A la euforia, sevillanos, a la euforia
Los Remedios, qué nombre más bien puesto. La Feria que está sucediendo es el mejor antídoto contra la normalidad, un roto para el descosío de lo mundano
Salió de toriles el morlaco bravo de la primavera y la ciudad lo citó donde siempre, en el laberinto de la alegría, en la República Independiente de Los Remedios. Qué nombre más bien puesto. Los Remedios. Porque qué es esto que sabemos que va a suceder, que ya está sucediendo, sino un antídoto contra la normalidad, un roto para el descosío de lo mundano. La pregunta sería quién querría ser normal pudiendo ser de Sevilla, quién se abonaría a lo ordinario pudiendo elegir lo diferente, quién se casaría en el polideportivo Magariños pudiendo casarse en La Pecera el día del alumbrado.
Hasta allí se fue en la mañana de ayer el diputado de Sumar, Francisco Sierra, para darse el sí quiero con su novia, o compañera, o como ellos o ustedes prefieran. Sirva esto para el bobo, ya me adelanto, que vaya a contar el rollo manido de que la Feria solo la sienten los señoritos de derechas. Ahora contamos hasta con referéndums a lo octubre catalán, a lo consulta de Galapagar, votaciones con la sombra de la sospecha sobre sus garantías. Que si de sábado de pescaíto o lunes de pescaíto, que si formato nuevo o tradicional.
Hay señores muy ilustres que, por imposición de su status y su alcurnia, defienden que celebrar una semana entera es una catetada, aunque muchos de ellos estaban ya el viernes en la Feria con la cosa de colocar los últimos cuadros de la caseta y, ya de paso, cenar en jarra. Esto es así, un «yaquestamo» perpetuo. No obstante, el alcalde se mojaba haciendo campaña para volver al modelo anterior porque «esto no hay bolsillo ni cuerpo que lo aguante». Tampoco subestimaría los equilibrios físicos y monetarios de los feriantes, que hay carteras que se estiran más que el portero que da vueltas en los puestos de la Calle del Infierno. Siguiendo la misma lógica del Juncal de Armiñán cuando le decía a La Maestranza aquello de que todas las plazas son redondas pero que ella nació redonda, podríamos decir que están los días y que luego están nuestros días. Los de los inicios, los de las citas importantes.
Y en ese ardid de emplazarse con la pasión frente a frente aquí somos líderes indiscutibles. Días en los que nos conchabamos en la euforia, en los que nos hermanamos en el disloque. Uno de los ingredientes del conjuro de ayer era la frustración por la Semana Santa fallida. Una herida reciente, aún abierta, que parece que muchos se encomiendan a que cicatrice sobre el albero. El contraste con el chaparrón de hace dos semanas era total. Un sol costumbrista y resarcidor, padre de un bochorno de los que dejan brillantes las frentes, iluminaba la ciudad de punta a punta, de puente a puente. Caminaban los sevillanos por la calle con la cadencia que da el rito, en un desfi
Consulta
Ahora contamos hasta con referéndums a lo octubre catalán, a lo consulta de Galapagar, que si formato nuevo o del tradicional
Tradiciones
Era el día de los padres que se marchan en un acto de confianza o valentía y dejan a sus niños la casa para el pescaíto
le de portatrajes y flores, de bolsas verdes de botellona y bandejitas de frituras protegidas con papel albal. Los burros portátiles del salón se vaciaron.
La tarde dio paso a la noche en lo que tardaron los toros en lidiarse, las mujeres en pintarse y los hombres en afeitarse. Era y sigue siendo la noche de los mayores, de los patriarcas, de los socios. Él perfectamente maqueado, con su bastón, su pisacorbatas y su pin. Ella con el traje impoluto, el pelo de peluquería y el perfume gritando para ambientar Pascual Márquez entero. Los dos del brazo, como siempre, «hasta que podamos». También era el día de los padres que se marchan en un acto de confianza o valentía y dejan a sus niños la casa para el pescaíto. «Tranquilos, vamos a tomarnos algo de chill y cuando sea el alumbrao nos bajamos».
Cosas de Sevilla, todo estaba iluminado antes de que se le diera al botón. Las caras, las almas, los móviles que disparaban las primeras fotos para los grupos de WhatsApp. Es la magia del comienzo. Los zapatos limpios, la ilusión y la energía en máximos. Los Farolillos y el albero nuevo. La Feria a estrenar, la Feria a la espera de que la ahormemos. Besos y abrazos a las puertas de las casetas, mesas largas llenas de gente sonriendo, olor a adobo.
Los del Río hicieron de directores de orquesta en los momentos previos a que se prendiera la mecha, vinieron a «transmitir la humildad de Sevilla al mundo entero». El mismo mundo por el que hicieron sonar eso de que aquí se rompió la gama cromática. Ellos de sencillez saben un rato, prueba de ello es la anécdota que cuentan de cuando no eran famosos y, además de actuar en las fiestas de los famosos, pasaban las bandejas de salmón, caviar y jamón. Dicen que, hambrientos como estaban, se pusieron como norma contar hasta 50 antes de meter la mano en una bandeja por educación. Dos tipos que dieron el mayor pelotazo de la historia de la música de España y siguen cantando con normalidad en la Feria y viviendo en su pueblo. Cantaron ‘Sevilla tiene un color especial’, también ‘La Macarena’. La ciudad cantó y se apiñó. Se hizo la luz donde se acompleja la luz. Disfruten.