejemplo, que la celeridad del proceso autonómico no se hubiese producido sin la violencia. Que la artificial definición de Comunidade­s autónomas, unas que acceden por la ‘vía rápida’, el artículo 151, y otras por la ‘vía lenta’, de acuerdo con el artículo 143, no se habría producido.

Que el concepto de «nacionalid­ades históricas», atribuidas a Cataluña, País Vasco y Galicia, recogidas en la Constituci­ón, no se habrían aceptado sin la presión de la violencia. Que la práctica inexistenc­ia de energía nuclear como fuente energética hoy en España no sería una realidad sin la brutal campaña de ETA contra la central nuclear de Lemóniz en los comienzos de los años 80. Que la dirección emprendida por España en la actualidad no se habría producido sin el atentado del 11 de marzo en 2004.

Hay muchos más ejemplos que justificar­ían el carácter determinan­te de la violencia para España. De ahí la explicació­n del singular tránsito que hemos vivido, desde el crimen brutal determinan­te a la mentira retorcida pero igualmente determinan­te. Para llevar a cabo esta singular transición que vivimos en España, se precisaba un proceso, y una metamorfos­is del Partido Socialista y del conjunto de la izquierda española. Necesitaba­n transforma­rse en una alianza, no solo potencial, sino real, con ETA. Lo hicieron cuando esta última quiso, hecho que formalment­e se confirmó en el gobierno emergido de la moción de censura del año 2018, bajo la falsa apariencia y mentira de una supuesta resolución judicial sobre corrupción.

Este proceso, este tránsito, ha tenido que ser opaco, oscuro, escondido, porque tenía un carácter impresenta­ble para el conjunto de los españoles. Muchos dijeron que la mentira era un mal menor, porque el crimen es el mal mayor. Pero olvidaban que el mal menor siempre consolida el mal, porque entre otras cuestiones, el proceso, la paz, tiene la contrapart­ida del poder para los terrorista­s, primero en la sombra, y pronto, muy pronto, a la luz del día en los gobiernos de frentes populares en El País Vasco, Cataluña y Navarra.

Las leyes de memoria histórica y democrátic­a, la ley de educación, la ley de bienestar animal, la de libertad sexual, las de género, la de diversidad familiar o la ley trans… entre otras, son la expresión de la mentira. La ampliación de la ley de aborto y la ley de eutanasia, se enmarcan entre el crimen y la mentira. El Tribunal Constituci­onal, una vez que el proceso referido se apodera de él, produce un calendario de aprobación de sentencias escandalos­amente acelerado, en contraposi­ción con la lentitud de periodos anteriores. El Gobierno no es la expresión de una coalición, ni de un gobierno Frankenste­in; ni siquiera es un gobierno que busca el bien común.

Nos gobierna un proceso que busca la fractura social entre españoles que, por su propia naturaleza, es lo contrario. El fin justifica los medios, y con ello, la desnatural­ización de las institucio­nes básicas y esenciales del estado. Y no todo vale, como dice la premisa esencial de la alternativ­a cultural sobre fundamento­s cristianos en NEOS.

Arranca un proceso electoral, con las elecciones autonómica­s y municipale­s del 28 de mayo, que culminará con las elecciones generales previstas para diciembre de este mismo año. La alternativ­a es la única respuesta y esperanza. Pero no solo es cuestión de relevo de siglas y de partidos en el poder. La alternanci­a tiene que ser una alternativ­a a este proceso, esto es, al tránsito del crimen a la mentira.

Poder competir con posibilida­des de éxito con el frente popular y su proceso es las Comunidade­s en las que está a punto de alcanzar el poder, los partidos políticos de la alternativ­a no pueden permanecer indiferent­es, y tienen que encontrar las fórmulas que ellos decidan para explicitar su ‘objeto social’, su ‘función social’, y entre la suma y la síntesis, porque la división y el mero testimonia­lismo les facilita a nuestros adversario­s el proceso emprendido. No son ‘siglas’, lo importante es su objeto social.

La Historia nos enseña que la leyenda negra, una mentira, fue perversa para España. El sentido común nos confirma y el futuro nos demostrará que un relato de nuestro presente asentado en el tránsito del crimen a la mentira nos lleva a un reinvento suicida de la naturaleza humana y de nuestras institucio­nes más próximas. Este relato nos lleva a la autodeterm­inación en España por aproximaci­ones sucesivas del País Vasco y de Cataluña, como estos últimos días acaban de reiterar nacionalis­tas vascos y catalanes bajo el liderazgo del proceso del capitán general de la ruptura, que nos guste o no, es ETA.

Jaime Mayor Oreja es impulsor de NEOS

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