ABC (Sevilla)

Sonrojo del Madrid en Gerona

▶Solo Vinicius sale indemne de un nefasto partido de los blancos, con Lunin y Militao gravemente señalados. Castellano­s hizo los cuatro goles locales

- RUBÉN CAÑIZARES MADRID Real Madrid

Un martes de finales abril, con 30 grados, a las 19.30 horas, y sin nada en juego. Un partido en Montilivi con estas circunstan­cias no es de los que hacen que el aficionado madridista se invente compromiso­s familiares ni citas médicas para salir antes de tiempo de la oficina. Ya llegará la final de Copa con Osasuna y las semifinale­s de Champions. No toca malgastar energía y voz en batallas ya perdidas. El problema es que lo haga el propio equipo.

Bochornosa derrota bajo la lluvia de Gerona, impropia del escudo blanco, que ayer solo defendió cómo se merece Vinicius, el único que tenía ganas de jugar y competir. Una cosa es haber perdido la Liga en marzo y otra es arrastrars­e en el campo. La última vez que un futbolista le metió cuatro goles al Madrid fue Lewandowsk­i, en abril de 2013, con la camiseta del Borussia Dortmund. Diez años después, el argentino Taty Castellano­s firmó la mejor noche de su carrera.

Impecable victoria del Girona de Míchel, ese entrenador que confiesa abiertamen­te que desea ver al Manchester City meterle mano al Madrid. El Girona es propiedad del mismo grupo y Pep es amigo del técnico vallecano. No es políticame­nte correcto, pero al menos no se salta la ley, especialid­ad de la zona.

Caza a Vinicius

También es costumbre ir de caza a por Vinicius, con la connivenci­a del árbitro. Ayer le tocó a Iglesias Villanueva, que no hizo nada que no hayan hecho antes otros. El colegiado gallego marcó pronto el territorio. Duelos al límite del reglamento y huelga de silbato. El 1-0, materializ­ado tras un grave error de posicionam­iento de los dos centrales blancos, ambos fuera de su zona, nació de la patada número 3.560 que le han dado a Vini esta temporada, sin sanción alguna. Barra libre.

Fue una lambretta ante Arnau, como antes un tarascada de Romeu, y después una entrada terrorífic­a de Santi Bueno, con los tacos acariciand­o el talón de Aquiles de la pierna izquierda del brasileño. ¡Sigan!

Vinicius, desquiciad­o, perdió los nervios, y empezó a discutir hasta consigo mismo. Gestitos de sacudirse el escudo, desafíos a la grada, piques con varios jugadores del Girona y protestas airadas a Iglesias Villanueva, colegiado con menos personalid­ad que un ‘gublin’. Ni cotizaba que Vinicius vería la amarilla antes que los que le cosían patadas. Bingo.

Minutos después de su amonestaci­ón, el gallego enseñó la cartulina a Arnau, tras tirar al suelo a Vini metiéndole en la rodilla y en la cara. Doble trompazo, que sale barato. El brasileño lleva nueve amarillas en la temporada, que son las mismas que suma Benzema en 14 años en el Madrid.

Si somos sinceros, no fue mala primera parte del Madrid, pero atrás jugaron con el cartel de ‘cerrado por vacaciones’. Quién le iba a decir a Ancelotti que su equipo acabaría pagando la ausencia en defensa de Camavinga. El 2-0 también llegó de un grave error de Militao, despistado ante un pelotazo de 40 metros e inocuo en el duelo

Girona con Castellano­s. Tampoco ayudó mucho Lunin, el portero de hielo.

El ucraniano, titular por la baja de última hora de Courtois, con gastroente­ritis, es uno de los jugadores más indescifra­bles que ha pasado por el club en los últimos años. El disparo de Castellano­s se le coló por debajo de la piernas. Es evidente por qué no juega ni en la Copa. Que le den una sotana y que se busque equipo en verano. Por su bien y el del Madrid.

Dos disparos entre palos, que fueron tres nada más comenzar la segunda parte, también con destino la red. El Madrid salió de los vestuarios dos minutos antes que el Girona. ¿Hambre de remontada? Quizás, pero no se puede comer sin cuchillo ni tenedor. Ni siquiera había pasado un minuto de la reanudació­n cuando Couto dejó en evidencia a Nacho, con un simple balón en largo para ver quién corría más, y Taty hizo lo propio, otra vez, con Militao y Rudiger. Remate libre de marca, sin oposición alguna de los centrales blancos, ni el menor atisbo de intimidaci­ón de Lunin. Invisibles.

El cuarto completó el peor partido de Militao como defensa del Madrid. Un corner sacado en corto, lo llevó al área Riquelme. El delantero argenti

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Militao persigue a Castellano­s, héroe local, durante el partido // EFE

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