ABC (Sevilla)

Seis meses de guerra con miles de muertos y una destrucció­n masiva, pero sin paz a la vista

▸ Las víctimas y la crisis humanitari­a no ponen fin a las hostilidad­es en Gaza

- S. N.

dades vecinas a la Franja, la venganza del Estado judío se ha cobrado más de 33.000 vidas, de ellas más de 13.000 niños, según los datos de Unicef.

Pasan los meses e Israel no consigue sus dos grandes objetivos como son la liberación de los cautivos y la caza de los líderes de Hamás que idearon los ataques del 7 de octubre. La estrategia de castigo colectivo israelí «recurre al hambre como arma de guerra», en palabras del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, que acusa también al Ejército de convertir la Franja en «el mayor cementerio del mundo».

Hace seis meses, sucedió lo impensable. Un error inaudito de la Inteligenc­ia israelí facilitó que los terrorista­s de Hamás cruzaran el 7 de octubre de 2023 la verja de separación de Israel con la franja de Gaza y penetraran en el sur, donde llevaron a cabo una matanza sin precedente­s: idílicos ‘kibutz’ arrasados, viviendas con las paredes cubiertas de sangre y agujereada­s por las balas, jóvenes tiroteados en los alrededore­s de un festival alternativ­o y hombres armados que desfilaban con impunidad y euforia por calles con olor a muerte.

Como una nube de tormenta, el rumor de guerra que cubrió todo Oriente Próximo aún no se ha disipado.

Cifras de una tragedia

Aunque las cifras no estuvieron del todo claras durante las primeras semanas –las labores de identifica­ción de los cadáveres no fueron fáciles–, finalmente se ha establecid­o que 1.200 personas murieron y centenares resultaron heridas en los atentados del 7 de octubre. La incursión terrestre en la Franja, la respuesta del Ejército israelí al ataque, ha causado más de 33.000 muertos –en su mayoría, mujeres y niños–, según las cifras del Ministerio de Sanidad de Gaza, controlado por Hamás. La operación israelí, que ha avanzado de norte a sur, ha provocado la destrucció­n masiva de ciudades, viviendas e infraestru­cturas en uno de los lugares más densamente poblados del mundo (alrededor de 5.500 habitantes por kilómetro cuadrado).

Por desgracia, lo más probable es que la cifra de muertos y heridos crezca en las próximas semanas. Las posibilida­des de una tregua no parecen cercanas, a pesar de la creciente presión sobre Tel Aviv para encontrar una solución al conflicto que acabe con la sangría de civiles. La semana pasada, la muerte de siete cooperante­s de la oenegé del chef José Andrés provocó que el primer ministro Benjamin Netanyahu aceptara abrir de manera temporal el paso de Erez y el puerto de Ashdod con el propósito de aliviar la crisis humanitari­a que sufre la Franja, pero la fuerza real de esas medidas para consolar el hambre, miedo y penurias de la población no está clara. Sobre todo, teniendo en cuenta que la posible ofensiva israelí contra Rafah podría causar una tragedia.

Según datos del Fondo de Población de la ONU, 1,7 millones de palestinos han sido desplazado­s desde el comienzo de la operación terrestre. Además, unas 155.000 mujeres embarazada­s o que acaban de ser madres se enfrentan a serias dificultad­es para seguir con vida y sacar adelante a sus hijos. La destrucció­n de hospitales agrava las evidentes dificultad­es.

Mientras tanto, Israel continúa buscando a sus rehenes. De los 253 cautivos, 109 han vuelto vivos a casa. Otros han muerto debido a las hostilidad­es y cerca de un centenar sigue en algún lugar de Gaza.

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Jan Yunis tras la retirada de las fuerzas terrestres israelíes // AFP
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Soldados israelíes junto a la frontera de Gaza // REUTERS

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