Aquel negrito

Hoy Vinicius Jr. no cantaría la coplilla del Cola Cao, pero hasta ahí parece llegar la lucha contra el racismo

EN 1998 un anuncio de Cola Cao sacaba en nuestra televisión a Roberto Carlos, Rivaldo y Denilson cantando el tradicional «Yo soy aquel negrito del África tropical…». Eran «los colacao». Unos años después las selecciones de Brasil y España se enfrentaron en Balaídos y a los brasileños les decían: «Esto es España. Menos Cola Cao y más jamón». Sonaba al ‘Menos samba y más trabajar’ de Emilio Aragón, pero venía a cuento del anuncio. Menudo lema absurdo. El Cola Cao, creado por José María Ventura y José Ignacio Ferrero, fue lanzando al mercado de España en 1945. Tan español era a esas alturas el Cola Cao como el jamón. En Nesquick se lanzó en 1948 en EE.UU. y hasta 1963 no llegaría a España.

El partido de ayer tenía como lema ‘Una misma piel’. Otro lema absurdo si se trata de racismo. Porque Alberto Garzón no tiene la misma piel que yo. Por suerte para mí. No es una cuestión de piel. Eso lo diría Floriano. O Viva la gente con su ‘¿De qué color es la piel de Dios?’.

Hay en Netflix una película aburridísima sobre Shirley Chisholm, primera congresista negra de EE.UU. y primera mujer que se presentó a la presidencia por el Partido Demócrata. Una caja con documentos aparece en la cinta de las maletas de un aeropuerto en 1972 con el letrero «Nigger go home». ¿A qué casa se iba a ir si estaba en la suya? Protagonizada y producida por Regina King, recordar el racismo en los años 60 y 70 resalta que lo de ahora es otra cosa. O no. Ya no se puede cantar la canción del negrito, pero Vinicius, un chaval de 23 años, sigue llorando. Y lo cierto es que desde que pasó lo de Mestalla, cuando Vini señaló a los que le gritaban cosas racistas desde la grada, no es que se le haya tomado muy en serio. Un provocador, ya saben. Claro que hay negros y negros. Y llama la atención que un hombre con brillantes en las orejas y el reloj de oro llore y suelte eso de «quiero que las personas negras tengan una vida normal como las otras».

Dice Joyce Carol Oates que denunciar una violación es una opción perdedora para muchas mujeres. Vinicius dice que con cada denuncia le insultan más.