Los impuestos se llevan el 39,5% del salario bruto en España
▶El poder de compra de los sueldos se desplomó un 5,3% en 2022, una de las mayores caídas de toda la OCDE ▶El organismo revela la ineficacia de las medidas del Gobierno para proteger el poder adquisitivo frente a la inflación
De cada diez euros que una empresa española destina a pagar a sus trabajadores cerca de cuatro se los queda el erario público en forma de impuestos o cotizaciones sociales. La incidencia de esta carga fiscal sobre el salario neto que perciben los trabajadores se denomina cuña fiscal, algunos economistas lo ven como un indicador de competitividad y en España se situó en 2022 en el 39,5%, cinco puntos por encima de la media de los países desarrollados, según el informe Taxing Wages de la OCDE, que año tras año analiza la evolución de este indicador.
España se ubica en la banda media alta del listado de la OCDE en cuanto a la carga fiscal que soportan los salarios, aunque por debajo de otras grandes economías europeas como Alemania, Italia o Francia. Sin embargo, desde la llegada del Gobierno de Pedro Sánchez en 2017 esa distancia se ha acortado, ya que mientras la mayoría de las grandes economías han tratado de aligerar su carga fiscal por la pandemia y el ‘shock’ energético, en España la tendencia ha sido la contraria y se han incrementado los impuestos sobre los salarios. El informe de la OCDE no incorpora el impacto de las subidas de cotizaciones de la reforma de las pensiones, que augura más subidas de la cuña fiscal.
Escudo fiscal ineficaz
La resistencia del Gobierno a bajar la carga fiscal sobre los salarios resultó especialmente perjudicial en 2022 en el que, al contrario de lo que ha sucedido en otros países, los impuestos no sirvieron para compensar la pérdida de poder adquisitivo de los salarios en un entorno de elevada inflación.
Según la información difundida ayer por la OCDE, España fue una de las nueve economías desarrolladas donde el desplome del poder adquisitivo superó el 5%, en concreto fue de un 5,3% (ver gráfico). Las medidas fiscales adoptadas por el Gobierno para aliviar las rentas de los trabajadores del golpe de la inflación tuvieron un efecto casi irrelevante en la protección de los salarios reales, que los analistas de la OCDE estiman en un pírrico 0,01%.
La pérdida de poder adquisitivo fue menor en otros países. En Alemania, fue del 3,9%; en Italia, del 2,2%; y en Francia apenas del 0,5%.
En el caso de las familias con hijos la acción gubernamental ni siquiera sirvió para aligerar las cargas fiscales sobre los salarios, que durante al año pasado se elevaron en 0,25 puntos, abundando en una de las distorsiones del sistema español que año tras año la OCDE subraya: la escasa potencia de los beneficios fiscales del marco español hacia las familias.
Las familias, maltratadas
Según la información difundida ayer por el organismo esa subida de la cuña fiscal ha sido generalizada, aunque su incidencia final es diferente en función del nivel de renta y, sobre todo, de la situación familiar del perceptor.
El sistema fiscal español, al menos en comparación con el del resto de países desarrollados, es particularmente dañino para las familias. De hecho, la cuña fiscal en España solo es inferior a la media de los 22 países de la UE que están en la OCDE para los trabajadores sin hijos. El erario público se queda con el 36% del salario bruto de los solteros sin hijos con salarios bajos, frente al 36,8% de la media de las principales economías europeas; con el 39,5% de los solteros que perciben el salario medio (41,2%); y con el 44% de los trabajadores cuya nómina está un 67% por encima del salario medio (frente al 45,7%).
Los trabajadores con hijos, sin embargo, tienen peor trato en términos comparados. La cuña fiscal de un trabajador con un sueldo medio, cuya pareja no trabaja y que tiene dos hijos