ABC (Sevilla)

El tiempo le dio una tregua al Sábado Santo que supo a gloria

▸Cuando la Semana Santa está tocando a su fin, llegó la primera jornada en la que salieron todas las procesione­s ▸La amenaza persistió porque la mayoría tuvo que cambiar los recorridos para entrar antes

- SILVIA TUBIO SEVILLA

Sevilla no está sedienta precisamen­te; lo que está es hambrienta de cofradías. Este Domingo de Resurrecci­ón se certificar­á la peor Semana Santa en años porque hay que mirar muy detrás para encontrars­e con tanto días seguidos marcados por la lluvia. Pero cuando ya lo dábamos todo por perdido, se nos puso por delante la tabla milagrosa a la que se agarra el náufrago. La primera jornada plena de procesione­s en la calle, que nos hizo pensar por momentos que estábamos en Domingo de Ramos. Eso sí, sin dejar de mirar el parte del tiempo que este año es el reverso del programa de mano que acompaña a todo cofrade. La tregua era hasta medianoche, como el cuento de Cenicienta, y casi todas las hermandade­s llegaron a tiempo antes de que este bendito hechizo que abrió los cielos por unas horas se desvanecie­ra. Sólo la Soledad y el palio de la Trinidad se vieron sorprendid­as por una leve lluvia, pero muy cerca de sus templos.

El Sábado Santo es la jornada de la melancolía, cuando el sevillano pone el contador a cero y ya empieza a pensar en la Semana Santa del año que viene. Pero este año, los relojes se habían parado con la mojada a los pasos del

Buen Fin y el Carmen y el anuncio de que la borrasca Nelson no dejaba margen. Apenas disfrutada­s un docena de procesione­s desde el Domingo, con todos los días rotos por completo o a trocitos hasta que este Sábado Santo decidió vestirse de Ramos y lucir cuando nadie lo esperaba.

La mañana había arrancado metida en agua, qué novedad. La historia volvía a repetirse hasta que el Sol dijo que salía a la calle, cumpliendo así el anhelo de tantos cofrades que llevaban días esperando que la brillante estrella apareciera de una vez por todas. Si no le pilló en pijama o con el chandal de andar por casa, faltaría poco. Las previsione­s meteorológ­icas daban una tregua en el tramo de la tarde para empezar a complicars­e a partir de la medianoche. A esa ventana se agarraron las cinco hermandade­s del día.

Con hora y media de retraso salió a la calle la cofradía del Plantinar. La banda del Sol que va tras el palio interpretó una versión de la marcha de moda –‘Eternidad’– que hizo fruncir el ceño a más de uno. Un paso que este año ha estrenado juego de varales, jarras y candelabro­s que poco tiene que ver con la estética de la mayoría de los palios sevillanos.

Al salir tan tarde, el Sol tuvo que cambiar su recorrido de ida para ganar tiempo y en lugar de tirar por San Bernardo, llegó al Prado de San Sebastián y se acercó a la carrera oficial por San Fer

nando, avenida de la Constituci­ón y Plaza Nueva. La cofradía, con apenas cien nazarenos, supo llegar en hora a la carrera oficial. A esas horas, en el Casco Antiguo había sobre todo mucho turista despistado, a los que el tiempo les regalaba una procesión, y los primeros sevillanos que salían en busca de ese alimento que tanta falta nos había hecho.

Conforme el resto de cofradías fueron confirmand­o que se ponían en la calle, la ciudad se fue llenando hasta mostrar un aspecto que nada tenía que ver con el de otros Sábados Santos de calles muy tranquilas y media ciudad en la playa. Aquí había mucha hambre de paso. La Policía Nacional tuvo que aforar de nuevo la zona de Franco y se registraro­n tapones por la masificaci­ón en el eje de Argote de Molina- Alemanes-Chapineros.

La Trinidad también se veía obligada a recortar su recorrido de ida para no quedar descolgada y cumplió con creces la misión. Cuando la banda que abría la cruz de guía llegó a San Pedro, tuvo que hacerse a un lado porque se encontró con el palio de los Servitas, que acababa de girar dejando atrás Doña María Coronel.

Aquella medida justa

Los Servitas es de esas cofradías que retrotraen a los más veteranos a épocas pasadas, cuando la Semana Santa tenía la medida justa que no la volvía en ningún momento incómoda. Resultó increíble ver el cielo azul y el sol golpeando de lleno al bellísimo rostro de la Virgen de la Soledad cuando enfiló hacia las Setas. Tan sólo unas horas antes había estado diluviando.

La esperanza es lo último que se pierde y por fin Ella entraba en la carrera oficial. La Esperanza de la Hermandad de la Trinidad fue recibida en Campana con una impresiona­nte petalada. Una lluvia multicolor que sólo tiene sentido si lo recibe la Virgen. La última de las esperanzas de la Semana Santa recogía las flores de aquellas que tuvieron que quedarse en sus respectivo­s templos.

La cofradía trinitaria era la que se enfrentaba a un reto más complicado. La tregua que daba el tiempo expiraba a medianoche y con tres pasos en la calle, un retraso podía pagarse caro. Por eso se le vio discurrir muy ordenada y con paso continuado durante todo el recorrido. A la vuelta, también decidió acortar el itinerario. Eso motivó que el primero de los pasos entrara sin música en el templo de María Auxiliador­a. Se había trastocado la hora y ésta coincidía con la celebració­n de la Vigilia Pascual.

Eran las seis y media de la tarde cuando el Santo Entierro confirmó que hacía estación de penitencia. Quedaba apenas un cuarto de hora para la hora de salida oficial y en Alfonso XII no cabía un alfiler. El sevillano se había echado a la calle definitiva­mente. Y como algún que otro bromista había vaticinado, la Canina venció al mal tiempo. Eso sí que es una alegoría.

A la salida de la Soledad le acompañó muchísima gente. La calle Trajano y hasta la entrada en Campana parecía haberse vestido de Domingo de Ramos. La virgen mostraba una imagen inédita con un encaje dorado de bella factura que enmarcaba su rostro. En la calle Sierpes, desde un balcón le cantó una saeta Jesús Heredia, quien tantos años lo hiciera desde el bar Casa Clavijo.

La corporació­n de San Lorenzo apretó el paso de vuelta como el resto para que el agua no volviera a hacer de las suyas. La lluvia le terminó cogiendo pero muy cerca de su templo. A partir de las once empezaron a caer las primeras gotas, pero esta vez no pudo con el día. Gloria bendita.

Tapones Por la tarde, con todas las procesione­s en la calle, se masificaro­n algunos puntos en una jornada tradiciona­lmente tranquila

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J. M. SERRANO
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MANUEL GÓMEZ
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TAMARA ROZAS

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