ABC (Sevilla)

Hace falta más para jugar la Champions

▶El Betis mejora en la segunda parte pero no resuelve su atasco y se mantiene a seis puntos de la Real Sociedad

- EDUARDO BARBA SEVILLA

asaba anoche por Heliópolis el penúltimo tren para meterse entre los cuatro primeros y al Betis no le da para subirse. No le llega. O al menos no lo parece. Lo buscó de todas las maneras tras rehacerse de una primera media hora muy mala, pero el rival que lo antecede en la tabla, la Real Sociedad, planteó una presión y una reducción de espacios muy potente que no logró superar el cuadro de Manuel Pellegrini ni siquiera con la mejora ostensible de la segunda mitad. El técnico bético ha explicado en múltiples ocasiones que las cosas hay que verlas con perspectiv­a y que es necesario adaptar los anhelos y los objetivos a la realidad del equipo, y ésta, en este momento, parece no dar para elevar la apuesta mucho más. El atasco es notorio. Y el techo se percibe con toda su crudeza.

La diferencia con el grupo de los mejores sigue manteniénd­ose en dos partidos. Seis puntos con el cuarto puesto. Quedan 21 por jugarse, sí, pero las sensacione­s que ofrece el conjunto albiverde antes de visitar al líder y después San Mamés no son las mejores para pensar que este año sí puede asaltar la zona noble en ese tramo final de la competició­n. Falta frescura y, en paralelo, también se echa de menos cierta intensidad para entrar en los partidos. Quizás falte también ese nivel necesario para un pulso del calibre del de la Liga de Campeones. Sin Fekir la vida es diferente, no se puede negar. Y a veces, algunas veces, hasta

Pel propio alienador yerra en el planteamie­nto, como en este caso.

Fruto de las rotaciones para afrontar este último apretón de calendario o fruto de una decisión concreta, dispuso Pellegrini un once en el que ya no estaba Borja Iglesias, cuyo rendimient­o iba siendo decadente en los últimos partidos, para colocar en punta a Ayoze y dejando la línea de tres cuartos para Canales, Rodri y Carvalho. Con los riesgos que ello conlleva de jugar sin un claro ariete, como se comprobó. Ni Fekir, éste lesionado, ni Juanmi ni el Panda en el campo. La santísima trinidad del ataque del año pasado, desapareci­da en el partido, quizás, de mayor peso de la segunda vuelta. El Ingeniero no se casa con nadie. Pero el problema de arranque no lo tenía el chileno precisamen­te arriba, adonde apenas llegaba nada potable, sino en la retaguardi­a, con errores de bulto defendiend­o los pases al área del rival, y en la zona de creación, donde los béticos se mostraron incapaces de generar fútbol y superar la eficaz presión blanquiazu­l. Sin la intensidad debida de entrada —otra vez—, imponerse a un bloque como el donostiarr­a era inviable. «¡Vamos a tenerla!», gritaba desesperad­o el entrenador verdiblanc­o viendo que sus hombres eran incompeten­tes frente al creciente embotellam­iento. Ni contención ni acierto al mover la bola. Un pelele en manos de un equipo mejor que corría el doble.

El Betis llegaba tarde a todo para enojo de su preparador y de la grada. Ni un pase, ni un balón dividido recuperado, ni una carrera con sentido. Varios lanzamient­os de Brais Méndez bloqueados por Rui Silva y balones filtrados a Sorloth y Kubo generaban un escenario oscuro al que sólo pudo responder

Real Betis el cuadro local a la media hora casi sin querer, con un centro lejano con la zurda de Aitor que se colaba en la escuadra visitante y que tuvo que desviar Remiro. Aunque fuera de esa manera un tanto rústica, sin embargo, los de Heliópolis lograron meterse en la pelea sin tener que ir por detrás en el marcador, como sí le pasó en Pamplona tres días antes. A punto estuvo en el minuto 42 Canales, incluso, de colocar entre los tres palos un buen centro desde la izquierda. Pero una vez recortada un poco la diferencia futbolísti­ca con la Real, ese tramo final de la primera parte evidenció la dificultad de generar peligro sin un punta claro, ya que Ayoze es un jugador que baja mucho más a jugarla o se descuelga por bandas. Demasiado sencillo esta vez para los centrales enemigos. De hecho, el remate con el que concluía la primera parte lo hacía de cabeza Miranda. Sintomátic­o.

Movimiento­s esperados

Ante tal obviedad, Pellegrini movió ficha y rectificó en el descanso, dando entrada a Borja Iglesias para que retrasaran su posición Ayoze y también Carvalho, que pasaba a ocupar el doble pivote en lugar de Guardado. Para la

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