El traslado a la Cartuja sigue previsto para comienzos de 2025
▸ Las obras durarán dos años y contarán con una inversión de unos 100 millones
La obra de la nueva grada de Preferencia del Benito Villamarín obligará al Betis a mudarse durante al menos dos años a la Cartuja, donde disputará sus partidos como local. La intención del club es que el traslado se produzca «lo más próximo a final de este año y siempre en el primer trimestre de 2025», explicó ayer el director general, Federico Martínez Feria. Todo dependerá de lo que se dilaten en el tiempo las obras que la Junta de Andalucía comenzará en su estadio para suprimir las pistas de atletismo y ampliar el aforo, que si todo va bien deben estar finalizadas antes de que acabe 2024.
De forma paralela, los responsables del proyecto seguirán trabajando con el Ayuntamiento de Sevilla para resolver toda la tramitación burocrática que todavía sigue pendiente en Urbanismo. Actualmente, se está redactando el proyecto básico, que debe estar finalizado en junio. A partir de entonces se pasará al de ejecución y a publicar una licitación para que «grandes constructoras» opten a asumir esta obra, que tendrá un presupuesto de unos 100 millones. Falta también que la Junta de Andalucía responda positivamente para los intereses del club al estudio del impacto medioambiental, que según los cálculos del Betis debe resolverse en breve.
La remodelación del estadio, que incluirá la instalación de una cubierta para proteger a los aficionados de la lluvia, responde a un diseño del estudio de Rafael de la Hoz, que salió ganador del concurso de ideas al que concurrieron 35 propuestas. En la nueva grada de Preferencia que se construirá, cuya imagen interior fue mostrada ayer por primera vez por el club, habrá una zona premium, con unas 3.800 localidades aproximadamente, a las que se accederá por un túnel que llegará hasta lo que ahora se conoce como la puer
ta de cristales. estacionamientos sean utilizados en su mayoría por los clientes del nuevo hotel, los usuarios del gimnasio y de los espacios de salud y también por quienes hagan uso del auditorio que se va a construir, con unas 400 localidades, destinado a eventos privados.
El plan contra el botellón
La otra queja de los vecinos se centra en el botellón y en las aglomeraciones de público en los establecimientos de hostelería. El Betis es consciente de que luchar contra este fenómeno es quimérico pero confía en que la oferta de ocio y gastronomía que habrá en el interior del nuevo estadio ayudará a mitigar estas situaciones. El proyecto del club retranquea al máximo los tornos de acceso, acercándolos a las gradas. De este modo, se habilitará un espacio en el que disfrutar de la previa y el postpartido, abierto a abonados, familias y personas que no sean socios, que podrán acudir desde varias horas antes del partido a tomar algo, almorzar o participar en los eventos que se vayan organizando, evitando así que estén en la calle. Una propuesta que tiene vocación de estar abierta durante los 365 días del año y en la que se primará «la calidad y los bajos precios» de los productos que se ofrezcan. Sólo ahí es dónde se concentrará la oferta de restauración del estadio. La intención es que se adapte a las características propias de los aficionados del Betis, analizadas y estudiadas por el club. El edificio polivalente de la explanada no será un centro comercial y tampoco tendrá bares, salvo que, como aclaran desde el club, se instale algún restaurante en los locales de la planta baja. También se ha descartado que haya oficinas por su falta de rentabilidad, así como otro tipo de negocios que entren en competencia directa con los planes empresariales que tiene la entidad verdiblanca.