ABC (Sevilla)

Descubrien­do a Martín Recalde

Es la hora de los nietos de las víctimas de ETA. Su mensaje es esencial para mantener en pie la democracia. Ellos son la memoria. Escuchémos­les

- JUAN FERNÁNDEZ-MIRANDA

DESCUBRO en Twitter a Martín Recalde Carballido. Es nieto de José Ramón Recalde, que sobrevivió de milagro a un atentado de ETA en 2000: un terrorista le disparó a bocajarro, pero afortunada­mente erró. Desde entonces y durante décadas la familia Recalde tuvo que convivir con la amenaza etarra.

Descubro a Martín por un tuit en el que responde a alguien que compara una imagen de Txapote sonriente y desafiante en la Audiencia Nacional con las fotos de los cuatro detenidos esta semana por el atentado de Rusia; salta a la vista que han sido torturados. Ese tuitero anónimo no dice nada, pero al comparar lo está diciendo todo: «Terrorista­s en Rusia, terrorista­s en España». Y el joven Recalde le espeta lo siguiente: «Personalme­nte, odiando a Txapote, me alegro que a los que dispararon a mi abuelo se les sometiera a un juicio justo con todas las garantías. Solo así fueron justos los 19 años de cárcel que le cayeron a él y a los demás del comando».

El joven Recalde toca una tecla profunda que nos lleva a la esencia misma de nuestra democracia, de la que las víctimas son el principal referente moral: porque no se tomaron la justicia por su mano y porque supieron resguardec­erse del terror con el único argumento de los valores democrátic­os. No debió ser fácil, menos aún antes del despertar cívico que se visualizó en julio de 1997 tras el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. Lo dijo el Rey hace quince días en el homenaje a las víctimas en el vigésimo aniversari­o del 11-M: «Son una referencia ética en nuestros sistemas democrátic­os y de valores humanos. Simbolizan la permanente necesidad y compromiso de defensa de la libertad y del Estado de derecho».

Descubro a Martín porque una jauría le ataca con argumentos como este: «Asesinan a tu abuelo y tú contento con que los asesinos pasen 19 años en un motel con cuatro comidas al día. Tu pobre abuelo debe estar retorciénd­ose en la tumba». Pero Martín se mantiene firme, dentro de los márgenes de la democracia, en el centro de la misma, enfrentánd­ose a los que viven extramuros. Los que hoy le atacan protegidos por el anonimato de las redes pueden darse por derrotados. Al joven Martín le viene de sangre esto de no amilanarse: su abuela, María Teresa Castells, fundo la librería Lagun de San Sebastián, símbolo de resistenci­a al totalitari­smo.

Martín es un estudiante de Derecho y Ciencias Políticas en la UAM y se define de izquierdas, de esa izquierda que emparenta con el PSOE de siempre y que rechaza «día sí y día también a los connivente­s con el nacionalis­mo». De esa izquierda española que no entiende que haya que acercarse a Bildu.

Descubrien­do a Martín me acuerdo de esa portada que ABC dedicó a Fernando Múgica, nieto del socialista asesinado, y a Paula Baena, nieta del militar Jesús Velasco, también ejecutado. Son los nietos de las víctimas, una nueva generación que debe mantener vivo el mensaje de sus abuelos. Ellos representa­n la memoria. Escuchémos­les.

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