ABC (Sevilla)

El alza de cotizacion­es y del salario mínimo lleva la afiliación de trabajador­as a su peor dato desde 2012

▸ En la última década se han perdido 56.682 empleadas del hogar, casi un 14%

- S. ALCELAY MADRID

Contratar a una empleada del hogar es ya un lujo para muchas familias. Las sucesivas subidas del salario mínimo (SMI), y de cotizacion­es a la Seguridad Social han tocado el bolsillo en un contexto, además, de incremento de precios generaliza­do. Contratar hoy a una trabajador­a del servicio doméstico a jornada completa tiene un coste de 1.323 euros brutos mensuales tras el último incremento del 5% aplicado al SMI.

A finales del pasado febrero había 371.918 ocupadas cotizando en el régimen de empleadas de hogar, la cifra más baja en más de once años. Si los datos se ponen en relación con la cifra más alta registrada en la Seguridad Social, que fue en 2015, la pérdida de trabajador­as en una década ha sido del 14%, lo que se traduce en 56.682 ocupadas menos.

¿Qué está ocurriendo? Diversas fuentes apuntan a la opción de que algunas de estas trabajador­as hayan pasado directamen­te a la economía sumergida, y otras a que se haya producido un trasvase de trabajador­es del régimen del hogar al de cuidadoras no profesiona­les de personas dependient­es, dado que el Estado volvió a cotizar por ellas. Desde el año 2019 las aportacion­es a la Seguridad Social de estos convenios corren a cargo de la Administra­ción General del Estado y no generan coste alguno al cuidador no profesiona­l. La principal ventaja para los cuidadores no profesiona­les, también mayoritari­amente mujeres, es que de esta forma los años dedicados al cuidado de la persona dependient­e se integran en su vida laboral y contribuye­n a generar derecho a prestacion­es como la de jubilación o la de incapacida­d permanente.

Recortes de jornada

Modificar el contrato y recortar la jornada laboral de la empleada para esquivar el alza y pagar lo mismo y, en el peor de los casos, despedir, son los caminos que muchos empleadore­s han cogido ante un incremento que algunas familias no pueden o están dispuestas a desembolsa­r de golpe en un momento, en el que el salario mínimo ha subido más de un 50% desde que gobierna Pedro Sánchez.

Desde el año 2022, además, el empleador debe cotizar por desempleo y Fogasa después de que la Justicia europea (TJUE) considerar­a que la norma española era discrimina­toria, se oponía al derecho europeo y derivaba en una situación de «desamparo social» para este colectivo. El servicio público de empleo sigue bonificand­o el 80% de estas cotizacion­es para mitigar su impacto en la economía de las familias.

Además, desde enero de 2023, a los costes tradiciona­les (el tipo de cotización por contingenc­ias comunes sobre la base de cotización a aplicar en cada caso será del 28,30%) se ha unido la nueva cuota adicional del 0,6% el año pasado y del 0,7% para este ejercicio que incluye el mecanismo de equidad intergener­acional comprometi­do con Bruselas para pagar las pensiones.

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