Pedro, el lobo, la nada y el lodo
La comparecencia de Sánchez tenía como objeto «dar cuenta de cómo se organizó su reciente viaje oficial a Marruecos, las razones de que no se informase hasta 24 horas antes y los asuntos abordados». Y, la verdad, yo iba con expectación, imagínense, el propio Sánchez compareciendo en carne mortal para desentrañar, por fin, los asuntos más misteriosos, los secretos mejor guardados de la legislatura, el padre de todos los enigmas: lo de Marruecos.
Bien, pues nada. Sánchez no dio respuesta a ni una sola de las preguntas y despachó las relaciones con Marruecos limitándose a subrayar la colaboración policial, financiera, empresarial y el Mundial de fútbol. Ya está, eso es todo. Hora y media dedicada a cambiar el paso del Gobierno y a intentar sacar al PSOE de la dinámica de Koldos, Begoñas y acusaciones a Ayuso en la que se ha instalado y que le ha hecho perder no sé cuántos puntos en intención de voto, disparando al PP. Se ve que alguien les ha dicho que conviene cambiar la conversación pública tratando de poner sobre la mesa asuntos técnicos en los que Feijóo no tiene tanta información y en los que le cuesta brillar y, sobre todo, en los que Ayuso no tiene competencias y no puede convertirse en su antagonista. Utilizó, así, su intervención para centrarse en su comparecencia a petición propia para informar del Consejo Europeo de marzo. Tampoco es que se prodigara en explicaciones, no informó de ninguna novedad importante ni aprovechó para desarrollar ciertas posturas, más allá de obviedades equidistantes, pueriles e inconsistentes. Pero sí que pidió más dinero para Defensa, abrumó con datos e intentó fijar la idea de que él es un actor importante en el escenario europeo, occidental, universal, interestelar y multivérsico mientras que Feijóo no tiene experiencia, no sabe, no tiene un plan, no trabaja, está perdido y que quien decide por él es, bien Aznar, bien Ayuso, bien Abascal. Esa era la idea: Feijóo es «la nada y el lodo». Que reconozco que en un primer momento entendí «la nada y el nodo». Y sigo pensando que lo mío era mejor.
Pero no coló. Pedro se encontró con un Feijóo muy seguro, incidiendo en todas las preguntas para las que Sánchez no tiene respuesta y pidiéndole planes concretos, políticas tangibles e información a primer nivel. Lo anterior no hizo cambiar el plan a Sánchez, que siempre es el mismo, aburrirnos, llevarnos al borde del derrumbe físico y emocional mientras se olvida del orden del día para pasar a una especie de debate sobre el estado de la nación, enumerando logros, sacando el confeti del triunfalismo e intentando llevar a los medios de comunicación a lugares donde él se siente más cómodo.
Esa es la primera conclusión: el
PSOE quiere pasar de pantalla. La segunda es que Vox pone todas las fichas a la criminalización de la inmigración. En una de las mañanas más desafortunadas que se le recuerdan, Abascal dejó claro que esa es la apuesta y el hueco que quieren llenar. El día anterior se desmarcaban de la Conferencia Episcopal, siendo el único partido que votaba en contra de las recomendaciones de la Iglesia española, lo que, unido a su desprecio sistemático a Francisco, deja claro que quien mande ahí dentro ha ordenado cambio de rumbo, abandono de las posturas católicas y homogeneización del discurso con el de la extrema derecha del resto de Europa. Que de católica solo tiene el ‘anti’.
Interesante, por nefasta, la intervención de Errejón. De ahí sale la tercera conclusión: queda inaugurado el concepto de ‘pueblo de la coalición’, que es el nuevo sujeto hegemónico para el que gobierna, que no es todo el pueblo español sino solo una parte y que actúa como concepto contrapuesto a la nación reconciliada en 1978. Con este nuevo concepto no solo se lanza a por el electorado de Podemos, sino que, posiblemente, presenta su candidatura para liderar Sumar tras la crisis interna que se le viene encima a Yolanda Díaz tras las europeas.
Se avecinan nubarrones en la coalición. Ya viene el lobo, es decir, los problemas derivados del escenario postelectoral vasco y catalán. Pero, además, sin presupuestos y sin apoyos internos, el aumento del gasto en Defensa tendrá que negociarlo con Feijóo. Ya dijo Nacho Vegas que a una primavera en calma siempre le sucederá un verano fatal. Así que imagínense si la primavera ya viene torcida.