ABC (Sevilla)

Saldos de tiempo, tiempos de saldo

- YOLANDA VALLEJO

COMPLEMENT­O CIRCUNSTAN­CIAL

Eso de los saldos de tiempo que, según el ministerio, generará la plataforma es otra obra de mal gusto

PARECE que el Ministerio de Igualdad anda empeñado en descubrirn­os ahora que existe una brecha enorme en la distribuci­ón del tiempo que empleamos hombres y mujeres en realizar los trabajos llamados domésticos. Como si no lo supiéramos ya, acaba de lanzar una aplicación que pondrá en evidencia que somos nosotras las que más horas dedicamos a la casa, a la cocina y a la crianza de los hijos. Una app que estará operativa en los próximos meses, que ha costado, como todo lo que hace este Gobierno, un dineral y que solo servirá para justificar las fantástica­s políticas que se le ocurren a Pam –también conocida como Ángela Rodríguez, secretaria de Estado de Igualdad– y que tienen menos recorrido que un cacharrito de la feria. Y no lo digo porque la idea me parezca descabella­da –o sí–, lo digo porque si, encima de que tener que atender a los hijos, a los mayores, a las mascotas y la casa –antes, ellos mismos lo llamaban los cuidados y les parecía muy bien, ahora ya no– tenemos que estar pendientes de que una aplicación móvil nos refriegue por la cara el tiempo que empleamos, mal vamos. Cansadas y cabreadas.

Porque eso de los «saldos de tiempo» que, según el ministerio, generará la plataforma es otra broma de mal gusto, por llamarlo de alguna manera educada. «A ver –te dirá la app–, que ya llevas tres horas en la cocina mientras otras personas están tumbadas en el sofá»; o que te diga, «llevas un saldo acumulado de cinco horas, pero no te preocupes que nadie te las va a devolver», así como con un poco de recochineo. Porque ni las horas de sueño perdido se recuperan –esa es otra gran falacia de nuestra socieda– ni el tiempo de más que empleamos en las labores domésticas se nos va a recompensa­r.

Las chicas del ministerio, las creadoras de grandes campañas como ‘El hombre blandengue’ o ‘De esto no se habla’, las ideólogas de los fracasos legislativ­os más vergonzoso­s del gobierno de Pedro Sánchez, ya han pensado que su invento podría funcionar como tricount, splitwise o así –qué guay es todo para ellas– , y que no solo serviría para las familias, sino para «compañeros de piso o de vida», a los que la app pondría la cala colorada no sólo por la carga de trabajo real, sino por la «carga mental» que supone llevar adelante una casa. ¡Qué maravilla! Menos mal que está usted para recordarno­s que para hacer la comida alguien tiene que ir antes a la compra y luego hay que fregar los platos, señora secretaria. Pero no estaría de más que también recordaran, usted y su ministra, que la brecha entre hombres y mujeres no se cierra aplicando los paños calientes del mundo virtual, un mundo al que muchísimas mujeres aún no tienen acceso, sino que las desigualda­des se tienen que combatir en el mundo real, en el del día a día, en la calle, en la escuela, en los trabajos, en ese mundo que a ustedes solo les interesa cuando se acercan las elecciones, cuando se acerca este tiempo en el que hablar sale tan barato, en este tiempo de saldos.

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