Mirar abajo, de primero de onanismo
LÍNEA DE FONDO
Fue doloroso para el Sevilla el pisotón del Girona, pero nada que no se alivie con friegas de linimento Sloan
No fue un baño de humildad, que para eso en el banquillo hay un tipo con la modestia recortada para que las postas alcancen a todos, pero sí una buena ducha de realidad con agua helada. La proporcionó el Girona de Michel con las mismas armas que Jorge Sampaoli puso en las cartucheras de la plantilla sevillista, sólo que las del madrileño son de las que hacen pupa y las del argentino eran no ya de fogueo, sino infantiles de las que escupen ventosas. El repaso que el cuadro gerundense le dio de fútbol y eficacia en el primer tiempo fue de aúpa.
Quedará para el anuario el partido del lunes a la luna creciente como la primera derrota de la corta o larga ‘era Mendilibar’. La cercanía del suceso, empero, permite que antes de desembalsar de la memoria los detalles puedan recordarse notas para el optimismo. El equipo reaccionó en el segundo tiempo, compitió hasta el último minuto del descuento y disfrutó de suficientes ocasiones de gol para certificar que nada ha cambiado, a excepción, acaso, de la veleidosa fortuna.
Mañana se comprobará en el Sánchez-Pizjuán y dentro de una semana en Turín, donde hace ahora nueve años el Sevilla conquistó la Tercera. No hará falta verificación alguna, sin embargo, de algunas certezas. Que Dimitrovic es tan bueno con los pies como Bono con las manos, que el Papu da igual que quiera (no siempre quiso) porque no puede, que Bryan es un rayo con pararrayos incorporado, que hacen falta más recursos en ataque que buscar la cabeza de En-Nesyri, porque no siempre puede batir el récord de salto de altura. Fue doloroso el pisotón catalán (tanto como el Jaime Latre en el VAR a Ocampos y a otros el día del Rayo), pero nada que no se alivie con unas friegas de linimento Sloan (’el tío del bigote’, para el recuerdo en sepia), que para algo Mendilibar huele a él desde la última fila de grada alta. Los buenos en el campo, que para eso hay tiempo de sobra de recuperación, y certificar la permanencia es lo juicioso. Mirar arriba cuando lo importante está abajo es incompatible con el onanismo al que se refería el vasco.