Sin premio
Se diluye el sueño bético de la Champions y de poder sacar pecho en la Feria
l Betis salió como un flan, sin delanteros y sin capacidad para generar peligro. En la segunda parte, Pellegrini dio una sola consigna a sus jugadores: verticalidad. Con Borja Iglesias y Luis Henrique, el Betis creó innumerables ocasiones de gol. Parecía otro equipo: con confianza, velocidad y desborde. Pero en el fútbol no siempre gana quien más lo intenta y merece. El aficionado disfrutó, pero —quien pudo— se fue al recinto ferial con esa sensación que te queda cuando has tirado diez veces con la escopeta en uno de esos puestos de Feria y no has obtenido ningún premio.
La Feria es uno de esos contextos en donde el aficionado del Betis o del Sevilla busca a sus amigos del equipo rival para vacilar orgulloso o, por el contrario, obvia frecuentar las casetas donde puede encontrarse con adversarios, si las circunstancias recomiendan escurrir el bulto. Hace unas jornadas, los béticos se
Elas prometían felices: consideraban muy factible clasificarse para la Champions, mientras el Sevilla se hundía en los últimos puestos. Capi o Ceballos manifestaban, sin tapujos, lo que también pensaban otros hinchas verdiblancos: que se alegrarían si el Sevilla acababa bajando a Segunda.
‘Schadenfreude’ —literalmente, ‘alegría por el daño’— es el nombre alemán por el que se conoce el goce por el infortunio del prójimo. Al parecer es un sentimiento muy extendido que explica, por ejemplo, por qué despiertan tanto interés las noticias televisivas que se hacen eco de la caída en desgracia de tal o cual famoso.
El Betis realizó una soberbia segunda parte, pero no fue capaz de perforar la portería rival. Una sola victoria en los últimos cinco partidos no es para ir por la Feria buscando porfía con algún amigo del otro equipo de la ciudad. Por el contrario, los sevillistas están entre sorprendidos y eufóricos después de que su
El Betis volvió a salir vacilante, pero regaló a la afición una de las mejores segundas partes que se han visto esta temporada en el Benito Villamarín. Solo faltó el gol, que es lo imprescindible, claro. equipo haya remontado el vuelo contra todo pronóstico.
Los éxitos del Sevilla en los últimos años inflaron el ego de sus aficionados y a alguno que otro se le había visto como un pavo real. Esa asimetría fue el caldo de cultivo perfecto para que muchos béticos sintieran que esta temporada había llegado el momento de la ‘vendetta’. Dicha posibilidad se ha disipado. Hay sevillistas, incluso, que no descartan finalizar entre los siete primeros. Y nadie en la ciudad considera ya imposible que el Sevilla se proclame, de nuevo, campeón de la Europa League en una temporada que, hace solo un mes, desataba las burlas de los verdiblancos más aquejados de ‘Schadenfreude’.
Lo mejor para la ciudad
Algún bético argumenta ahora que es mejor para la ciudad tener dos equipos en Primera y, si puede ser, en competiciones europeas. Además, el goce por el dolor ajeno no haría más que delatar el resentimiento que uno alberga. La indiferencia sería una actitud más noble. ‘Veleta’ se llama a quien muda de opinión cuando cambia el viento.
Por mi parte, considero el pique entre las dos hinchadas una muestra más de cómo los sevillanos sabemos convertir cualquier aspecto de la vida en un asunto lúdico con no pocas dosis de guasa. Schopenhauer consideraba la ‘Schadenfreude’ el rasgo más execrable del ser humano: delataba su crueldad. Puede que estuviera en lo cierto si pensamos en tragedias irreparables. Pero conviene no olvidar que el fútbol es un juego y que —aunque haya mucho dinero y poder implicados— su esencia radica en que hoy puedes estar en el Olimpo y mañana en el barro. Igual alguno no lo había aprendido. O se le había olvidado.
Apenas se habla de fútbol en la Feria. Reina la prudencia: aunque el Betis se ha mostrado mucho más solvente este año que su eterno rival, ahora mismo es más fácil adivinar cómo quedará el Euribor en diciembre que saber quiénes serán los últimos en reír al final de temporada.