ABC (Sevilla)

«El flamenco, como el jazz, o lo mamas desde pequeño o no puedes entrar a fondo»

▸‘Andenes del tiempo’ echó a andar este viernes. Es el nuevo disco del genial guitarrist­a que nació en la pandemia y se remata con grandes colaboraci­ones

- FÉLIX RUIZ CARDADOR CÓRDOBA

Vuelve Vicente Amigo. Siete años después de ‘Memoria de los sentidos’, el compositor y guitarrist­a cordobés, uno de los grandes maestros del flamenco actual, presenta nuevo trabajo bajo el título de ‘Andenes del tiempo’. En total, nueve temas instrument­ales que van desde bulerías a una soleá, tanguillos, rumbas o un pasodoble de lenta maduración que se enriquecen con colaboraci­ones estelares: los bajistas Marcus Miller, Tom Kennedy y Carlos Benavent o el batería Dave Weckl. Durante la entrevista, la primera que concede para hablar sobre el disco, se muestra satisfecho de una producción que ha recorrido de principio a fin. Y tiene su sello inconfundi­ble.

—’Andenes del tiempo’ es un disco del que se viene hablando desde hace mucho tiempo. ¿Cómo ha sido su proceso creativo?

—Los pilares que conforman este disco estaban grabados incluso antes de la pandemia. La estructura con la guitarra estaba prácticame­nte terminada ya, pero el proyecto se quedó aparcado, porque entendimos que no era buen momento. Luego el tiempo nos ha dado la razón pues, en general, los discos que salieron entonces no tuvieron mucha repercusió­n. En lo creativo, lo que ocurrió es que durante el confinamie­nto me dio tiempo a darle muchas vueltas al disco. No me gusta dar tantas vueltas a las cosas, pero ahí tuve la oportunida­d de embarcarme en una segunda aventura, que consistía en hacerle la instrument­alización y los arreglos para otros instrument­os. Ha sido un proceso muy interesant­e. Y mío de principio a fin. Creo que ha sido una verdadera aventura. Mi idea es seguir por ahí. —El título del disco tiene cierto eco melancólic­o. Pero la música no parece aludir tanto a eso, sino a un tiempo aparte. Digamos que a la dimensión temporal que es propia del arte. — El título nació porque una amiga de mi mujer y mía se fue y al despedirla nació esa canción. No me gusta que el título pueda poner a la gente en una tesitura de tristeza, porque en realidad habla de otra cosa, se habla de los que se van y de los que se quedan. Y además es solo un tema, porque el resto del disco lo que tiene es la eternidad que buscamos todos. Esa eternidad que no existe, pero que es a la que aspiramos. O que quizá sí existe, y es ese caminar hacia delante y hacia atrás que también son los andenes del tiempo. Mi música quizá sea el intento de proteger ese pequeño grano de arena el mayor tiempo posible. Aunque el título nació como homenaje a una persona querida, creo que luego ha avanzado hacia algo más amplio.

—Tres temas se han lanzado en las semanas previas, pero está claro que el disco cuando se entiende es en su conjunto. ¿Se siente cómodo con esos sistemas de promoción?

—No me gustan, la verdad, se me hacen raros. Pero si permite que el disco tenga más recorrido y lo escuche más gente, pues bien está... El flamenco está ahora mismo en esa lucha de llegar a más público y lo entiendo, aunque yo me considero desde siempre un músico sin etiquetas. Mi opinión es que ‘Andenes del tiempo’ cobra sentido cuando lo escuchas en orden y tal como ha sido ideado, pues nada es caprichoso. Mis discos siempre han tenido un sentido. Estoy convencido que mi público va a entender eso y comprender­á mucho mejor el disco ahora que la va a poder escuchar en su totalidad.

Promoción «El flamenco está ahora en esa lucha de llegar a más público y lo entiendo; aunque soy un músico sin etiquetas»

—Colaboraci­ones de gran altura. Leyendas de la música norteameri­cana y española. ¿Cómo se forjaron?

—Al inicio pensé en dos colaboraci­ones: la del bajista Marcus Miller y la del batería Dave Weckl, a los que he seguido desde hace muchos años y a los que admiro muchísimo. Esa era la idea primera, lo que ocurre es que con los arreglos empecé a ampliar el abanico. El tanguillo me apeteció hacerlo por ejemplo con los músicos que habían grabado con Paco de Lucía. Yo había trabajado antes con ellos en proyectos ajenos, pero nunca en uno propio. Carlos Benavent habla ese mismo lenguaje porque estuvo en el flamenco mucho tiempo. Luego hay otra versión con Jorge Pardo que saldrá más adelante como un pequeño regalo. Paquito González también está porque se ha convertido en alguien imprescind­ible para mí, al igual que Ewen Bernal, que es una persona muy especial. Piraña o Ane Carrasco, el hijo de Diego, también han colaborado, pero lo importante es que todas estas colaboraci­ones aportan y tienen un sentido.

—Otra pieza importante en este engranaje es Bori Alarcón, oficialmen­te su manager, pero en realidad mucho más. ¿Cómo le influye?

—A Bori lo conocí hace muchos años y luego empezamos a tener relación cuando coincidimo­s con Remedios Amaya, en los años 90. Siempre ha estado presente en mis discos, para grabar o mezclar. Es un ingeniero maravillos­o y muy solicitado. Con el tiempo se ha convertido en mi manager y vamos adelante con todo. Ahora estamos preparando el nuevo disco de José Mercé. Tanto Mercé como yo guardamos un recuerdo muy bonito de cuando hicimos juntos ‘Del amanecer’. Me dice que antes de jubilarse quiere trabajar de nuevo conmigo, y en eso estamos. Estoy componiend­o y es complejo, porque quiero estar a la altura de las circunstan­cias y eso no se hace un día para otro. Boris me ayuda para poder llevar hacia delante todo esto y yo pienso que vamos a estar juntos hasta el final. Para algunas cuestiones de la vida somos una especie de matrimonio (risas).

—El primer tema que salió del disco fue ‘Corcovado’, con el legendario Marcus Miller. La tecnología ayuda mucho para poder ejecutar estos proyectos, pero ¿cómo se busca el encaje de

Agenda de gira mundial «El tiempo es un cobarde, un mal torero, siempre corre (risas). Nunca se para»

un guitarrist­a flamenco con un bajista que es leyenda del jazz?

—A Marcus Miller lo conocí en el festival Patrimonio de Córcega, en Francia. Estaba allí con Stanley Clarke y Victor Wooten, un tremendo trío de bajistas. Recuerdo que llegué al hotel y los vi bañándose en la piscina y me dije: «Vaya tres» (risas). Estuvieron en mi concierto y se mostraron muy amables y entusiasta­s. Me dijeron que les gustaría colaborar y yo me agarré a ello. Con Marcus nos ha acercado que a él lo lleve en Europa la misma gente que a mí. Para el disco, cada uno hemos grabado en nuestro estudio y nos vimos un día en Madrid, pero ha sido muy fácil trabajar con él. Es un músico extraordin­ario. Es una maravilla que le pases un tema y luego te lo devuelva con su trabajo y todo perfecto, todo en su sitio. Es una experienci­a muy bonita. En el caso de Dave Weckl, era un reto pendiente. Lo admiró desde hace muchos años. Ya en ‘Ciudad de las Ideas’, hace más de 20 años, le propuse grabar y me dijo que sí, pero por problemas de agendas no pudo. Ahora sí, y ha sido maravillos­o. Y se ha sumado Tom Kennedy que es compañero suyo y también extraordin­ario.

—¿Qué ha aprendido del jazz?

—Me experienci­a y aprendizaj­e del jazz es un ‘Ojalá’. Es decir, que ojalá llegue algún día a aprender un poquito de lo que es el mundo del jazz, maravillos­o y tan diferente de lo nuestro. El jazz tiene esquemas distintos pero luego tiene su lógica y tiene matemática­s. Es complicado y no te lo puedes sacar de la manga. Después le ocurre lo mismo que al flamenco, que o lo mamas desde pequeño o es imposible que entres a fondo en ese mundo. Son músicas muy serias, muy grandes, y tienen una complejida­d que requiere de un conocimien­to y de reflexión. Por eso digo que ojalá yo pudiese entrar en ese lenguaje de ellos. Ahora mismo hay momentos en los que lo intuyo, en los que me puede sentir como un guitarrist­a de jazz, pero es como digo una intuición, tirarme al barro. Lo que sale es muy genuino, pero para controlar el jazz hay que ser músico de jazz. Lo mismo que ocurre con el flamenco. Para controlar esto no puedes aprender cuatro cosas y ya está. Son músicas complejas que requieren de toda una vida de aprendizaj­e, desde la niñez. La música hay que mirarla con un respeto muy grande y honrarla.

—Usted no para de girar por el mundo. Ahora intensific­ará la agenda. ¿Cómo se lo plantea?

—Ya no me veo haciendo un maratón de conciertos. Necesito cuidarme a nivel de estrés. Lo haré con tranquilid­ad, despacio. Demostrar que estás más o menos en forma supone una gran presión. Además, tengo muchas ganas de seguir componiend­o, pues tengo muchas ideas en la cabeza. Necesito desarrolla­rlas y tengo que aprovechar el tiempo y establecer prioridade­s. A veces me pongo a estudiar y me surge una idea y me acabo poniendo a grabar. El tiempo es un cobarde, un mal torero, siempre corre (risas). Nunca se para. Y ya estoy en un momento de la vida en el que eso hay que entenderlo.

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// FOTOS: RAFAEL CARMONA Vicente Amigo delante de una guitarra como juego infantil en un parque de Córdoba

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