Aprenda andaluz batúa en siete días
Canal Sur se vuelca en el borrado de dejes y acentos
EL‘ euskara batúa’ (vasco unificado) surge de la necesidad política de estandarizar y oficializar un idioma con pretensiones identitarias, intenciones tribales y balcones a la calle del nacionalismo. Al principio suena un poco raro, como el reguetón, pero es muy fácil.
Koldo es el nombre que, metido a traductor, Sabino Arana le puso a Luis. No todo es tan retorcido: García sigue siendo García. Escribimos de oídas, pero comisionista parece que viene siendo ‘komisio-hartzaile’, y corrupción se queda en ‘ustelkeria’, como en la canción de Negu Gorriak. Esto del batúa se enseña en la ‘ikastola’, lo televisan por la ETB-1 y luego lo piden en las oposiciones que convoca el Gobierno vasco. «Fer país», que dicen en Cataluña desde los tiempos fundacionales de Sabino Pujol, o Jordi Arana, lingüista, inversor y ‘hereu’ de Florenci.
Por la gran variedad de acentos y dejes, dispersos por una geografía de largo kilometraje, el andaluz también se normaliza y confluye en un batúa monovarietal cuya máxima expresión puede apreciarse durante estos días de Semana Santa en las retransmisiones de Canal Sur. Todos por igual. A lo largo del año, el efecto capitalidad que ejerce Sevilla, o efecto almuédano, por lo del minarete y la Giralda, se puede apreciar en la difusión de un batúa que, sin llegar al depurado academicismo de María Jesús Montero –nivel C1 o C2, palabras mayores– la emisora pública pronuncia por boca de su plantilla de locutores para lograr la uniformidad lingüística de unas tierras cuya diversidad de tonos, ancha es Castilla, sucumbe estos días de penitencia y folclore ante un ramalazo de integrismo vocal impregnado de duende, pellizco, embrujo y arrebato, todo con denominación de origen. Debe de ser el incienso, espeso y embriagador, el que hace perder el norte en el sur.
Cualquier día es bueno para asistir –Canal Sur se coge en Vodafone, Orange y Movistar– a una lección magistral y televisada de un ‘andaluz batúa’ formulado en Sevilla, pero son estos días de Semana Santa los que, entre conexiones y aguaceros, de aquí para allá, permiten comprobar su calado y arraigo en una Andalucía que, como decía el viejo eslogan, ya solo hay una.