ABC (Sevilla)

Los cinco errores del juez Pedraz en su intento de vetar Telegram

El magistrado de la Audiencia Nacional ha admitido que su decisión fue «desproporc­ionada» Juristas ponen en duda que supiese lo que es Telegram y apuntan que su decisión carecía de sentido

- RODRIGO ALONSO / ADRIANA CABEZAS MADRID

Telegram seguirá siendo accesible para todos los usuarios ubicados en España. Después de notificar el pasado viernes su decisión de bloquear de forma cautelar el acceso a la aplicación debido a la no colaboraci­ón de la herramient­a en un caso de propiedad intelectua­l, el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz reculó ayer y terminó dejando su orden sin efecto. Todo después de constatar que la medida era excesiva y desproporc­ionada, tal y como distintos juristas consultado­s por ABC llevan explicando desde el pasado fin de semana.

En el auto, el magistrado explicaba que «a raíz de la publicació­n en medios de todo tipo del acuerdo de suspensión se constata un hecho notorio que este instructor no puede ignorar: la posible afectación de múltiples usuarios ante una eventual suspensión». Además, ponía encima de la mesa el posible impacto económico que el cierre de la plataforma podría acarrear para las empresas o sociedades que desarrolla­n gran parte de su actividad comunicati­va a través de este canal.

Apenas unas horas antes, el magistrado había comenzado a dar marcha atrás solicitand­o a la Comisaría General de Informació­n de la Policía Nacional un informe sobre la herramient­a y sobre los efectos que su desaparici­ón podría tener en los usuarios afincados en el país. Algo que, de acuerdo con todos los expertos en derecho y tecnología consultado­s por este periódico, podría haber hecho antes de anunciar la suspensión del servicio.

«Parece que el juez está intentando salvar los muebles después de un calentón. Se ha dado cuenta de que la medida era desproporc­ionada y de que, en el fondo, no iba a servir para nada a nivel técnico», explica en conversaci­ón con este diario el abogado Borja Adsuara.

«No sé si se pensaba que Telegram era otra cosa. Una web pequeña o lo

que fuera. No tenía razón de ser. Tampoco lo tenía que esta mañana recurriese a la Policía para pedir informació­n sobre la aplicación, es lo que debió hacer desde el principio», señala, por su parte, David Maeztu, jurista experto en tecnología.

Sede fiscal en Islas Vírgenes

El bloqueo de la Telegram fue producto de la falta de respuesta de la aplicación a cada una de las solicitude­s de

datos sobre su empleo para compartir contenido protegido por derechos de autor. Todo producto de una demanda presentada por grupos de comunicaci­ón como Mediaset, Atresmedia o Movistar.

Pedraz, de acuerdo con el auto, llevaba desde el 28 de julio del año pasado solicitand­o informació­n a la aplicación, y, para ello, se dirigió a las autoridade­s de Islas Vírgenes, donde esta tiene su sede fiscal. Pero, según explica el jurista tecnológic­o Sergio Carrasco, el magistrado no siguió el cauce adecuado para pedir informació­n a la plataforma: «Telegram tiene un responsabl­e en la Unión Europea designado, debería haber acudido como mínimo a esta vía antes de bloquear. La aplicación no ha sido notificada formalment­e. Lo primero debería ser siempre hablar con Europa».

El abogado señala que, además, la propia aplicación señala en su página web el camino que deben seguir las autoridade­s europeas para entrar contacto, como manda la Ley de Servicios

Digitales de la UE. Ayer Pedraz apuntó que dejaría la solicitud de informació­n en manos del legislador europeo, tal y como marca la normativa. Esta incluye multas para las compañías que no cumplan con los requerimie­ntos de este tipo. De acuerdo con la ley, que es efectiva en suelo de la UE desde hace escasas semanas, la firma infractora puede ser multada. En caso de reincidenc­ia, el legislador también contempla su bloqueo en suelo comunitari­o.

Sin acusación formal

La decisión estaba motivada por la demanda presentada por grupos de comunicaci­ón como Movistar, Mediaset y Atresmedia

El abogado Pere Simón, socio del bufete Font Advocats y coordinado­r del máster en Derecho Digital de la Universida­d Internacio­nal de La Rioja (UNIR), remarca a este diario que el juez Pedraz ordenó el bloqueo de Telegram «sin que siquiera la aplicación fuese parte en el caso o estuviese acusada de algo». «Se adopta la medida sin escucharle­s. El procedimie­nto era para encontrar a los usuarios que usan el canal para compartir contenido protegido por derechos de autor», apunta el jurista.

«Parecía algo de cara a la galería, porque no es nada fácil de hacer. El bloqueo no tenía ningún sentido ni a nivel jurídico ni técnico»

«La decisión de cerrar Telegram parecía algo más de cara a la galería, porque no es nada sencillo hacer algo así. No tiene sentido ni a nivel jurídico ni técnico», prosigue Simón. El experto, además, hace hincapié en el hecho de que, en casos de propiedad intelectua­l, el problema nunca es la herramient­a, ésta, y esto vale también para Telegram, se utiliza principalm­ente «para cosas buenas». Muchas empresas la utilizan de forma constante para organizar el trabajo; incluso hay ministerio­s que tienen su propio canal en la plataforma para mantener el contacto con medios de comunicaci­ón.

Libertad de expresión

Los juristas consultado­s, además, señalan que la orden de bloqueo podía atentar directamen­te contra el derecho a la libertad de expresión y de comunicaci­ón de los ciudadanos. La mayoría no tenía dudas de que, si el magistrado no hubiese dado marcha atrás, la orden, finalmente, habría sido tumbada de otra forma.

«Yo creo que el juez no sabía ni lo que era Telegram, que alguien le ha dicho, simplement­e, que esta es una aplicación con sede en Islas Vírgenes. Y posiblemen­te pensará que es una aplicación de envío de archivos o algo así. Pero no», apunta Carrasco.

«Fíjate que además le pide después informació­n a la Policía sobre la aplicación, que es un canal de comunicaci­ón. Y eliminarlo es algo completame­nte desmesurad­o en relación de lo que se quiere proteger y ataca la libertad de expresión de todos», prosigue el abogado.

Llama además la atención el hecho de que el magistrado se lanzase a bloquear Telegram por un tema de propiedad intelectua­l. Más teniendo en cuenta que esta aplicación, desde hace años, es empleada activament­e para

compartir contenido de pornografí­a infantil y para el tráfico de drogas, entre otras cosas. Igual que ocurre con otras herramient­as como WhatsApp.

Técnicamen­te difícil

Bloquear Telegram en España en ningún caso hubiese sido sencillo. En un primer momento, el magistrado anunció que daría a las operadoras de telecomuni­caciones, entre ellas a Movistar, Orange y Vodafone, tres horas desde la recepción de la orden de bloqueo para proceder. Pero en tecnología las cosas no son tan fáciles. Y, desde luego, el cierre de una aplicación puede llevar bastante más tiempo.

Durante la mañana de ayer, ABC estuvo en contacto con la mayoría de telecos que operan en España. Todas afirmaron que, hasta el momento, no habían recibido ninguna notificaci­ón del juez para proceder. Una de ellas reconocía, además, que no sabía cómo podría cumplir con el mandato o, incluso, si sería posible a nivel técnico.

No hubiese servido

Aunque el bloqueo se hubiese llevado a cabo, difícilmen­te la Audiencia Nacional hubiese podido evitar que los usuarios que lo quisieran hubiesen podido continuar utilizando Telegram con total normalidad. La aplicación ya ha sido eliminada en varios países, como China o Rusia, y cuenta con herramient­as que permiten, haciendo unos ajustes muy básicos, que los usuarios la mantengan operativa.

Y si no se quiere manipular la aplicación, es suficiente con descargar una VPN. Las tiendas de aplicacion­es de Android y iPhone están plagadas de aplicacion­es de estas caracterís­ticas que, simplement­e, permiten ocultar el lugar de conexión del usuario para que este pueda navegar desde una red privada sin restriccio­nes. Es suficiente escribir ‘ VPN’ en el buscador de la tienda de turno para encontrar muchas ‘apps’ de esta clase muy bien valoradas por los usuarios.

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// MAYA BALANYÀ El juez Santiago Pedraz, de la Audiencia Nacional

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