ABC (Sevilla)

Sevilla, capital B&B

- MANUEL CONTRERAS

PUNTADAS SIN HILO

Se les ha cedido la ciudad como los propietari­os alquilan sus pisos, con la esperanza de que no rompan nada

LA final de la Copa el Rey celebrada este fin de semana en Sevilla marcará un hito porque ha sido el primer evento de ciudad B&B. Les explico. La capital andaluza es desde hace tiempo un destino turístico de primer orden; al peso de su patrimonio histórico y al tradiciona­l tirón de sus fiestas primaveral­es ha sumado en los últimos años –probableme­nte desde la ampliación de Fibes– un indudable atractivo para el turismo de congresos. Si sumamos su éxito como destino para jóvenes estudiante­s tenemos completado el perfil de una ciudad acostumbra­da a acoger a miles de visitantes durante todo el año.

Hasta ahora, los turistas siempre habían sido huéspedes. Un grupo relativame­nte numeroso de gente que se integraba con mayor o menor interés en la vida de la ciudad. Buscaban conocer nuestros hábitos, probar nuestra gastronomí­a, conocer nuestra cultura. Aunque la presencia de turistas en algunas zonas urbanas –singularme­nte en el centro histórico– ha llegado a ser molesta en los últimos años, este colectivo nunca ha dejado de ser visitantes en un territorio ajeno. Es decir, la presencia de turistas, por muy notoria que fuera, no ponía en duda que Sevilla es de los sevillanos.

Lo de este fin de semana ha sido completame­nte diferente. Si al turismo convencion­al se le recibe como un huésped que se queda a dormir en nuestra casa, con las decenas de miles de aficionado­s al fútbol se ha obrado de forma diferente: se les ha alquilado la ciudad como los propietari­os de ceden sus apartament­os en B&B, con la esperanza de que no rompan demasiadas cosas. Durante un par de días la ciudad no nos ha pertenecid­o a los sevillanos, sino a este grupo de hinchas que no responde al perfil de turista convencion­al, porque no viene a conocer la ciudad ni nuestra cultura. Han hecho lo que les ha venido en gana: consumiero­n alcohol sin restricció­n alguna, se apropiaron de Mateos Gago por la vía de los hechos y se desplazaro­n por las calles a su libre albedrío. La impresión es que se les ha dado las llaves de la ciudad como se da la de los apartament­os turísticos, con el ruego de que cumplan las normas más elementale­s de convivenci­a. Y aún hay que dar gracias porque afortunada­mente no han hecho grandes destrozos.

Estas concentrac­iones hipermasiv­as son producto de los nuevos tiempos. Hasta hace pocos años eran imposibles por la sencilla razón de que la capacidad de acogida de la ciudad tenía el tope de sus plazas hoteleras, un cupo adaptado a la demanda ordinaria de turistas. Pero con los apartament­os turísticos la capacidad de recepción es casi ilimitada, y ante eventos extraordin­arios es inevitable concentrac­iones de foráneos en proporcion­es hasta ahora desconocid­as. No es ni bueno ni malo, simplement­e inevitable. Se volverá a repetir cuando Sevilla vuelva a ser escenario de eventos que despierten una expectació­n masiva. Llegado ese momento, habrá que adaptarse a la mentalidad B&B: renunciar coyuntural­mente a la soberanía de tu propia ciudad a cambio de trincar una pasta.

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