Satispén talí
Y podría hablarle de la hipocresía lingüística que defiende el catalán o el euskera y que arrincona el caló
COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
HOY, que se celebra, en todo el mundo, el día del Pueblo Gitano podría hablarle de la situación de vulnerabilidad en la que se encuentra la tercera parte de los trescientos mil andaluces de etnia gitana, según recoge el último informe del Defensor Andaluz, que se concentran, fundamentalmente, en Granada, Sevilla, Almería, Málaga, Jaén y Cádiz. Podría hablarle de que nuestra comunidad acoge a más del cuarenta por ciento de esta «minoría étnica» asentada en nuestro país; o podría contarle que tan solo el diecisiete por ciento de la población gitana mayor de dieciséis años tiene completados los estudios obligatorios o accede a los superiores. Podría decirle que, la mayor parte de ellos, siguen cargando con el sambenito de la marginalidad y la exclusión –el chabolismo, la delincuencia, el vandalismo, la droga- , además de con todo el catálogo de prejuicios que, lejos de estar superados, siguen siendo los mismos que hace treinta años, a pesar de los programas de concienciación y de formación –y no me refiero a los destinados solo a las personas gitanasque se han puesto en marcha desde las distintas administraciones y desde el activismo asociacionista.
Podría contarle, claro, que la mayor parte de las niñas de etnias gitanas no tienen referentes porque a las mujeres gitanas siempre se las imagina uno o cargadas de churumbeles vendiendo romero, o cantando y bailando en un tablao; que, casi, el setenta por ciento de las chicas gitanas abandona la escuela a los doce años. Y que no es distinta la situación entre los niños. Y podría hablarle de la hipocresía lingüística que defiende el catalán o el euskera y que arrincona el caló que es, ya, una lengua en peligro de extinción en nuestro país.
Sin embargo, hoy, que se celebra el día del Pueblo Gitano, prefiero hablarle de David, que estudia tercero de Derecho en la Universidad de Córdoba, y de Patricia que trabaja de limpiadora y acude al Centro de Adultos para sacarse la ESO en Cádiz, y de Naira que quiere ser médica, futbolista y pintora –en ese orden- y que comparte juegos con Alegría, que quiere ser maestra y peluquera en Granada. Hoy quiero hablarle de Josué que acabó el grado de Educación Primaria, a la vez que trabajaba con sus padres en el mercadillo en Almería, o de José Miguel del barrio de Almanjáyar que, con dos hijos en el mundo, terminó sus estudios de Medicina y sigue lamentando ser «la excepción». Y quería hablarle, sobre todo, de Chary Sánchez, la periodista que participa en la iniciativa europea «Breaking a Taboo», que desde la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas Kamira, de Córdoba, está empeñada en que las adolescentes sigan estudiando y tengan independencia económica sin tener que renunciar a su cultura ni esconder su etnia en favor de una pretendida igualdad.
Porque como dice la consejera Loles López: «La Andalucía de hoy no se entendería sin el pueblo gitano, es parte de nuestras raíces, de la cultura, de nuestra forma de entender la vida». Que no se nos olvide.