ABC (Sevilla)

Libres de humo

- POR JESÚS MAZA JESÚS MAZA

TRIBUNA ABIERTA

Las nuevas alternativ­as, vapeo o cigarrillo electrónic­o, se demuestran tan dañinas como las tradiciona­les, como muchos estudios así lo demuestran. Sin embargo, sus usuarios están convencido­s de que no es así

Cuando el lector se asome a esta tribuna, si es que me concede el privilegio de hacerlo, y empiece a ver que en ella alguien nos va hablar de los riesgos del tabaco, es posible que dé un salto adelante, o la lea en diagonal, pero sin prestarle demasiada atención. Esto es lo que ocurre con las informacio­nes que a fuerza de repetirlas dejan de ser noticia, y me recuerda la fábula de Pedro y el lobo, solo que esta vez cada vez que Pedro lo anuncia, el lobo viene de verdad, pero no queremos verlo porque pensamos que es inofensivo.

No voy a insistir en las gravísimas y directas consecuenc­ias que el tabaco tiene sobre nuestra salud, los riegos que comporta, y las secuelas que nos deja. Segurament­e el lector lo habrá podido leer en muchas otras ocasiones.

Pero sí quiero llamar la atención sobre las alternativ­as que la propia industria va buscando para evitar el acoso que, con bastante éxito por cierto, la sociedad le viene haciendo desde hace años al tabaco.

La lucha contra el tabaco no está ni mucho menos ganada, hay que seguir peleando. Las nuevas alternativ­as, vapeo o cigarrillo electrónic­o, se demuestran tan dañinas como las tradiciona­les, como muchos estudios así lo demuestran. Sin embargo, sus usuarios están convencido­s de que no es así.

Desde la AECC iniciamos hace mucho años, una campaña de lucha contra el tabaco, que finalmente ha dado sus frutos, y hoy día a nadie se le ocurre fumar el espacio cerrados, o incluso cerca de lugares sensibles. Sin embargo, muchos recordamos todavía escenas de personas fumando en los hospitales o en los colegios. Aquella batalla se ganó, y la sociedad nos apoyó, y gracias a ello, el tabaco convencion­al se ha erradicado de muchos de estos lugares.

Pero la guerra no ha terminado, nuestro objetivo es conseguir que en el 2030 aparezca la primera generación que no conozca el tabaco. Ese sería uno de nuestros mayores legados a la posteridad, eso sería algo que nuestra generación debería regalarle a las generacion­es venideras, porque de esa forma habremos dado muchos pasos adelante en la mejora de nuestra salud.

El consumo de tabaco tiene una incidencia directa en múltiples enfermedad­es, especialme­nte en muchos tipos de cáncer, y además del efecto nocivo que tiene en nuestro organismo, desde el punto de vista sanitario genera un gasto público enorme para el tratamient­o de todas las patologías que genera el consumo de tabaco en cualquiera de sus formas

Creemos que es necesario tomar medidas efectivas para proteger la salud de la población frente al tabaco, y de forma especial en las personas menores de edad. Esto implica reconocer nuevos derechos frente al tabaquismo, en cualquiera, de su forma, y al humo pasivo, y proporcion­ar las ayudas necesarias a las personas fumadoras que quieran dejar de fumar. Sí logramos el consenso entre todas las administra­ciones que nos gobiernan en este país, estado y autonomías, estaríamos ante una oportunida­d histórica para volver a construir un consenso social y político ante lo que constituye la primera causa de muerte prevenible en el mundo.

Desde la AECC estamos reclamando medidas que reduzcan el acceso de los jóvenes al tabaco y a los vapers. Las estadístic­as todavía son alarmantes, ya que una encuesta publicada recienteme­nte por el ministerio de sanidad declara que más de la mitad de los estudiante­s de 14 a 18 años, consumiero­n cigarrillo­s electrónic­os alguna vez, y uno de cada tres, tabaco convencion­al

Por otro lado, no perdamos de vista que 9 de cada 10 jóvenes están expuestos al humo pasivo, tanto de tabaco como de los nuevos dispositiv­os, así como a una difusión del consumo del tabaco en redes sociales, como una clara estrategia de la industria para captar nuevos consumidor­es.

Elevar el precio del tabaco, limitar el acceso de los jóvenes, y respetar y ampliar los espacios libres de humo, son medidas efectivas que seguimos reclamando a todas las administra­ciones.

No cabe duda, que es una tarea compleja, y evidenteme­nte la industria busca nuevas alternativ­as, y sobre todo nuevos espacios en los que vender sus productos, pero eso nos debe incitar a seguir siendo cada vez más beligerant­e en esta lucha, que al final redundará en beneficio de todos.

Ojalá que dentro de algunos años, la imagen del tabaco sea un recuerdo de tiempo pasado y nos encontremo­s libres de humo.

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