«Trias depende de Puigdemont, su vuelta sería la del unilateralismo»
▸ El favorito del 28M se desmarca de las «políticas de decrecimiento» y anticoches de Colau
Universo: residentes en Barcelona con derecho a voto.
Cuotas: por sexo, edad y geográfica.
Recogida de la información: entrevista telefónica a teléfonos fijos y móviles (50%).
Tamaño de la muestra:
500 entrevistas.
Error muestral: +/- 4,5%
Fechas del trabajo de campo: del 6 al 9 de mayo.
Candidato del Partido Socialista en Barcelona
zas de una victoria del partido de Puigdemont entre quienes aspiraban a reavivar los rescoldos del ‘procés’.
Las elecciones en Barcelona confirman por otra parte la reconfiguración del espacio de la derecha. Por un lado se produce el desplome de Ciudadanos, que de los 13,2 puntos y seis concejales que logró en 2019 con Manuel Valls se desploma al 2,3% de intención de voto de la periodista Anna Grau, muy lejos del 5% mínimo para lograr representación. Su caudal de voto perdido lo capitalizan el PSC (12%), Trias (13%) y, sobre todo, el PP (24%).
Los populares, tras lograr representación en 2019 con Josep Bou al superar por unas pocas decenas de votos el mínimo requerido, avanzan de manera notable hasta el 9,7% de los sufragios, logrando cuatro concejales con Daniel Sirera como cabeza de cartel y entrando de manera holgada. El experimento de Valents se estrella en Barcelona con un 0,6%, todo lo contrario que Vox, que con Gonzalo de OroPulido como alcaldable logra por primera vez representación con un 6% de intención de voto y entre dos y tres ediles en el pleno. En el otro extremo ideológico, la CUP, como en el pasado mandato, tampoco logra representación, aunque obtiene un 4% de apoyos. El independentismo ( Junts y ERC) se queda pues con apenas 15, 16 ediles a lo sumo, de un pleno de 41.
Suspenso general
El nuevo mapa político en Barcelona –en realidad una leve recomposición del actual escenario– se produce de manera paradójica en un contexto de muchas ganas de cambio en la ciudad, donde un 66,9% de los encuestados consideran positivo que haya un relevo en el gobierno frente a un 19,5% que abogan por la continuidad. El deseo de cambio es paralelo a la valoración negativa que se hace de la gestión del ejecutivo municipal (37,3% mala y 32,9% regular), un suspenso no obstante que se hace extensible también al Gobierno y a la Generalitat. Por lo que respecta a la evolución general de la ciudad, un 60,9% considera que ha empeorado, un 12,1% la ve igual y solo un 24,9% apunta que ha mejorado.
La disputada carrera por hacerse con la alcaldía barcelonesa tiene su reflejo también en el grado de conocimiento y valoración de líderes, con Jaume Collboni y Ernest Maragall con 4,3 de nota, y Ada Colau y Xavier Trias con un 4,2; todos en cualquier caso suspendidos.
—Usted formaba parte del gobierno de Colau hasta hace poco, ¿el elector entiende que sea crítico con ella?
—Los barceloneses saben que cuando hubo un alcalde socialista a Barcelona le fue bien y la ciudad funcionaba. Apelo al electorado progresista y al conjunto, pues para echar a Colau somos la garantía de que las cosas se hagan bien, frente a Xavier Trias, que es lo mismo que votar a Carles Puigdemont.
—¿No es contradictorio salir del gobierno y dejar al resto de concejales del PSC en el mismo?
—Durante dos años, en pandemia, nos dedicamos a salvar vidas, con un gran consenso de todas las fuerzas políticas. Hemos conseguido cosas que sin el PSC la ciudad no las tendría, como el Mobile World Congress, que Colau no lo quería. Es evidente que las coaliciones tienen contradicciones, pero el PSC ha sido un dique de contención de las políticas de decrecimiento de los comunes. Y, efectivamente, salí del gobierno, pero una vez aprobados los presupuestos, por una razón muy sencilla: tengo un proyecto diferente al de Colau.
—¿Trias en el ayuntamiento sería volver al ‘procés’?
—Totalmente. Trias depende de Puigdemont y Laura Borràs. Sería la vuelta del independentismo más duro, el unilateralista. No se puede enviar un mensaje de seguridad jurídica si el candidato depende de Puigdemont.
—Pero usted no descarta pactar con Trias, tras el 28M.
—Lideramos las encuestas. La campaña está siendo un ‘todos contra Collboni’ y esto significa que lo estamos haciendo bien. Quiero ganar claramente y mis tres puntos irrenunciables son el crecimiento económico, la protección de los servicios públicos y el respeto a la Constitución. Este será mi marco de diálogo para ser alcalde.
—¿Barcelona tiene un problema con la ‘okupación’?
—Las ‘okupaciones’, sobre todo las delictivas, son un problema de convivencia en los barrios y en las comunidades de propietarios, por lo que hay que cumplir la ley y tener tolerancia cero con las ‘okupaciones’. Entre la derecha radical, que hace un uso político exagerado del caso, y una parte de la izquierda que minimiza el problema, está el PSC, que reconoce el problema y trata de evitar su cronificación. Propongo una oficina de prevención de la ‘okupación’ que asesore a los propietarios y los vecinos.
—Pero hay un problema con la vivienda, ¿dónde construir?
—Se pueden construir, no en un solo mandato, hasta 70.000 nuevas viviendas, entre públicas y privadas. Hay que poner a disposición la zona norte del barrio 22@, la Zona Franca y la Sagrera Buen Pastor. Pero para esto se necesita la ayuda de la Generalitat. El crecimiento de Barcelona será, en el futuro, por el área metropolitana. Y para eso, hacer más paradas de metro será fundamental.
—El PSC es el responsable de la seguridad en la ciudad. ¿También hay un problema en este ámbito?
—Si la ciudadanía tiene la preocupación sobre este tema, entonces, el alcalde debe dedicarle horas al asunto. No se puede mirar hacia otro lado o minimizar el problema. Es verdad que han bajado un 19% los delitos en Barcelona respecto a hace un par de años.
“«Mis líneas rojas son el crecimiento económico, el servicio público y la Constitución»
Pero si los ciudadanos están preocupados, hay que actuar. Y eso hemos hecho. Hemos ampliado la plantilla de la Guardia Urbana en mil agentes...
—CS, PP y Valents aseguran que en esos mil agentes no cuenta los que se han jubilado; llegan mil, pero se van quinientos...
—Pues lo digo de otra manera: nunca Barcelona había tenido 3.500 agentes de la Guardia Urbana. Estoy muy orgulloso de este refuerzo. Y mi propuesta es recuperar a la policía de barrio, que tenga contacto con los comerciantes, los vecinos... Si soy alcalde, además, los Mossos d’Esquadra tendrán todo el apoyo para luchar contra los delincuentes. Barcelona también necesita más ‘mossos’.
—Se habla de inversiones, gasto, construir viviendas, pero, ¿de dónde saldrá el dinero para todo esto?
—De la actividad económica. La deuda de Barcelona es de las más bajas de España: el 35%. La economía funciona. Y la ciudad recibe millones de los Next Generation. Entre otras cosas, porque me he encargado de reunirme con los ministros e ir a Bruselas, no a Waterloo, donde está Puigdemont, para negociar con Europa. No hará falta subir los impuestos.
—¿Qué hará con el tráfico rodado de la ciudad si es alcalde?
—Barcelona es una ciudad caminable. Hay que potenciar el metro, el transporte más sostenible. Pero no podemos culpabilizar a los que cogen el coche. La transición ecológica, con la que estoy a favor, no puede ser a costa de que se quede gente atrás.