La soledad de Sánchez: Feijóo le pide prudencia con Palestina y sus socios que actúe contra Israel
▸ El presidente pasa de puntillas sobre Marruecos, pero el resto del hemiciclo le reprocha su giro
La comparecencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para dar cuenta del último Consejo Europeo, a la que se sumó la petición del PP de que diese explicaciones sobre su viaje a Marruecos en febrero, obró ayer un cierto milagro parlamentario. El de que en el hemiciclo se produjese un debate, al menos durante buena parte de la sesión, de carácter estrictamente político, alejado de los dimes y diretes o de las invectivas cruzadas, de los personalismos y de los asuntos de cariz más doméstico, ajenos al orden del día.
No por completo, desde luego, pues sus señorías no pudieron evitar del todo esa tentación, como evidenciaron desde los ataques de Sánchez a Alberto Núñez Feijóo acusándole de vivir instalado en «el fango», las palabras de Santiago Abascal sobre las imágenes del jefe del Ejecutivo con huesos en el Valle de Cuelgamuros –en las que el líder de Vox pareció incluso sugerir una tendencia necrófila del presidente– o las alusiones de Feijóo y el diputado de Bildu Oskar Matute al barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre el País Vasco hasta las intervenciones de la portavoz de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras, que parecían las de un debate monográfico sobre Cataluña.
Pero en muchos otros momentos se habló, sí, de política y solo de política. Y la sesión sirvió para comprobar de nuevo la soledad que padece Sánchez cuando se abordan cuestiones internacionales. Su impulso para que España reconozca a Palestina como Estado, e incluso para que lo lidere a nivel de la Unión Europea (UE), le llevó a un choque abierto con Feijóo, a tener que escuchar objeciones de fondo del portavoz del PNV en la Cámara Baja, Aitor Esteban, y a comprobar que con el resto de sus socios, a pesar de la coincidencia sustancial, este es un tema que les lleva a pedir al PSOE más de lo que ofrece. Incluso en las formas, como quedó de manifiesto cuando el portavoz de Sumar en el Congreso, Íñigo Errejón, advirtió al jefe del Ejecutivo que, de producirse ese reconocimiento, tendría que ser en «sede parlamentaria» y no «en un mitin», dado que se trata «de un acuerdo de gobierno».
«Competir con el nazismo»
Sánchez les escuchó sin inmutarse, la víspera de la gira europea que iniciará hoy mismo para dialogar con líderes europeos sobre ese reconocimiento y que le llevará a Varsovia, Oslo y Dublín. Tanto Errejón como Matute o Gabriel Rufián (el diputado de ERC reaparecía tras su baja por paternidad, que le valió la felicitación de Feijóo) abogaron además por un embargo total a Israel, tras tildar de «genocida» a Benjamín Netanyahu. Ione Belarra, que ya en el Gobierno llamaba a sentar al primer ministro israelí ante la Corte Penal Internacional, subió decibelios desde el Grupo Mixto: «Vemos a Israel competir con el nazismo por la primera posición del horror de la humanidad».
El líder del PP, por su parte, tachó de «soberbia» la pretensión de que una sola persona pueda impulsar ese reconocimiento al que se resisten de momento los grandes países de la UE y se preguntó sobre las fronteras que tendría Palestina, sobre si sería un Estado democrático e incluso si estaría «desmilitarizado». Algo no muy distinto de
lo que le dijo a Sánchez el peneuvista Esteban, quien argumentó: «Exactamente, ¿qué estaríamos reconociendo? Porque a Gaza lo ha reducido a la nada Israel y en Cisjordania de lo que estamos hablando es de islas, porque los acuerdos internacionales durante años no los ha respetado Israel».
Sánchez había acusado a Feijóo de haber cambiado de opinión dado que el programa del PP defiende la solución de los dos Estados y atribuyó ese giro a las dudas expresadas también sobre el reconocimiento por el expresidente José María Aznar. El popular negó tal viraje y aprovechó la percha
para saltar en tono de reproche al otro asunto de la comparecencia: «Voy a intentar repetírselo, la solución de los dos Estados, de Palestina e Israel, es la posición de España. Iba en nuestro programa electoral, sí. No en la página 100, como usted ha dicho, sino en la 98. Yo cumplo los programas. ¿Sabe lo que no iba en su programa electoral? Su giro en el Sahara Occidental, eso no iba en su programa».
Las relaciones con el vecino del sur, de las que Sánchez presumió en su primera intervención, tanto por el aumento exponencial de las exportaciones desde 2018, que cifró en un 40%, como por la cooperación en materia «migratoria y de lucha contra el terrorismo», volvieron a ser un asunto en el que ahondó en su soledad, tanto por las críticas de la oposición como por las de sus aliados. La infección de su propio móvil con Pegasus por parte de Marruecos sobrevoló el debate. Abascal dijo con sarcasmo que debería haber ido Rabat al Consejo Europeo en lugar de Sánchez. Desde una bancada antagónica, la de Bildu, Matute afirmó que «algún día» se sabrá «por qué» cambió sobre el Sahara, Errejón espetó que «lo que vale para Palestina vale para el Sahara» y Esteban remató que «no se puede dar la espalda» a los saharauis. A Sánchez le sirvió la sesión para opacar las cuestiones nacionales, pero no las dudas sobre su política exterior.