Bildu ya ha ganado
LENTE DE AUMENTO
La generosidad de las víctimas es encomiable, la de sus verdugos, inexistente. La del zapaterismo, una quimera
POR primera vez en mucho tiempo tengo algo absolutamente claro. Bildu ha ganado. No me refiero a las elecciones vascas. Ahí intervienen cosas que pueden ponderar infinitamente mejor mis compañeros de política. Los albaceas de la hidra han vencido porque se han quitado una engorrosa piedra que arrastraban sobre sus hombros. Se lo han puesto muy fácil. No han tenido que pedir perdón, abrazar a las víctimas, ni siquiera valorar la conveniencia táctica e interesada de aparentar un cínico arrepentimiento. Se han sacudido a ETA como el que se quita la caspa de los hombros. Es estomagante, repugnante y a algunos, entre los que me encuentro, nos provoca arcadas. Es lo que hay. Ahí está la encuesta de GAD3 que acabamos de publicar. Leída con atención, más allá de la aritmética electoral, pareciera que el País Vasco es Bután, una arcadia feliz. Dirán que es de mezquino no celebrar la alegría, envidiar la suerte del vecino. Aquí tienen a un juntaletras ruin como pocos.
En mi íntimo descargo, les confieso que soy tan ingenuo que no entiendo que se venda como reconciliación lo que es olvido, desprecio y arrinconamiento de aquellos que no eligieron morir mientras se justifica entre alcanfores a quienes sí decidieron asesinarlos. Ya saben, la nuca y la pistola.
No soy tan necio como para sorprenderme de que Bildu trate así a las víctimas de ETA. Que lo haga un partido como el PSOE, sí. Que además muestre, ahora, su «desprecio» por Bildu, se sorprenda de su nula calidad democrática y lo haga mientras pacta con ellos del ayuntamiento al Congreso, cuando colabora activamente en el blanqueamiento de los verdugos y el arrinconamiento de sus víctimas sería digno de estudio psiquiátrico. Ocurre que no hay bipolaridad ni esquizofrenia en Ferraz ni en Moncloa, sino mero mercantilismo electoral.
La generosidad de las víctimas es encomiable, la de sus verdugos, inexistente. La del zapaterismo y su ‘spin-off’ sanchista, una quimera. Es al Gobierno al que hay que exigirle líneas rojas y no alfombras con los relatores del fascismo etarra. Aunque solo sea para que no te toque oír en la mesa de al lado de una sidrería de Guipúzcoa no que el ingeniero llegado de Burgos para tunelar la montaña «vino en los tiempos de ETA y se acabó casando con una de aquí».
Impresiona escuchar que la banda terrorista es ya una referencia temporal. Como la pandemia, la peste negra o la fiebre amarilla. Una era de muerte, sangre y duelo sobre la que uno se imagina ya a los cronistas arrancando sus escritos más o menos así: «En aquellos tiempos lejanos, allá por…». Y no hace tanto. Desde luego bastante menos que de la Guerra Civil y de la dictadura franquista, que tanto interesa agitar a este socialismo artero que llama reconciliación a la claudicación y el sometimiento.
Malo es tener memoria selectiva. Peor aún este virus fabricado en el wuhan monclovita, que inocula el olvido de lo que padecimos ayer y se resucita lo que sufrimos, esto sí, «en tiempos muy lejanos». Todo por un puñado de votos. Ya ni eso.