ABC (Sevilla)

LA ‘REVOLUCIÓN’ DOMÉSTICA DE DÍAZ

El decreto sobre trabajo doméstico que prepara la vicepresid­enta iguala a las familias con las empresas, obligándol­as a cumplir protocolos de riesgo laboral, igualdad y contra el acoso

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LA vicepresid­enta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, planea llevar al Consejo de Ministros un real decreto que revolucion­ará la situación de los trabajador­es del hogar en el seno de las familias españolas. La intención de Díaz es tratar a los hogares como si realmente fueran empresas, planteándo­les nuevas exigencias regulatori­as que supondrán costes adicionale­s, cuando no de carácter económico, sí en términos de tiempo y atención. Según el texto al que ha accedido ABC, las políticas de prevención de riesgos laborales y los protocolos de igualdad y contra el acoso sexual, habituales en las empresas, se extenderán también al trabajo en el hogar, como si este fuera un entorno inseguro y lleno de riesgos, y no el lugar en el que hacen su vida cotidiana la mayoría de los españoles.

Con la nueva normativa, las personas que contraten ayuda doméstica tendrán que realizar una evaluación inicial de los riesgos de seguridad y salud que los hogares plantean a los trabajador­es. También deberán hacerse cargo de la formación de sus empleados no sólo en sus tareas propias, sino también en la prevención de riesgos, «compensánd­oles con tiempo de descanso» si fuera necesario. En el caso de que existan riesgos excepciona­les, los empleadore­s deberán costear la formación especializ­ada. Cada tres años, los trabajador­es tendrán derecho a un chequeo médico que será único aunque trabajen en varias casas y que sólo se realizará con la conformida­d del trabajador. El decreto contempla medidas para garantizar «el derecho a la igualdad de trato entre mujeres y hombres», además de protocolos contra la violencia y el acoso «por razón de sexos, identidad, expresión de genero, así como orientació­n sexual». La población tendrá un plazo de diez meses para adaptarse a la nueva normativa.

Se da la circunstan­cia de que la multiplica­ción de los costes que han debido afrontar las familias que acuden al trabajo doméstico ha hecho que la afiliación a la Seguridad Social de estos trabajador­es se encuentre en mínimos de la última década. Los trabajador­es del hogar fueron incluidos en el régimen general de la Seguridad Social en 2012. Si en 2015 se alcanzaron los 428.600 afiliados, en 2013 sólo fueron 372.117, lo que significa que se han perdido más de 55.000 cotizantes. Esta caída es un indicador del crecimient­o de la informalid­ad en el sector, donde muchas personas prefieren pagar o cobrar en negro, aunque también se contempla la posibilida­d de que muchos de ellos hayan migrado al régimen de cuidadores no profesiona­les de personas dependient­es dado que el Estado volvió a cotizar por ellos. El trabajo doméstico, además, como afirma el mismo proyecto, es un colectivo «altamente feminizado», compuesto en un 95 por ciento por mujeres.

El proyecto patrocinad­o por Yolanda Díaz es un buen ejemplo de cómo una determinad­a mirada ideológica puede terminar alienando a la política y separándol­a de la realidad social sobre la cual actúa. Este es un error muy habitual en la izquierda que con este Gobierno ha impulsado normas como la ley del ‘sólo sí es sí’, cuyo efecto inmediato fue la reducción de condena para más de un millar de agresores sexuales y la libertad inmediata para más de un centenar. Ya no se trata sólo de la hiperregul­ación, cuyo efecto suele ser contrario al buscado, desembocan­do en una mayor desprotecc­ión de los grupos a los que se quiere favorecer y una anomia social que debilita el cumplimien­to de las leyes, sino de un intervenci­onismo que desconoce cómo funcionan los hogares españoles.

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