Coalsa, más de una década desmontando el 25% del algodón nacional
▸ Fundada en 2009, integra cinco cooperativas sevillanas
y afectaron a los rendimientos medios del algodón, sobre todo al secano.
Aunque aún son previsiones muy prematuras, lo lógico es que se alcancen, aproximadamente, unas 40.000 toneladas. La cifra de una campaña normal es de 200.000 toneladas, «por lo que solo se produciría una quinta parte de lo que se logra en otras campañas».
A todo esto hay que sumar que la campaña algodonera estará marcada, también, por la subida de los costes productivos en el campo, desde los fertilizantes a la energía.
Cabe recordar que los algodoneros vienen cobrando una ayuda acoplada que para la campaña 2022 ascendió a 1.158,63 euros por hectárea, cuando la superficie en Andalucía alcanzó las 52.000 hectáreas. La normativa establece un importe para el pago específico al algodón en España de 1.267,52 euros/hectárea para una superficie básica nacional de 48.000 hectáreas. Si se supera esta superficie, se aplica un recorte proporcional en la cuantía de la ayuda. No obstante, como en esta campaña la superficie del cultivo es menor, la ayuda que cobrarán los agricultores será mayor.
La bajada de la cosecha afectará, además de a los productores, al sector industrial, que con esa baja cosecha no podrá «alimentar» las desmotadoras como se necesitaría.
«No me cabe duda de que las administraciones responderán y ayudarán al sector productor, que puede vivir una situación dramática, pero solicitamos que también lo haga con los industriales». Y es que, como recuerda el presidente de la interprofesional, se trata de un cultivo con una remarcada función social y un papel muy relevante en las comarcas en las que se desarrolla, entre las que destaca el Bajo Guadalquivir.
El sector algodonero ha sabido, durante estos últimos, años, adaptarse a los requisitos europeos de producción integrada, y juega un papel importante en los mercados integrales gracias, también, a la Alianza Europea del Algodón, que ha unido las fuerzas de algodoneros de Grecia y España.
El cultivo del algodón, además de ser eminentemente social, tiene un gran peso cooperativo en Andalucía, que concentra prácticamente toda la superficie algodonera a nivel nacional.
El mejor ejemplo de ello es Coalsa, que agrupa a la mayor parte de cooperativas desmotadoras en la región. Se trata de una empresa constituida en 2009 a través de la unión de seis, ahora cinco, cooperativas sevillanas, que representan el 25% de la producción de algodón nacional y regional.
«La fundación de Coalsa fue una respuesta del sector a la reestructuración que se dio a nivel nacional, donde las 27 desmotadoras se unificaron hasta quedarse en tan solo ocho», explica Enrique González, gerente de Coalsa.
En concreto, las cooperativas que la conforman actualmente son Coeseagro (Écija), Productores del Campo, de Alcalá del Río, SCA Las Palmeras (El Trobal-Los Palacios), Cooperativa Las Marismas, de Lebrija, y Agroquivir, de Utrera.
La amplitud de zonas que abarca, que va desde el norte, con Écija, hasta Las Marismas, hace que Coalsa pueda mantener, más o menos, estable el algodón desmotado cada campaña, ya que dichas zonas tienen diferencias climáticas considerables y, entre unas y otras, compensan los años malos.
El pasado año, cuando la producción nacional fue de 123.500 millones de kilos de algodón, Coalsa recogió, aproximadamente, 36,5 millones de kilos, según detalla su gerente.
Apuesta por la innovación
La innovación forma parte, también, del ADN de Coalsa. Prueba de ello es el acuerdo firmado con el Instituto de Formación Agraria y Pesquera, Ifapa, durante los últimos seis años, que se ha pausado de cara a esta campaña por la incertidumbre que provoca la sequía, pero que es de vital importancia para el avance del sector algodonero andaluz.
El proyecto ‘Mejora del conocimiento de la adaptación agroclimática de variedades de algodón en Andalucía’ busca averiguar cuáles son las variedades más óptimas, en cuanto a calidad y productividad, para que los algodoneros alcancen cotas más altas de productividad.
En concreto, Ifapa y Coalsa han estado evaluando la adaptación de las distintas variedades al suelo y clima de la región, así como su susceptibilidad a enfermedades foliares. Igualmente, se han centrado en analizar el potencial productivo y los niveles de calidad de las fibras más cultivadas, así como de nuevas variedades.
En esta campaña, el proyecto se ha parado, pues hay incertidumbre sobre qué zonas se podrán regar o no por la grave sequía, por lo que los ensayos no serían efectivos, según explica Enrique González.