El proyecto de la Cartuja contra el calor está parado tras inaugurarlo
▸El espacio bioclimático Cartuja Qanat, que costó cinco millones, abrió en octubre para el acto de presentación y ahora está cerrado y sin uso conocido
Se presentó a finales de octubre, cuando ya no se podía comprobar si verdaderamente sería eficaz contra las altas temperaturas que cada verano registra Sevilla, prometiendo ser la panacea urbana dentro de la «estrategia municipal de lucha contra el cambio climático». Así que este periódico ha querido regresar al Cartuja Qanat, ubicado en la avenida Thomás Alva Edison, en cuanto el calor ha vuelto a reivindicar su protagonismo para verificar aquella idea que capitaneó durante su presentación el alcalde, Antonio Muñoz, y que había costado cinco millones de euros, sufragados con fondos europeos.
Cinco minutos de trayecto a pie separan la Casa de ABC del macroproyecto bioclimático. Los calurosos rayos del sol acompañan por el Camino de los Descubrimientos, por el que además se comprueba la preocupante imagen de basura sin recoger y las deformaciones que las raíces arbóreas han provocado en el pavimento. El Cartuja Qanat deja en su cara oeste la Facultad de Comunicación, y en su cara este, la obsoleta estación de reenvío del telecabina de la Expo 92, que es la mejor metáfora de este efímero proyecto que sólo tuvo dos jornadas de actividad. Desde entonces, poco más se ha conocido del mismo. De hecho, su perfil en redes sociales permanece inoperativo desde el mes de diciembre.
Se escucha el canto de los pájaros y se respira tranquilidad en el entorno de esta «isla atemperada», para la que Antonio Muñoz anunciaba una «bajada de temperatura de en torno a diez grados» que permitiría «disfrutar de sus espacios recuperados, paseando o desarrollando algunas actividades», cuyo modelo energético se trasladaría a otros espacios públicos de la ciudad. La sorpresa llega ahora, siete meses después de aquella multitudinaria inauguración, al encontrar una imagen totalmente distinta: los parterres se han asilvestrado, ha crecido vegetación ribereña junto a las fuentes y el pasto ya es manjar para cualquier piara de ganado. Lo que confirma que verdaderamente se trataba un espacio natural.
Aunque lo más preocupante es la actividad profesional del centro: un lienzo vallado impide su acceso, pero no imposibilita comprobar que dentro no hay un alma y que la suciedad se ha apoderado de los suntuosos anfiteatro y zoco en los que se acomodaron los invitados de aquella inauguración. Las únicas muestras del paso humano son un cubo con una fregona, junto a una sala con luces encendidas. Tras media hora observando, se certifica que no hay nadie, lo que recuerda al clásico recurso de la gente de campo que dejan ropa tendida y luces conectadas para que las miradas ajenas crean que hay habitantes en su interior.
Los socios del proyecto
Los últimos inquilinos que aquí se recuerdan fueron los que participaron en aquellas dos jornadas que inauguró el alcalde de Sevilla, quien estuvo arropado por sus antecesores socialistas Juan Espadas y Alfredo Sánchez Monteseirín, así como acompañado por el secretario general de Investigación e Innovación de la Junta de Andalucía, Pablo Cortés; el rector de la Universidad de Sevilla, Miguel Ángel Castro; y la delegada de Csic, Margarita Paneque; quienes firmaron un convenio para el futuro modelo de gestión del Cartuja Qanat como «socios protectores».
En aquel momento se informó que
El Ayuntamiento señala que en estos meses se han realizado «pruebas continuas» para comprobar los sistemas
El documento de cesión de Emasesa señala que las instalaciones se entregan en «condiciones óptimas de uso»