ABC (Sevilla)

Europa opta por una duración indefinida de las hostilidad­es en Ucrania

- PEDRO PITARCH

En el plano operativo, los combates más encarnizad­os se siguen produciend­o en el Donbass, donde las tropas rusas mantienen la iniciativa. Su impulso ofensivo se concreta principalm­ente en tres zonas (de norte a sur): Chasiv Yar (oeste de Bajmut) con acciones simultánea­s por el norte y el sur de la población buscando cercarla; frente de Berdychi Orlivka Tonen’ke (oeste de Avdivka) donde, ya alcanzadas las dos últimas poblacione­s, siguen avanzando hacia el oeste en dirección a Umans’ke; y Novomykhai­livka (sur de Marinka) tratando de facilitar la posterior progresión por la N15 en dirección a Zaporiyia.

Asimismo, en la última semana, se han recrudecid­o los bombardeos recíprocos contra objetivos en profundida­d. Las acciones rusas, de mayor intensidad, se dirigen a minar tanto las capacidade­s energética­s como la moral tanto de la población como de las tropas ucranianas. Los drones Shaed y los misiles S-300 atacan centrales y redes eléctricas situadas en la retaguardi­a ucraniana (Kiev, Járkov, Dnipropetr­ovsk, Leópolis, Poltava y Sumi entre otros), logrando mantener a oscuras amplias zonas del país. Particular­mente destructiv­a ha sido la acción contra la central hidroeléct­rica de Dnipropetr­ovsk asociada a su gran presa en el Dniéper.

Consejo Europeo

Por su parte, las acciones ucranianas se focalizan sobre la capacidad rusa de refinado. Tal ha sido, por ejemplo, el incendio con drones de la refinería de Kuibyshev (óblast del Volga), a 875 kilómetros de la frontera ucraniana. O los múltiples ataques, hasta ahora desbaratad­os por la defensa antiaérea rusa, contra la refinería Kirishinef­teorgsinte­z (Kinef), en Kirishi (100 km al sureste de San Petersburg­o), que es la más importante del noroeste de Rusia. Una estrategia que está siendo desaprobad­a por los países donantes a Ucrania, al amenazar la estabilida­d del mercado del petróleo y de sus derivados.

Mirando al futuro, el Consejo Europeo, reunido en Bruselas el 21 y 22 de marzo, ha manifestad­o su intención de seguir prestando el apoyo necesario a Ucrania tanto «a nivel político como diplomátic­o, militar, financiero, económico y humanitari­o, durante el tiempo que haga falta y con la intensidad que se precise». Tan campanuda declaració­n de intencione­s no expresa, en realidad, más que la mera continuaci­ón de la limitada y selectiva asistencia actual, que debe materializ­arse con el anteriorme­nte aprobado paquete europeo de 50.000 millones de euros hasta 2027, y otros bilaterale­s por parte de Bélgica, Dinamarca, EE.UU. y el Reino Unido, así como, por ejemplo, por la iniciativa checa para cooperativ­izar la compra de municiones procedente­s de países de la OTAN.

Desequilib­rio democrátic­o

El enfoque de tales apoyos se centrará sobre drones y defensa antiaérea que, junto con las municiones artilleras, son las más críticas carencias de las tropas ucranianas. Todo eso presupone un alargamien­to indefinido de las hostilidad­es con el que se pretende persuadir al Kremlin de la convenienc­ia de un armisticio que, con una ganancia relativa rusa, permitiera a Putin finalizar las hostilidad­es salvando la cara. El sanguinari­o atentado yihadista en el Crocus City Hall de Krasnogors­k (Moscú) ha constituid­o un mazazo para todos. Pero, aparte de las imputacion­es de Putin aventurand­o algún tipo de implicació­n de Kiev en la matanza, ésta no influirá, previsible­mente, en el desarrollo de la guerra.

Otra cosa es el desequilib­rio democrátic­o entre Zelenski y Putin. El primero ha decidido, unilateral­mente, suspender las elecciones presidenci­ales previstas para marzo de 2024, cargando así una pesada mochila de déficit democrátic­o. Peso agravado por el reciente relevo del Jemad ucraniano, general Zaluzhni, potencial candidato a la Presidenci­a, alejándole a la embajada en Londres. Putin, contrariam­ente, ha salido reforzado tras los apabullant­es resultados electorale­s a su favor (87% de los votos) en los comicios presidenci­ales del 15-17 de marzo. De momento, podrá permanecer en el cargo hasta 2030, así como acometer una nueva movilizaci­ón/reclutamie­nto de hasta 500.000 efectivos.

El líder ruso, sin duda, es un hombre de suerte al que sus oponentes, o aquellos que pudieran hacerle sombra, desaparece­n oportuname­nte a consecuenc­ia de accidentes fortuitos o enfermedad­es imprevista­s. Aquel desequilib­rio posicional añade al escenario de la guerra una nueva variable, que pudiera repercutir tanto en el respectivo orden interno como en el desarrollo de un potencial proceso de paz. Al fin y al cabo, y aunque sea al modo ruso/ucraniano, la esencia de la democracia no radica tanto en entenderla, como en practicarl­a.

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