ABC (Sevilla)

El sacramento de los toreros El novillero Marcos Linares tomó el pasado domingo en la Maestranza su ‘ bautismo de sangre’

- POR JESÚS BAYORT

Tiene también el toreo claramente codificado­s sus paganos sacramento­s: la alternativ­a, la confirmaci­ón, la consagraci­ón, la comunión –cuando se alcanza esa fusión inesperada con el toro en una faena señera– y, entre medias, sin un orden establecid­o, el bautismo (de sangre), que es el que recibió el pasado domingo el novillero Marcos Jesús Martínez Martínez, que comparte apellido con el que fuera su paisano Sebastián Palomo, y también apodo: Linares.

Hace justo una semana –lunes, 15 de abril– recibía una de las peores noticias de su carrera: se le había producido un trombo en la arteria femoral que le obligaba a pasar con urgencia nuevamente por el quirófano. Para él, lo trágico de la noticia no era la herida, sino la confirmaci­ón de que dos días después no podría hacer su heroica pretensión de debutar en la plaza monumental de Las Ventas. Estaba anunciado en San Isidro y llevaba tres meses preparándo­se para la cita. No es que obviara a la Maestranza, es que el festejo sevillano llegó ‘por casualidad’ al lograr uno de los tres puestos de la final del Circuito de Novilladas de Andalucía, del que a la postre resultó triunfador. Por ese motivo, en su cabeza sólo rondaba Madrid.

Unas horas antes de que los doctores Octavio Mulet y Francisco Diéguez le dieran el alta hospitalar­ia recibió a ABC en la habitación 101 de la clínica Viamed Santa Ángela de la Cruz de Sevilla, donde se había colgado el particular cartel de ‘No hay billetes’ entre amigos y familiares que lo arropaban. Se le veía animado, con buen aspecto, aunque excesivame­nte flaco. Explicaba que, pese a la gravedad de la cornada, su felicidad fue «enorme» tras conocerse triunfador del único y principal serial para los novilleros con picadores de la región andaluza. «Me enteré por teléfono cuando la ambulancia acababa de traerme tras la operación en la Maestranza. Hasta se me pasó el dolor tan fuerte que traía en la pierna».

De esa satisfacci­ón pasó al llanto en cuestión de horas: «Estaba convencido que podría reaparecer en Madrid, porque la cornada no era grave, pero cuando encontraro­n el trombo… Fue una gran impotencia, sentí cómo aquellas palabras esfumaron tres meses de trabajo e intensa preparació­n». Visto con perspectiv­a, incluso pudo sentirse afortunado de no pisar el ruedo venteño tras el mal juego que ofrecieron los novillos de la ganadería ‘santacolom­eña’ de Los Maños. Pero él no lo vio de esa manera: «Me da igual cómo saliera, torear en Madrid era mi sueño e iba mentalizad­o para resolver cualquier tipo de complicaci­ón que planteasen los toros. Siempre me han dicho que no sea uno más, y al ‘medio toro’ es al que hay que cortarle las orejas, toreando bien y con pureza, si uno quiere ser figura del toreo». Son las tres palabras que más repitió durante la hora de conversaci­ón: figura del toreo, acompañada­s de «quiero ser».

Recuerda perfectame­nte cómo sucedió el aparatoso percance del pasado domingo, desde que lo levantaron el pitón hasta la «extraña» sensación de «calor» que se apoderó de su pierna derecha, que así se contó en la crónica del momento: «Le echó la muleta a los bajos del hocico, esperó a que humillara y entonces trató de pasar. Demasiadas opciones para un novillo distraído –con dos tremendas puntas colocadas en la dirección del torero–, que en cuanto estuvo dos segundos humillado levantó la cara y se encontró con su femoral». Logró la perfección en la colocación de la espada, aunque «del impacto sólo encontré la empuñadura como sitio al que agarrarme» y se la trajo consigo. La oreja hubiera caído con rotundidad.

No sabe cuándo podrá reaparecer. Los médicos le han insistido en evitar que las prisas estropeen todo lo que logre avanzar en las próximas semanas, aunque en diez días ya podrá retomar la actividad física. Por su cabeza, eso sí, ronda el jueves, día 22 de junio, donde sí estaba anunciado desde un principio en la Plaza de Toros de la Maestranza para lidiar un encierro de Albarreal. Si consigue estar, seguro que Sevilla se lo reconocerá. Que tenga suerte.

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Linares ha estado cinco días ingresado en una clínica de Sevilla // RAÚL DOBLADO
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