ABC (Sevilla)

Datos para todo

Algunos los percibimos como más lejanos y otros que nos cogen de cerca

- IGNACIO MARCOGARDO­QUI

Hay tantas variables económicas y las mediciones se hacen con tanta frecuencia que siempre hay un dato a mano para sustentar sobre él cualquier teoría. Por ejemplo, el crecimient­o. Si mira los datos correspond­ientes a los dos últimos años, deducirá de ello que las cosas van bien, dado que son buenos registros. Por el contrario, si atrasa algo más en el tiempo y se fija en los años anteriores de la pandemia, la conclusión debería ser la contraria, dado que la pandemia nos golpeó con una fuerza inusitada y superior a la que padecieron en el entorno. Luego hay datos que percibimos como más lejanos y otros que nos cogen muy de cerca. No es lo mismo hablar de productivi­dad, que es un concepto muy relevante pero demasiado abstruso como para emocionarn­os, que de salarios reales y capacidad de compra, que son conceptos que nos tocan de cerca y sentimos cada día en nuestro bolsillo.

De ambos hablamos hoy. La productivi­dad evoluciona mal, como señala un informe de Adecco publicado ayer. ¿La culpa? Pues, en su opinión, de la presión fiscal que penaliza la competitiv­idad de las empresas, entre las que casi la mitad tiene un nivel de eficacia nulo o bajo. El dato no conmueve, pero en el largo plazo es fundamenta­l, pues aquí tenemos la mala costumbre de fijar los salarios en base a la evolución de los precios, en el corto plazo, sin considerar a este factor que es quien asegura su sostenibil­idad en el largo.

Y esto sucede en un momento en el que España es el país en el que más han bajado los salarios reales en 2022 de entre todas las grandes economías de la OCDE. Las medidas fiscales adoptadas por el Gobierno han acrecentad­o su popularida­d, algo muy útil en tiempos de elecciones, pero han sido ineficaces para proteger los salarios. Las rebajas fiscales selectivas ignoran al 80% de los asalariado­s y al 80% de los pensionist­as. La carga fiscal apenas ha variado, pero el impacto de los precios ha sido brutal y ha provocado un desplome del 5,3% de los salarios reales.

¿Qué se puede hacer para protegerlo­s? Lo mejor y mas eficiente sería mejorar la productivi­dad, pero eso exige más formación, mayores inversione­s y un cambio de referencia en los salarios. Una terapia tan desagradab­le y tan evitada como la del aceite de ricino.

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