Muere Alberto Gallardo, el capataz con olor «a canela y clavo»
▸ Estuvo más de veinte años al frente de la Virgen de las Angustias de los Gitanos
Ayer murió en Sevilla el capataz que olía «a canela y clavo», Alberto Gallardo. Lo hizo cuando ya encaraba los noventa años. Se apagó para siempre la voz de los mandos que durante más de veinte años se escucharon delante del paso de palio de la Virgen de las Angustias de los Gitanos, del que se retiró en 2005.
Nació el 5 de abril de 1934 en el número 11 de la calle Sol. Dieciséis años despues se iniciaba su andadura como costalero. Corría la década de los cincuenta. Se ponía a las órdenes de Alfonso Borrero Pavón. Formó parte de las cuadrillas de históricos capataces como Rafael Ariza Aguirre, Manuel Bejarano Rubio y Manuel López Díaz.
Pronto cambiaría el costal y las zapatillas por el terno negro. Sus primeros trabajos como capataz los hizo como segundo de Manuel López en Las Aguas, El Buen Fin, El Valle, Los Gitanos y El Santo Entierro y en la Pastora de Cantillana, cuadrillas de las que acabaría haciéndose cargo tras retirarse López. Fue el creador de las cuadrillas de hermanos costaleros de Las Aguas, El Valle, El Buen Fin y Los Gitanos.
Pero su nombre, sobre todo su voz, estará siempre especialmente ligado al palio de la Virgen de las Angustias de los Gitanos, que dirigió como capataz principal durante más de veinte años. Para la historia queda su «cariñosa» y «gitana» manera de mandar a los costaleros. Este capataz poeta siempre será recordado por sus «oles» a los que «huelen a canela y clavo», sobre todo las mañanas del Viernes Santo en la delantera del palio de su virgen. Era su forma de espolear a sus hombres del costal cuando las horas de esfuerzo hacían mella. Así lo recordaba Félix Machuca en su ‘Reloj de Arena’ a este insigne capataz de la Semana Santa de Sevilla: «Alberto Gallardo ha sido el patriarca de los soles y las lunas que veneran los gitanos, los cuchichí y los gachó».
Era «hijo de padre cien por cien calorro y sobrado de compás. Y de una madre trianera, con garganta de oro, a la que le ayudaba a cantar saetas leyéndole la letra que llevaba escrita en un papel». Nunca quiso estudiar. Fue monaguillo de San Roque, cantó como un ángel de Machín en su coro y lució las dalmáticas de los Negritos en sus semanas santas más nuevas. Esas mismas dalmáticas que también paseó con San Benito. Habiéndose criado en la Puerta Osario, Alberto Gallardo, en vez de tirar para San Román, creció en el entorno de San Roque, Los Negritos y San Benito, como recordaba Machuca.
En su currículo figura que trabajó y aprendió en el mundo del costal a las órdenes de Alfonso Borrero y con Manolo Bejarano ‘El Tarila’. Un año estuvo en la academia costalera de Ariza ‘El viejo’. Fue costalero del Cristo de la Sangre de San Benito en su primera estación de penitencia.
La Esperanza de Triana era otra de sus devociones más intensas. Para el recuerdo quedara una de sus últimas ‘levantá’ a la Esperanza en el Baratillo.
Como capataz de la Virgen de Guadalupe de las Aguas guardaba una preciosa vivencia. Había enseñado a la primera cuadrilla de costaleros. Los chavales, con más corazón que fuerzas, empezaron a quebrarse a la salida de la Catedral. Gallardo lo vio, se quitó la corbata y la chaqueta y se metió bajo el paso. Era como el general que pelea junto a sus soldados.
Según describía Machuca, «Alberto siempre fue muy de su gente, un líder para los de la alpargata y el costal». Una de sus últimas salidas como costalero
Gallardo, que falleció ayer a los 89 años de edad, fue costalero de muchas cofradías, capataz de otras tantas, y ...boxeador
fue con La Mortaja con Alfonso Borrero al martillo.
Alberto Gallardo, padre de la periodista cofrade Irene Gallardo, también fue boxeador. Formado en la vieja escuela de la lucha libre americana con gente como el Tagua y Benito Galán, estaba sobrado de fibras, músculo y cintura. Fue campeón de Andalucía y recorrió medio mundo como luchador. Fue nombrado hermano de honor y capataz honorario de los Gitanos, que le colocó una placa en la calle Artemisa, donde vivió de niño.