Todo lo ocupa

Un nuevo Génesis ha venido de la Mano, y si alguien lo duda, que se eche a los campos

DAN ganas de regalarles a las lluvias de marzo aquel verso del jovencísimo Neruda de «Veinte poemas de amor…», y lo que el chileno decía por una mujer, decirlo hoy por el agua caída. No hay más que asomarse al campo: «Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas…» La tierra es una mujer echada y poseída en todos los espacios de su cuerpo, que si el agua no aflora allí donde la altura no lo permite, aflora el milagro de la yerba y de las cien flores —¡es impresionante la belleza desbordada del azul violáceo de la viborera formando vestido con los amarillos recién pintados del dengue, las margaritas y los dientes de león y los rojos deslumbrantes de las amapolas!—que, con un espectacular equilibrio cromático, lo adornan todo con un gusto que jamás alcanzaría la mano humana. Y cuando salgan los lirios altos, por el pinar habrá que taparle la boca a la brisa de la tarde para que sus gritos de asombro no escandalicen.

«Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas…» Génesis. Un nuevo Génesis ha venido de la Mano, y si alguien lo duda, que se eche a los campos y mire, y oiga, y huela, y toque, y sienta, y se deje en los labios el sabor del aire que se posa en la dehesa, se mete en los pinos, corre en los labrantíos, juega en los trigos. Y que mire cómo vuelan los pájaros, ese gobierno de alas y de cantos. Y que mire los surcos como tejados de temporal, como si hubiesen cambiado su función de siembra por la de un paralelo sistema de riego ocre. Y que mire los árboles, vestidos, sonándoles dentro la primavera. Y, sobre todo, que se vaya al río y lo vea ir, ya al trote, pero sin descanso, por el camino cierto de su cauce. Un regalo de charcos, en los caminos y en cualquier bajío.

Y la laguna… No hay belleza como esta que ahora miro, el sol bañándose en la laguna, cristalera que se rompe al paso, más galope que trote, de vacas, yeguas y potricos, mientras levantan su pesado vuelo las zancudas. Por todas partes, agua o señal de agua. Por los caminos, son arriates las cunetas, y el campo todo, sembrado por la Mano, es un patio inmaculado, oferente policromía pretendida por zumbidos que mañana serán miel. Bajo la Luz, el milagro es de la lluvia. «Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas…».

LA TRIBU

antoniogbarbeito@gmail.com