ABC (Sevilla)

Los armaos de la Macarena vencieron a la borrasca Nelson

▸La tradiciona­l ‘ronda’ del Jueves Santo se pudo completar visitando el hospital, Los Gitanos o el Gran Poder ▸La Centuria citó a sus miembros una hora antes de lo previsto y congregaro­n a una multitud a su paso

- MANUEL LUNA SEVILLA

Los armaos de la Macarena sí vencieron a la borrasca Nelson en una tarde noche del Jueves Santo donde pudieron realizar su tradiciona­l ‘ronda’ por las calles de la ciudad antes de su estación de penitencia tras el Señor de la Sentencia. Ni las nubes grises con nombre de marino inglés pudieron con esta legión de hombres que van repartiend­o Esperanza cada año.

Aunque corrieron comentario­s a mediodía de que podía llegarse a suspender las diferentes visitas que tenían que hacer los armaos, en torno a las tres de la tarde, el capitán de la Centuria, Fernando Vaz, convocaba a los miembros pero una hora antes de lo previsto, es decir, en vez de a las seis, a las cinco en la basílica de la Macarena.

Mientras se sucedían las suspension­es de estaciones de penitencia, los plumeros blancos formaban en torno al Arco y al Atrio junto a una muchedumbr­e que ansiaba escuchar el redoble de tambor inconfundi­ble de los armaos.

Con su ‘ran, cataplán’, avanzaron hacia la primera de sus paradas, el hospital Virgen Macarena, donde un armao llamado Jorge, visitaba a su madre, Lola, la cual estaba ingresada, y entre lágrimas, se fundían en un abrazo que quedó inmortaliz­ado en una fotografía compartida por las redes sociales y que quedó para el recuerdo de su familia y allegados.

Los armaos salían con los ojos vidriosos por la fachada principal del Macarena mientras que los sanitarios hacían fotos y los pequeños se acercaban a saludar a estos romanos icónicos de los que han hablado durante décadas los escritores Antonio Núñez de Herrera o Joaquín Romero Murube, y han sido dibujados para la posteridad por Andrés Martínez de León.

El cielo gris se cernía sobre las murallas pero no era óbice para los plumeros blancos que se internaban en la antigua Híspalis a través de su particular Cardo Máximo como es la calle San Luis. Sonaba el redoble de tambor, el cornetín y las marchas ordinarias entre los aplausos y los vivas de los vecinos de un barrio turistific­ado.

Los hitos fueron la visita a la iglesia de Santa Marina donde la hermandad de la Resurrecci­ón recibió a la centuria con los pasos del Señor y de la Virgen de la Aurora en la nave central y con un templo rebosante de público.

El recorrido continuó hasta el santuario de la cofradía de Los Gitanos, donde cayó un importante chaparrón que no deshizo en ningún momento la marcha. Además, en ese momento, se anunció la suspensión de las salidas de la Quinta Angustia y de El Valle por lo que más familias se acercaron a ver el recorrido de los armaos por la Puerta Osario y Santa Catalina.

Se encendiero­n las luces de las calles cuando llegaron al convento de las Hermanas de la Cruz, ante el que apenas pararon debido a otro chaparrón que cayó sobre la ciudad. Sin embargo, la moral seguía alta y los ‘lateros’ o ayudantes de la Centuria, abrían paso como buenamente podían en la plaza de la Encarnació­n.

Postrados ante el Señor

Tras pasar por la plaza de abastos de la Encarnació­n y el Ateneo, la última cita antes de regresar a la basílica de la Macarena era con el Gran Poder. La hermandad abría el templo del Señor para recibir a los armaos para el encuentro más especial de esta ‘ronda’ del Jueves Santo. Allí, las almas de la Centuria se derrumbaro­n ante la mirada misericord­iosa del Señor del Gran

Poder y las lágrimas cayeron por las mejillas de estos herederos de los romanos que moraron en Itálica hace dos milenios. Con las nubes yendo velozmente sobre la capital hispalense, también marcharon las cornetas y los tambores sobre la Alameda de Hércules, la Correduría y la calle Feria.

En menos de cinco horas, se pudo completar esta ‘ronda’ que inundó Sevilla de Esperanza y alegró las caras de mayores y pequeños en medio de una jornada marcada por la lluvia. Los armaos no fallaron a la ciudad y visitaron a los enfermos para quitarles sus penas, así como a las hermandade­s con las que tienen un vínculo especial mientras que vencieron simbólicam­ente a la borrasca, la cual está dejando en casa a numerosas cofradías durante esta Semana Santa y que está dejando pocas estampas de la Fiesta Mayor de Sevilla.

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UN RITO CUMPLIDO En las imágenes, los armaos visitando al Señor de la Resurrecci­ón y a la Virgen de la Autora, así como al hospital Virgen Macarena, donde dan esperanza a los enfermos y familiares cada año
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FOTOS: MANUEL GÓMEZ

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