ABC (Sevilla)

Israel cumple 75 años dividido por la gestión de Netanyahu

▶ En el Día de la Independen­cia el primer ministro llama a la unidad nacional

- MIKEL AYESTARAN CORRESPONS­AL EN ESTAMBUL

Israel cumple 75 años y Benjamín Netanyahu dedicó el discurso central de la jornada en recuerdo de los caídos, previa al Día de la Independen­cia, a pedir que «hoy, más que nunca, debemos recordar que somos hermanos». El llamamient­o a la unidad nacional del primer ministro con más tiempo en el cargo de la historia del Estado judío se produce tras semanas de protestas multitudin­arias en contra de su plan de reforma de la Justicia. Pese al temor a que las movilizaci­ones empañaran esta celebració­n tan solemne, finalmente las protestas fueron menores, aunque Netanyahu fue recibido con gritos de «vergüenza» y «vete a casa» en el cementerio del Monte Herzl de Jerusalén.

«Su mayor legado será la división entre israelíes», confesó recienteme­nte a este medio Anshel Pfeffer, columnista del diario ‘Haaretz’ y autor de la biografía ‘Bibi The Turbulent Life and Times of Benjamin Netanyahu’. Es el primer primer ministro nacido tras la formación del Estado judío, el más joven de la historia en alcanzar ese puesto, el primer jefe de Estado en activo que comparece ante la Justicia y el único que ha sido capaz de superar la marca como jefe de Gobierno en activo del mítico David Ben Gurion. Su vida discurre en paralelo a la creación del Estado y es un reflejo del rumbo adoptado por el país.

Dueño de su destino

Los israelíes recordaron a sus 24.213 muertos en guerras y 4.255 víctimas de ataques y en los medios se recuperaro­n las palabras de Ben Gurion el día en el que proclamó «el derecho natural del pueblo judío a ser dueño de su destino» con el establecim­iento de un Estado en la tierra del Israel bíblico.

El problema es que en esta tierra habitaban unos palestinos para quienes el ‘día de la independen­cia’ de los israelíes es una ‘catástrofe’ (‘nakba’). En este 75 aniversari­o, por primera vez, la ONU conmemorar­á la ‘nakba’ tras la resolución aprobada por la Asamblea General para recordar también a los 700.000 palestinos expulsados de sus casas en 1948. Hoy esta comunidad ha crecido hasta superar los 5,4 millones de personas y la resolución 194 del organismo internacio­nal ampara su derecho al retorno, toda una línea roja para Israel.

La existencia del Estado judío está marcada por los conflictos contra los palestinos y sus vecinos árabes. Israel ha sido capaz de ganar guerras como la de 1967, que acabó con la ocupación de los Altos del Golán, Gaza, Cisjordani­a y Jerusalén Este y fue el punto de partida del movimiento colono. En 1973, sirios y egipcios atacaron por sorpresa en pleno Yom Kippur, festividad sagrada para los judíos, pero la respuesta fue contundent­e y en siete días los israelíes acabaron con sus enemigos. Desde entonces los conflictos armados posteriore­s se han librado contra grupos paramilita­res como las facciones palestinas en el Líbano de los ochenta, Hamás en Gaza, o Hizbolá, el Partido de Dios libanés en 2006. El gran enemigo regional que ha ido emergiendo desde 1979 es Irán y los esfuerzos militares del Estado judío en los últimos años se centran en mitigar su amenaza y alejar la posibilida­d de que avancen en un programa nuclear que considera tiene fines militares.

En medio de tanta guerra, en la que el apoyo estadounid­ense ha sido clave, ha habido tiempo de firmar acuerdos de paz con Jordania y Egipto, que siguen vigentes, y otros que son papel mojado, como los Acuerdos de Oslo de 1993, que se presentaro­n como una hoja de ruta para solucionar el conflicto con los palestinos.

Para los palestinos, comunidad formada por 5,4 millones de personas, el Día de la Independen­cia es una ‘catástrofe’ (‘nakba’)

Más recienteme­nte, gracias a la mediación del presidente estadounid­ense Donald Trump, Israel se ha acercado a sus vecinos con nuevos pactos con Emiratos Árabes Unidos (EAU), Baréin y Marruecos, países que han roto el consenso árabe y normalizar­on relaciones sin esperar a resolver la cuestión palestina, por eso las autoridade­s de Ramala los calificaro­n de «puñalada por la espalda».

La paz con Egipto

«En estos 75 años considero que la paz con Egipto fue uno de los momentos clave porque fue un cambio de paradigma, marcó fronteras, fue un principio de moderación y sirvió para acabar con la enemistad con el gran enemigo árabe», considera el analista Ezequiel Kopel, autor de ‘La disputa por el control de Oriente Próximo: Un siglo de conflictos, del Imperio otomano a la actualidad’. Uno de los problemas que observa Kopel pasadas estas siete décadas es que los israelíes «mantienen la negación total del tema palestino, se tapan los ojos y no saben cómo dilucidar que su independen­cia se ha logrado a costa de los derechos de unos palestinos que representa­n a un número similar de población en esa tierra».

El sueño sionista se hizo realidad con la declaració­n de Ben Gurion y 75 años después es el movimiento de los colonos, convertido­s en la tercera fuerza política del país de la mano del ultranacio­nalismo sionista, lidera la expansión de un Israel que sigue sin delimitar unas fronteras que, según su ministro de Economía, Bezalel Smotrich, abarcarían incluso la actual Jordania.

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Ceremonia de recuerdo en el cementerio militar Mount Herzl (Jerusalén) // REUTERS
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