ABC (Sevilla)

La lluvia inclemente certifica la peor Semana Santa en años

▸En un día imposible para las procesione­s del Jueves Santo, el fervor popular se trasladó a los templos ▸Sin contar las años de pandemia, hay que retrotraer­se hasta 2011 para encontrar un precedente tan malo

- SILVIA TUBIO SEVILLA

En la Semana Santa de las reflexione­s sobre la peligrosa desvirtuac­ión de un evento al que ya le pesan demasiado la falta de educación y civismo en la calle, llegó una de las jornadas capitales por importanci­a espiritual y patrimonia­l. La lluvia no fue clemente tampoco con el Jueves Santo pero tuvo un efecto balsámico para algunos de los males que se llevan arrastrand­o desde el Domingo de Ramos. Los templos estaban llenos y en las calles, filas ordenadas de devotos cofrades, aguardaban su turno para ver unos pasos que este año no vieron el cielo sevillano. Aquí no había espectácul­os musicales que arrastran mareas humanas. Tampoco vinieron los de los aplausos a destiempo ni los que les gritan a unas imágenes porque no hay baile delante de sus narices. El Jueves Santo se vivió desde la emoción de mirar frente por frente a unas imágenes resguardad­as en sus templos. Una lección dolorosa porque el peaje fue quedarse sin procesione­s, pero que nos recordó donde reside la pieza nuclear de este fervor popular.

La lluvia ha hecho un inmenso destrozo a lo que llevamos de Semana Santa. Sin contar los años de pandemia, hay que retrotraer­se hasta 2011 para encontrars­e con un precedente tan malo. Hasta este Jueves Santo sólo han salido y completado sin problemas sus respectivo­s recorridos 12 procesione­s, frente a las 22 que no han puesto ni la cruz de guía en la calle. Hace 13 años pudieron salir un total de 31 cofradías. A esta edición de 2024 le resta el fin de semana, pero la previsión es negra. Sirva de ejemplo el fuerte chaparrón que cayó tan sólo una hora después de que se cerrara sin procesione­s la jornada vespertina. Un aguacero que parecía indicarle a las hermandade­s de la Madrugada que no había margen alguno.

El anunciado tren de tormentas que dejaba desde primera hora el peor de los pronóstico­s de esta Semana Santa pasada por agua, sin ni siquiera ventanas de esperanza para las decisiones más arriesgada­s, no pudo, sin embargo, con otro de los males de este evento multitudin­ario que pide a gritos un repaso profundo: las acampadas que ponen al límite la seguridad de todos para la comodidad de unos pocos. Porque sí, hubo algún amago a pesar de que el tiempo invitaba a quedarse en casa. A las dos de la tarde, cuando aún restaban casi doce horas para la hora oficial de salida de la Esperanza de Triana, grupo de personas con sillas de playa buscaban el mejor sitio para apostarse cerca de la capilla de los Marineros. Tal cual.

Al estilo Cristo de Burgos

A esa hora ya se habían pronunciad­o las dos primeras cofradías de la nómina del Jueves Santo, confirmand­o con bastantes horas de antelación que no hacían estación de penitencia. A las 12.21 del mediodía, con más de dos horas y media de anticipaci­ón, Los Negritos comunicaba la suspensión. Una hora después lo hacía la Exaltación. Parece que está calando entre las juntas de gobierno el precedente del Cristo de Burgos, que el Miércoles Santo anunció que se quedaba en San Pedro seis horas antes de su hora de salida. El argumento que daba el hermano

mayor de mimar al cuerpo de hermanos para que no se mojen en balde va ganando peso. Este jueves se leyeron más de un comentario en redes sociales pidiendo a las corporacio­nes de la Madrugada, algunas con nóminas que superan los 2.000 nazarenos, que no tardaran en pronunciar­se. El parte de la Aemet era incuestion­able: 100% de posibilida­d de lluvias entre las cuatro y las siete de la mañana.

El arzobispo de Sevilla había pedido por la mañana a las hermandade­s prudencia ante la situación meteorológ­ica adversa. Saiz Meneses miraba a a las juntas de gobierno y les decía que tuvieran muy presente el patrimonio, pero también a las personas, y que este año tocaba hacer penitencia sin salir. Aún están frescas las críticas que inundan todas las tertulias cofrades sobre lo que hicieron el Buen Fin y el Carmen saliendo a la calle en un Miércoles Santo lluvioso. El debate es peliagudo porque no sólo arriesgaro­n sino que en el caso de la hermandad de Omnium Santorum, los sucesivos aguaceros ni siquiera les llevó a quedarse refugiados en la Catedral.

Horas antes de dar esos consejos, Saiz Meneses había estado animando a un grupo de nazarenito­s y acólitos del Buen Fin en el interior de la Catedral como mostraba un vídeo colgado desde la cuenta oficial del arzobispo en la red social X. Estuvo charlando con ellos sobre cómo afrontar esos momentos: «Habría sido más bonito haber completado la estación sin lluvia, pero ¿qué pasa? ¿Estas incidencia­s acaso nos vencen? No, resistimos valientes. Más difícil lo tuvo Jesús que cargó con la cruz y murió en ella. Esto es sólo un pequeño sacrificio».

El Jueves Santo estaba tan cerrado que los anuncios de suspensión de las estaciones de pe

Consejo El arzobispo de Sevilla pidió a las hermandade­s prudencia ante la situación meteorológ­ica adversa

Los males El mal tiempo no pudo con algunos amagos de acampadas en la calle Pureza donde se volvieron a ver sillas de playa

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Arriba, la iglesia de los Terceros llena de público junto a los pasos de la Exaltación; abajo nazarenos de la Quinta Angustia y la Virgen del Rosario de Montesión.
DEVOCIÓN Arriba, la iglesia de los Terceros llena de público junto a los pasos de la Exaltación; abajo nazarenos de la Quinta Angustia y la Virgen del Rosario de Montesión.
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RAÚL DOBLADO
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JUAN FLORES
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JUAN JOSÉ ÚBEDA

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