Empalmar en Las Palmas
El mojo picón se les agrió a los canarios demasiado pronto. Pero hasta el descuento no conseguimos respirar
Entre palmar y empalmar solo hay una diferencia de dos letras. Las letras em, el nombre de aquella mítica discoteca sevillana a la que íbamos de chavales buscando amancebamiento. En Las Palmas, solo había dos opciones: o palmar, y seguir asomados al precipicio del descenso, o empalmar otro triunfo consecutivo y continuar muy tiesos, como de jóvenes enfilábamos la EM, hacia arriba en la tabla clasificatoria.
En Canarias están atravesando una ola de calor. Pecata minuta para los sevillanos, pero lo suficientemente gruesa como para que aguantar un partido a las dos de la tarde resulte bastante insoportable. El calor es mal amigo del picante, así que no estaba el día para mojo picón. La rica salsa canaria, que cantaba Caco Senante, reina en los platos de la isla, pero ayer la salsa se cortó. Concretamente, a los tres minutos de juego, cuando Caco (Senante) se convirtió en (Saúl) Coco; vino el coco de la expulsión y Las Palmas le dio una ventaja apabullante al Sevilla.
Siempre que escucho la palabra mojo me acuerdo de Got my mojo working, el célebre estándar del blues que popularizó Muddy Waters. Mojo en inglés es encantamiento, magia vudú. Got my mojo working, but it just won’t work on you, o lo que viene siendo: Estoy trabajándome el encantamiento, pero no funcionará contigo. El mojo estaba cortado y no le funcionó a Las Palmas, si bien tuvimos que esperar hasta casi el final del primer tiempo para que la salsa se agriara. Nos costó hacer el primer gol, y fue gracias a un cabezazo marca En-Nesyri con el que el sevillismo se sacudió la desesperación. Esa que se veía en el rostro de Isaac Romero, que falló tres ocasiones claras de gol -dos de ellas, absolutamente prístinas- con las que el partido se habría sentenciado mucho antes. Pero una mala tarde la tiene cualquiera, y en el Sevilla ya estamos bastante hechos a la imprecisión
En-Nesyri demostró ayer un alto nivel de definición y eficacia. Pero también un atributo que se debe exigir a cualquier buen futbolista: visión de conjunto y generosidad. Medio segundo gol del Sevilla fue también del marroquí por su capacidad para leer la jugada. de los delanteros. Ayer el buen día lo tuvo En-Nesyri, que con toda justicia se llevó el MVP del encuentro. Todos hubiéramos deseado que hubiera prestado a su compañero solo una cucharadita de la definición que demostró en el bonito gol que le anularon por fuera de juego en el minuto ochenta.
A un buen delantero hay que exigirle gol. Pero también visión de conjunto y generosidad. En el segundo gol del Sevilla, ya en el tiempo de descuento, de Lucky Luke Bakio (bang, bang, ya van cuatro), En-Nesyri demostró que muchas veces es mejor pasarla a tiempo si las posibilidades de otros compañeros son más claras. Medio gol del segundo del Sevilla es también de En-Nesyri gracias a esa decisión.
El resultado puede invitar a pensar que fue un partido fácil para los visitantes. Nada más lejos de la realidad. Porque, si bien es cierto que, en el segundo tiempo, Las Palmas cedió la posesión que había monopolizado durante toda la primera mitad, hubo bastantes momentos de peligro, casi todos de Sandro, el más venenoso de los canarios. Cuesta asimilar que es el mismo Sandro que vistió la elástica sevillista hace solo cuatro temporadas, y siempre nos quedará la duda, como todos los jugadores que crecieron tras pasar sin pena ni gloria por Nervión, de lo que habría aportado al Sevilla si hubiera cuajado en el club.
A Quique Sánchez Flores, definitivamente, le ha cambiado el semblante. Ya no queda nada en él de aquel aspecto de cochero de Drácula. La cámara lo captó mientras, eufórico y sonriente, abrazaba a los jugadores y el cuerpo técnico sevillista. Esa felicidad tiene nota: un nueve. Son los puntos que ahora nos separan del abismo. No fue una victoria fácil, pero jugábamos con un equipo que, aunque venido a menos en las últimas jornadas, ha sido sin duda, y con permiso del Girona, una de las revelaciones de la temporada. Hay que estar optimistas. Primero el Mallorca en casa, el día del Blue Monday sevillano (lunes postferia); después, el derbi. ¿Quién dijo miedo?