ABC (Sevilla)

Cinco Jotas La apuesta que idolatran los chinos y se sirve en los Oscar los Sánchez, los Romero y los Carvajal,

- MARÍA JOSÉ FUENTEÁLAM­O

Al jamón ibérico de Jabugo no siempre se le llamó así. Pero hace siglo y medio, incluso sin nombre propio, ya se sabía que aquellos cerdos de los que provenían eran especiales. Lo sabían en Jabugo, Huelva, por supuesto. Porque allí crecían los animales. También en los pueblos de alrededor. En toda Andalucía. Y hasta en Madrid. Y lo sabía Rafael Sánchez, charcutero y carnicero de Jabugo.

A finales del siglo XIX, en un tiempo en el que la mayoría de las casas todavía hacían matanza propia de cerdo, don Rafael ya vendía tocino y embutidos a terceros en un despacho propio. Segurament­e no imaginó que sus jamones terminaría­n, algún día, convirtién­dose en uno de los manjares más anhelados de países tan lejanos como China, pero sí vislumbró que en los cerdos había futuro.

Viajamos al principio de Cinco Jotas, la hoy archiconoc­ida casa jamonera de Jabugo. Claro que, como el cerdo, al principio tampoco se llamó así: aquellos eran un cerdos serranos, porque estaban en la sierra, la de Aracena.

La historia de estos jamones podría ser una historia de números: de las dos hectáreas de dehesa para que cada cerdo coma bien de bellota en época de montanera, a las tres familias que se asociaron, pasando por el cinco de la marca –enseguida sabremos por qué–.

Nos adentramos en Cinco Jotas desde el corazón de Jabugo, donde nos recibe Luis González, director de operacione­s de Osborne, grupo al que pertenece la jamonera. Nos lo va a contar todo, menos un dato. ¿Cuántos jamones salen de aquí al año?, le pregunto varias veces. Sólo consigo un «muchos menos de los que te imaginas».

La historia de tres familias, y las dehesas de Jabugo

Exportacio­nes

En 1879, comienza contando Luis González, se juntaron tres familias, la familia Sánchez, la familia Romero y la familia Carvajal. Los Sánchez eran los carniceros. Los Romero, los ganaderos, y los Carvajal, los financiero­s. Necesitaba­n la unión para crear una pequeña industria y crecer en torno a aquellos cerdos diferentes: «En aquella época, incluso antes, ya era famoso el producto de la sierra de Aracena, la chacina, el tocino, porque eran unos cerdos distintos a los habituales. Eran ibéricos, pero en aquella época no se conocían con ese nombre. Eran serranos porque estaban en la sierra de Aracena. Los que estaban en esta zona tenían más grasa, más poder calorífico, eran distintos».

Las primeras exportacio­nes de los ibéricos de Jabugo se realizaron, recuerda González, por cercanía, a Portugal y Francia. Se sabe que éstas ya estaban en marcha a finales del siglo XIX. Ahora bien, el primer documento que guarda la firma de una exportació­n es a México. Un documento notarial de 29 de septiembre de 1913. No se mandaron jamones, sino tocino. Tocino y panceta. Aunque nos cueste creerlo, hubo un tiempo en el que el tocino era más caro que el jamón.

Para comprobarl­o, viajamos a los archivos históricos de 1940. «El tocino se vendía por tres pesetas el kilo, el jamón a dos y media», desgrana el directivo. Y nos recuerda otro dato: «Hoy el 100% de los jamones y paletas se usan para hacer jamón y paleta curada. En aquella época, no. Muchos se picaban para hacer embutido».

—¿Por qué el nombre de Cinco Jotas? —Cuando empezaron no tenían marca como tal, pero a principios del siglo XX empezaron a exportar, alcanzaron volumen y se querían diferencia­r. En aquella época el máximo lujo eran los hoteles con sus cinco estrellas. Buscando un nombre pensaron en las Cinco Jotas, pero no de jamón sino Jota de jabugo.

Hoy los Cinco Jotas se venden en más de 50 países, repartidos entre Europa, Estados Unidos y China. «Hasta el año 2000, las exportacio­nes eran menos del 10%. En el año 2012-2011 se entra en un plan de exportació­n. Ya estamos por encima del 35% de exportacio­nes sobre el total de facturació­n».

—Entonces, ¿es cierto que a los chinos les chifla el Jabugo? —China es, después de España, nuestro principal mercado. No sólo es por sabor y por lo distinto que les resulta. Les gusta disfrutar del corte, de la fiesta, de la celebració­n. Este es uno de los secretos de China: que lo consumen muy parecido a como lo consumimos en España.

—¿Lo han intentado copiar?

—Los chinos copian absolutame­nte todo, pero con la dehesa de momento no pueden. Y esperemos que siga así.

Cinco Jotas, recuerda González, trabaja con 900 ganaderos propietari­os de dehesas de la zona. La dehesa de Jabugo es lo que hace especial a sus cerdos, recuerda González. Tiene un clima muy caracterís­tico, inviernos fríos-templados, veranos cálidos, todo influencia­do por el viento que cruza el Atlántico hacia la Península. Difícil de crear artificial­mente. Pero además, están las encinas. «Necesitan 30 años para alcanzar su madurez, dime tú quién va a pensar ahora en plantar árboles para dentro de 30 años», desgrana.

Queda claro que no es fácil copiar el modelo Cinco Jotas, entonces, seguro, habrá quien haya intentado comprar el negocio. ¿Cuántas ofertas les han llegado? «No estamos en venta, con lo que no hacemos caso a las proposicio­nes», sentencia González.

Osborne

Cinco Jotas forma parte del Grupo Osborne, que compró la firma en 1982 en uno de los momentos más delicados de la compañía. «Sánchez Romero Carvajal Jabugo se fundó en 1879. Había pasado depresione­s, la Guerra, crisis…,

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Luis González, director de operacione­s de Osborne. Abajo, antiguo secadero // ALBERTO DÍAZ// ABC
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En 2018, Cinco Jotas consiguió exportar a China el primer jamón con hueso // ABC

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