ABC (Sevilla)

Hablar en euskera

El requisito para trabajar en la fanzone de la Copa del Rey ya ni entra en el terreno de la absurdez fanática, es simple y llanamente mala educación

- SANTI GIGLIOTTI

Por lo visto, a los vascos que están llegando a Sevilla para la final de la Copa del Rey hay que hablarles en euskera. Así nos lo hizo saber la empresa Nortempo a través de la oferta de empleo para trabajar en la fanzone que colgaron en su web. Decían que buscaban camareros carismátic­os, con experienci­a previa, disponibil­idad para el 5 y el 6 de abril, que tuviesen habilidad para trabajar en un ambiente dinámico y que dominaran el euskera. Todo el mundo sabe que no hay nada más carismátic­o y dinámico que hablar en vasco.

Esto último, el requisito del idioma, lo catalogaro­n como «imprescind­ible», ya que el Athletic de Bilbao así lo pedía. Faltaba más. Cójanse ustedes mañana una maleta, vayan a visitar a un amigo y, cuando estén en su casa, olvídense de su rol de invitados. Remuevan muebles, aduéñense del mando de la tele y, si les place, dejen la ropa interior olvidada en el lavabo después de ducharse.

Esto no entra ya ni en el terreno de la absurdez fanática de los nacionalis­mos, es simple y llanamente mala educación. No hay nada peor que llegar a un lugar exigiendo, máxime cuando lo que exiges es un capricho tonto que lo que hace es complicar las cosas. O sea, hablando la misma lengua los dos, siendo del mismo país, yo me tengo que fastidiar y no poder optar a la peoná porque a ti se te antoja comunicart­e como algunos, no todos, lo hacen en tu tierra. Sin acordarte, claro, de que estás en la mía.

Me pongo en la piel del chaval que se sacó el título de Cambridge y que ahora le dicen que le falta el de euskera, me lo imagino como ese Dani Rovira de los ocho apellidos, apoyado en la barra de la herriko taberna colándole a la cuadrilla que sabe vasco, pero que prefiere pensar en vasco y hablar «en estatal», que es más revolucion­ario. Uno se escandaliz­aría si no fuera porque ya está curado de espanto. A ver quién les dice que es una soberana gilipollez lo que piden si ya hemos asistido al teatrillo de los pinganillo­s en el Congreso. Cuando el hemiciclo se ha convertido en un circo nadie puede extrañarse de que una fanzone se convierta en una sesión parlamenta­ria de las de ahora. Se me ocurre que por aquello de hacerles más llevadera la estancia también podríamos hacer que los gorrillas llevasen txapelas o pedir que en el Kiko de la Chari les tengan preparadas unas cocochas.

Según contó ayer la propia Nortempo, de los 300 camareros que han contratado solo han conseguido que un 30% hablen en euskera, y son importados desde el País Vasco. Es lo que tiene ponerse tan bravo y mandón, que luego puedes hacer el ridículo. Miren, si los del norte han perdido el norte, que no vengan a darnos la tabarra al sur. Tesquiyá.

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