España en bruto
Está claro que la España bruta empieza a generar malestar cuando se analiza bien qué nos queda de neto
AQUÍ, menos los pringados de los autónomos, todos cobramos en neto. ¿Cuánto te pagan? Y sueltas el neto mensual. Así, no nos damos cuenta de lo que le supone un mileurista al empresario, o sea, de su sueldo real. Puede que los conceptos estén en la nómina pero a ver quién es el que la mira en formato digital. Los liberales más cafeteros, esos conocidos solo por unos pocos miles en España pese a que haya políticos que se pongan el liberal de apellido, los chavales de aquel Club de los Viernes, por ejemplo, llevan tiempo pidiendo que los empresarios dejen de ser recaudadores del Estado y que sean los trabajadores los que ingresen sus cotizaciones sociales a las arcas públicas. Así, voy con jerga progresista, los asalariados serían más empáticos con los autónomos y admirarían su resiliencia. No se sabe bien por qué clase de pedrada metafórica en la cabeza, Antonio Garamendi, el jefe de una patronal que suele estar a lo que diga el Gobierno vía el BOE, aventuró el martes que, si los empresarios ingresaran el bruto a sus trabajadores y fueran estos los que transfirieran las cotizaciones sociales al Estado, apreciarían mejor el sueldo real.
Lo que ha venido después es un ejemplo de cómo se afrontan los debates en España. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, acusó a Garamendi de asimilar su discurso al de Milei y al de Trump. ¿Entró al fondo del asunto? ¿Argumentó de manera seria qué hay de malo en que los trabajadores conozcan mejor lo que transfieren al Estado? No, claro. Lo fácil es sacar el comodín de los supuestos ogros de la ultraderecha y omitir, por ejemplo, que la ley de bases de la Seguridad Social es del franquismo. ¿Qué hizo Garamendi? Insistió ayer en lo bueno que sería que los trabajadores supieran que, si suben sus cotizaciones sociales, a lo mejor no lo hace en tanta medida el neto que perciben. Que, además, serían más conscientes, ante cada medida que anuncia el Gobierno, de quién paga la fiesta. Sobre la comparación con Milei y Trump, sonrió y dijo que cualquiera que le siga un poco sabe de su moderación. De su excesiva moderación, añadirán algunos.
La chavalada sí parece que se va enterando de las cargas sociales que limitan sus nóminas netas, insuficientes para compartir piso en varias ciudades españolas. Se está gestando ahí un malestar entre generaciones del que ha alertado hasta el jefazo de BlackRock en uno de sus informes. Los más jóvenes han sido capaces de entenderlo sin tener que ingresar ellos mismos a la Seguridad Social el dinero que va para las pensiones de sus abuelos. Que se las merecen, sin duda. Pero está claro que la España bruta empieza a generar malestar cuando se analiza bien qué nos queda de neto. Por eso, Yolanda Díaz no quiere más transparencia. Por eso, Garamendi no insistirá mucho más en su petición, porque acaba pasteleando con los que mandan en el BOE. Por eso, en fin, los autónomos seguirán siendo los más pringados. Y los jóvenes, Yolanda, récord de desempleo en Europa que, además, se quejan de sus sueldos netos.