ABC (Sevilla)

Desmontand­o el mantra de la (mala) Feria nocturna

Por la noche hay más incidentes, botellón y casetas discotecas, pero también es verdad que, sabiendo buscar, se puede disfrutar de un ambiente igual que por el día; mención aparte merece la Calle del Infierno

- RAMÓN ROMÁN SEVILLA

Sevilla es luz. «Tiene un color especial» y, por tanto, la Feria de Abril no podía ser menos. El real se disfruta casi de sol a sol, pero es inevitable reconocer que el día le gana a la noche. Por goleada. Los primeros pasos al traspasar la portada, los trajes de gitana recién estrenados y el paseo de caballos, por ejemplo, no tienen parangón, y todo ello sucede antes de que anochezca. No es que sea malo transcurri­r bajo la iluminació­n de los farolillos, claro que no, pero sí es cierto que, a determinad­as horas y en según qué lugares, el real pierde su verdadera esencia.

Aun así, conviene desmentir ese repetitivo mantra que dice que «en la Feria por la noche no hay nada bueno». Básicament­e, porque no es así. Sólo se trata de no equivocars­e e, incluso, de saber buscar. Es innegable que de madrugada proliferan las casetas discotecas y que el alcohol va haciendo mella tras tantas horas de fiesta, pero eso no significa que no se puedan encontrar estampas con mucha categoría.

Como por ejemplo ocurre en una caseta de Pepe Luis Vázquez, donde cada noche se dan cita unos pocos privilegia­dos (es de dimensione­s reducidas) para sentarse a escuchar. Sí, sentarse a escuchar cantar. Sillas colocadas en fila mirando al ' escenario' y artistas para cada día de la semana. Esperanza Soria, Jesule de Utrera y Kiko Peña son algunos de los que ya han actuado este año, pero nunca hay que descartar alguna sorpresa de última hora, como por ejemplo pasar por la puerta y escuchar a Manuel Lombo. «No entiendo la Feria de otra manera. A cada uno le gusta de una forma y yo respeto todas, pero yo disfruto de esta tradición familiar que nos inculcaron mis padres a mis hermanas y a mí desde pequeñas», indica una de las dueñas de esta caseta familiar.

El mismo buen ambiente con grupitos de toda la vida se puede disfrutar en Juan Belmonte 11, Joselito el Gallo 140 o justo enfrente, en Las Golondrina­s. Sevillanas, rumbas y, por qué no, algunos de los temas de moda. Es decir, se puede encontrar una Feria de noche bastante parecida a la de día, con el mismo talante y, sobre todo, con el mismo fin: pasarlo bien que, en resumidas cuentas, es para lo que se va a esta ciudad efímera de una semana. «La edad ya se va notando y, evidenteme­nte, uno no aguanta hasta el amanecer como cuando se es joven. Me gusta más la Feria de día porque voy en familia, con los niños, pero también paso muy buenos momentos con mi mujer y mis amigos por las noches. No es tanto la hora en cuestión, sino el ambiente en el que te muevas», explica Ángel Aguado.

La Calle del Infierno

Eso sí, por mucho que a (casi) todo el mundo le guste la Feria, negar la evidencia sería faltar a la verdad. Y es cierto que también hay mal ambiente y estampas que habría que intentar evitar. Una cosa es pasear por el real y ver casetas llenas hasta la bandera bailando y cantando al ritmo del grupo nocturno de turno, y otra muy distinta es que algunas se transforme­n en discotecas. Los decibelios y la música de algunas no deberían estar permitidos para no desvirtuar la esencia de esta fiesta.

Por no hablar de la Calle del Infierno por la noche. De día está llena de niños, de familias, montándose en los cacharrito­s. Un plan más, sobre todo para los más pequeños, que se distraen así y se les hace más amena una fiesta que todavía no entienden. Pero de madrugada todo cambia. El escenario es el mismo y la música de reguetón

La vuelta a casa

está igual de alta, pero el ambiente no tiene nada que ver con el que hay unos metros más atrás, desde Costillare­s a la portada. Casi no hay rastro de trajes de gitana ni de chaquetas en los hombres, y sí hay botellón (casi erradicado en el resto del real) y venta ambulante. No debes avanzar ni cincuenta metros para encontrart­e el primer puesto (una caja encima de otra y una nevera de la playa) en el que te ofrecen, sin control alguno, una copa. La vuelta a casa por Virgen de la Cinta también es digna de mención. Hombres y mujeres orinando entre vehículos, personas apostadas en los portales, gente semi acampando y durmiendo en coche, suciedad y mal olor. La antítesis de lo que es la Feria de Abril de Sevilla.

En las calles aledañas al real es imposible no encontrar a gente orinando y dormida en portales

Los cacharrito­s Es necesario un mayor control por la madrugada porque reina el descontrol y la venta ambulante

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Infierno
// FOTOS: MARÍA GUERRA Jóvenes disfrutand­o de la Feria por la noche, cuando las calles están llenas y el alumbrado está aún encendido —arriba y a la izquierda—. Debajo, bailes en una caseta durante la actuación de un grupo de música y restos del botellón en el real y en la Calle del Infierno

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