La mayor iniciativa contra el ‘sinhogarismo’ ha nacido en Sevilla
Al inicio de la ronda de Nuestra Señora de la Oliva, en el Polígono Sur, una apacible zona peatonal y ajardinada se esconde tras los altos edificios sociales promovidos en los años setenta. Esta barriada obrera alberga siete de los treinta pisos de Sevilla que han servido para impulsar la mayor iniciativa privada de España para erradicar el ‘sinhogarismo’. «Hay más de 40.000 personas en nuestro país que viven en condiciones de extrema vulnerabilidad, es una situación que requiere una solución», afirma Blanca Hernández. Esta empresaria preside la Fundación Ebro y fundó la gestora de inversión Magallanes Value Investors. La síntesis de ambos mundos –acción social e inversión– le llevó a concebir Techo, una empresa de impacto social que aspira a crear un gran parque de viviendas de alquiler a precios reducidos, gestionadas íntegramente por entidades sin ánimo de lucro, con el objetivo de proporcionar un hogar a personas que están en la calle y ofrecerles un itinerario que les permita dotarse de autonomía personal y vivir por sus propios medios. «Dormir al raso es la consecuencia de otros problemas, como los del menor tutelado que cumple 18 años y sale del centro sin trabajo ni familia, los de una víctima de trata o los de inmigrantes hacinados en infraviviendas».
¿Cuál es la fórmula que propone Techo? La sociedad capta a inversores sociales, con estos fondos adquiere viviendas en barrios obreros y las reforma, lo que beneficia al vecindario porque se evita «que sean ocupados o que se conviertan en pisos patera». Estos inmuebles se ponen a disposición de entidades sociales (como instituciones religiosas y ong´s) que los alquilan con un precio un 30% inferior a su valor de mercado. «Para acceder a los mismos es esencial que tengan un seguimiento de las personas alojadas y que aporten información periódica del resultado de la actividad que realizan». El modelo se diseñó tras hacer una prueba inicial con unas viviendas adquiridas en el barrio madrileño de Villaverde de la mano de la asociación Mundo Justo.
La sociedad genera una rentabilidad mínima, que garantiza que se trata de un proyecto sostenible a largo plazo. En paralelo, se ha creado una fundación que recibe donaciones para ayudar eco
La sociedad Techo, impulsada por Blanca Hernández, ha captado 34 millones para erradicar las situaciones de extrema vulnerabilidad en España
La sociedad ya tiene 200 viviendas que alquila a bajo precio a entidades sociales que luchan contra la exclusión
nómicamente a que las entidades sociales afronten el alquiler (y permite que los inversores que así lo desean puedan destinar a ella los beneficios de sus acciones en Techo). Dado que existen ayudas de la administración autonómica y nacional para este tipo de alquileres, Techo propicia la colaboración públicoprivada con una oferta que no responde a la dinámica altamente tensionada del mercado inmobiliario.
En Sevilla también se han adquirido pisos en La Macarena, Rochelambert, la Avenida de la Paz, Pino Montano, San Pablo y Villegas, que son gestionados por las Adoratrices, Samu, la asociación Realidades, San Juan de Dios, la Hijas de la Caridad, Fundación Cepaim, Accen o Andex. «Cada entidad atiende un problema concreto, así que la compra de los inmuebles se realiza en los enclaves que éstas nos indican». El piso tipo de Techo implica una inversión media de 100.000 euros y tiene en torno a 80 metros cuadrados, tres habitaciones, está reformado «y nunca es más de un segundo sin ascensor».
Tras dos años de actividad –uno para la concepción del proyecto y otro para el arranque– ha captado 34 millones de diferentes inversores; ha ejecutado en toda España adquisiciones y reformas por 22 millones; y ha generado una cartera de 200 inmuebles. Está asesorada de manera gratuita por compañías como Azora, EY, Renta4, CBRE, BDO o Abante. Y en las próximas semanas saldrá a cotizar en Bolsa en la modalidad de Socimi (sociedad de inversión inmobiliaria), y captará otros ocho millones.
Rentabilidad social
Para ser definido como una inversión de impacto social debe existir una mínima rentabilidad, que estará en el entorno del 2-3%. «Los inversores pueden optar por ceder ese beneficio a la fundación, que sí realiza una labor filantrópica clásica con la ayuda al alquiler». Techo forja alianzas que se adaptan a las circunstancias de cada provincia. «En Almería, Cosentino nos pidió colaborar para erradicar el problema de los inmigrantes en infraviviendas, y se adquirió el cortijo Casa Arrupe, que ahora gestionan los jesuitas».
Las viviendas de Techo acogen en este momento a más de 650 personas, y ha logrado que 160 hayan salido de las mismas con un trabajo y recursos para vivir de manera independiente. Hernández considera que es una fórmula que crecerá en el futuro. «Existe un creciente rechazo a la ‘institucionalización’ de las personas que atraviesas dificultades, se ha demostrado que modelos de cooperación como el que hemos desarrollado en Techo, aunando esfuerzos públicos y privados, y ayudando a las entidades sociales que están cerca de los problemas, son más eficaces». En las próximas semanas, cuanto Techo salga a Bolsa, habrá captado más de 40 millones de euros íntegramente de inversores privados para erradicar el ‘sinhogarismo’. Pero es solo el principio. «En ese momento ya estaré pensando en llegar a cien millones, y de ahí a 200… Hemos desatado una suma de fuerzas a la que ya no le veo límite», concluye.