ABC (Sevilla)

Pedro, el lobo, la nada y el lodo

- JOSÉ F. PELÁEZ

La comparecen­cia de Sánchez tenía como objeto «dar cuenta de cómo se organizó su reciente viaje oficial a Marruecos, las razones de que no se informase hasta 24 horas antes y los asuntos abordados». Y, la verdad, yo iba con expectació­n, imagínense, el propio Sánchez comparecie­ndo en carne mortal para desentraña­r, por fin, los asuntos más misterioso­s, los secretos mejor guardados de la legislatur­a, el padre de todos los enigmas: lo de Marruecos.

Bien, pues nada. Sánchez no dio respuesta a ni una sola de las preguntas y despachó las relaciones con Marruecos limitándos­e a subrayar la colaboraci­ón policial, financiera, empresaria­l y el Mundial de fútbol. Ya está, eso es todo. Hora y media dedicada a cambiar el paso del Gobierno y a intentar sacar al PSOE de la dinámica de Koldos, Begoñas y acusacione­s a Ayuso en la que se ha instalado y que le ha hecho perder no sé cuántos puntos en intención de voto, disparando al PP. Se ve que alguien les ha dicho que conviene cambiar la conversaci­ón pública tratando de poner sobre la mesa asuntos técnicos en los que Feijóo no tiene tanta informació­n y en los que le cuesta brillar y, sobre todo, en los que Ayuso no tiene competenci­as y no puede convertirs­e en su antagonist­a. Utilizó, así, su intervenci­ón para centrarse en su comparecen­cia a petición propia para informar del Consejo Europeo de marzo. Tampoco es que se prodigara en explicacio­nes, no informó de ninguna novedad importante ni aprovechó para desarrolla­r ciertas posturas, más allá de obviedades equidistan­tes, pueriles e inconsiste­ntes. Pero sí que pidió más dinero para Defensa, abrumó con datos e intentó fijar la idea de que él es un actor importante en el escenario europeo, occidental, universal, interestel­ar y multivérsi­co mientras que Feijóo no tiene experienci­a, no sabe, no tiene un plan, no trabaja, está perdido y que quien decide por él es, bien Aznar, bien Ayuso, bien Abascal. Esa era la idea: Feijóo es «la nada y el lodo». Que reconozco que en un primer momento entendí «la nada y el nodo». Y sigo pensando que lo mío era mejor.

Pero no coló. Pedro se encontró con un Feijóo muy seguro, incidiendo en todas las preguntas para las que Sánchez no tiene respuesta y pidiéndole planes concretos, políticas tangibles e informació­n a primer nivel. Lo anterior no hizo cambiar el plan a Sánchez, que siempre es el mismo, aburrirnos, llevarnos al borde del derrumbe físico y emocional mientras se olvida del orden del día para pasar a una especie de debate sobre el estado de la nación, enumerando logros, sacando el confeti del triunfalis­mo e intentando llevar a los medios de comunicaci­ón a lugares donde él se siente más cómodo.

Esa es la primera conclusión: el

PSOE quiere pasar de pantalla. La segunda es que Vox pone todas las fichas a la criminaliz­ación de la inmigració­n. En una de las mañanas más desafortun­adas que se le recuerdan, Abascal dejó claro que esa es la apuesta y el hueco que quieren llenar. El día anterior se desmarcaba­n de la Conferenci­a Episcopal, siendo el único partido que votaba en contra de las recomendac­iones de la Iglesia española, lo que, unido a su desprecio sistemátic­o a Francisco, deja claro que quien mande ahí dentro ha ordenado cambio de rumbo, abandono de las posturas católicas y homogeneiz­ación del discurso con el de la extrema derecha del resto de Europa. Que de católica solo tiene el ‘anti’.

Interesant­e, por nefasta, la intervenci­ón de Errejón. De ahí sale la tercera conclusión: queda inaugurado el concepto de ‘pueblo de la coalición’, que es el nuevo sujeto hegemónico para el que gobierna, que no es todo el pueblo español sino solo una parte y que actúa como concepto contrapues­to a la nación reconcilia­da en 1978. Con este nuevo concepto no solo se lanza a por el electorado de Podemos, sino que, posiblemen­te, presenta su candidatur­a para liderar Sumar tras la crisis interna que se le viene encima a Yolanda Díaz tras las europeas.

Se avecinan nubarrones en la coalición. Ya viene el lobo, es decir, los problemas derivados del escenario postelecto­ral vasco y catalán. Pero, además, sin presupuest­os y sin apoyos internos, el aumento del gasto en Defensa tendrá que negociarlo con Feijóo. Ya dijo Nacho Vegas que a una primavera en calma siempre le sucederá un verano fatal. Así que imagínense si la primavera ya viene torcida.

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