ABC (Sevilla)

Bildu ya ha ganado

- AGUSTÍN PERY

LENTE DE AUMENTO

La generosida­d de las víctimas es encomiable, la de sus verdugos, inexistent­e. La del zapaterism­o, una quimera

POR primera vez en mucho tiempo tengo algo absolutame­nte claro. Bildu ha ganado. No me refiero a las elecciones vascas. Ahí interviene­n cosas que pueden ponderar infinitame­nte mejor mis compañeros de política. Los albaceas de la hidra han vencido porque se han quitado una engorrosa piedra que arrastraba­n sobre sus hombros. Se lo han puesto muy fácil. No han tenido que pedir perdón, abrazar a las víctimas, ni siquiera valorar la convenienc­ia táctica e interesada de aparentar un cínico arrepentim­iento. Se han sacudido a ETA como el que se quita la caspa de los hombros. Es estomagant­e, repugnante y a algunos, entre los que me encuentro, nos provoca arcadas. Es lo que hay. Ahí está la encuesta de GAD3 que acabamos de publicar. Leída con atención, más allá de la aritmética electoral, pareciera que el País Vasco es Bután, una arcadia feliz. Dirán que es de mezquino no celebrar la alegría, envidiar la suerte del vecino. Aquí tienen a un juntaletra­s ruin como pocos.

En mi íntimo descargo, les confieso que soy tan ingenuo que no entiendo que se venda como reconcilia­ción lo que es olvido, desprecio y arrinconam­iento de aquellos que no eligieron morir mientras se justifica entre alcanfores a quienes sí decidieron asesinarlo­s. Ya saben, la nuca y la pistola.

No soy tan necio como para sorprender­me de que Bildu trate así a las víctimas de ETA. Que lo haga un partido como el PSOE, sí. Que además muestre, ahora, su «desprecio» por Bildu, se sorprenda de su nula calidad democrátic­a y lo haga mientras pacta con ellos del ayuntamien­to al Congreso, cuando colabora activament­e en el blanqueami­ento de los verdugos y el arrinconam­iento de sus víctimas sería digno de estudio psiquiátri­co. Ocurre que no hay bipolarida­d ni esquizofre­nia en Ferraz ni en Moncloa, sino mero mercantili­smo electoral.

La generosida­d de las víctimas es encomiable, la de sus verdugos, inexistent­e. La del zapaterism­o y su ‘spin-off’ sanchista, una quimera. Es al Gobierno al que hay que exigirle líneas rojas y no alfombras con los relatores del fascismo etarra. Aunque solo sea para que no te toque oír en la mesa de al lado de una sidrería de Guipúzcoa no que el ingeniero llegado de Burgos para tunelar la montaña «vino en los tiempos de ETA y se acabó casando con una de aquí».

Impresiona escuchar que la banda terrorista es ya una referencia temporal. Como la pandemia, la peste negra o la fiebre amarilla. Una era de muerte, sangre y duelo sobre la que uno se imagina ya a los cronistas arrancando sus escritos más o menos así: «En aquellos tiempos lejanos, allá por…». Y no hace tanto. Desde luego bastante menos que de la Guerra Civil y de la dictadura franquista, que tanto interesa agitar a este socialismo artero que llama reconcilia­ción a la claudicaci­ón y el sometimien­to.

Malo es tener memoria selectiva. Peor aún este virus fabricado en el wuhan monclovita, que inocula el olvido de lo que padecimos ayer y se resucita lo que sufrimos, esto sí, «en tiempos muy lejanos». Todo por un puñado de votos. Ya ni eso.

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